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Froxán, una aldea gallega de cuento entre bosques de castaños y montañas en O Courel

Declarado como Bien de Interés Cultural y lugar de interés etnográfico, este pueblo del interior de Lugo conforma una auténtica cápsula del tiempo que ha sabido conservar intacta la cultura y tradiciones del rural de Galicia
Aldea de Froxán, Folgoso do Courel.
Turismo de Galicia
Aldea de Froxán, Folgoso do Courel.
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El rural gallego alberga en su cara más desconocida auténticas joyas en forma de pueblos repletos de encanto donde el tiempo parece haberse detenido. De hecho, incluso muchos de ellos conservan intacto un semblante medieval a pesar del paso de los siglos. Lo cierto es que si nos adentramos en esta cara interior del territorio podremos ver que la mayoría de estas pequeñas aldeas dedican su actividad a la agricultura, la ganadería y otras ocupaciones de montaña como la apicultura. Además, estos lugares recónditos conforman auténticos remansos de paz donde las jornadas avanzan a un ritmo diferente y la calidad de vida alcanza unos valores incalculables. En resumidas cuentas: destinos de lujo que resultan perfectos para una escapada al rural gallego y descubrir al mismo tiempo la naturaleza más salvaje de Galicia.   

Uno de esos rincones que parecen haber salido directamente de una postal de cuento es Froxán, una aldea enmarcada entre las majestuosas montañas de la Sierra do Courel y el mágico valle del río Lor, todavía dentro de los límites territoriales del municipio de Folgoso do Courel. Más allá de la enorme riqueza natural y paisajística existente en la zona, lo más curioso de este pequeño pueblo lucense es que su callejero local conforma el reflejo perfecto de la vida tradicional en el rural gallego. Es precisamente por esa razón que la Xunta de Galicia declaró a esta suerte de cápsula del tiempo en forma de aldea como Bien de Interés Cultural y lugar de especial interés etnográfico. 

El encanto de un pueblo de montaña

Vista del pueblo de Froxán, Folgoso do Courel. Foto: Wikimedia

La idiosincrasia de la aldea de Froxán se construye alrededor de estrechas, empedradas y ramificadas callejuelas cobijadas entre bosques de castaños y otras especies mediterráneas como los alcornoques. Lo cierto es que la arquitectura en este rincón de Folgoso do Courel destaca por la presencia de viviendas y edificios adosados construidos con característicos muros de piedra, lajas luosentas y tejas de loseta o pizarra. Pero sin duda, lo más singular que el viajero podrá encontrar a su paso por esta aldea gallega son los "sequeiros de castañas", unas construcciones primitivas típicas de las provincias de Lugo y Ourense que, tal y como su propio nombre indica, servían para almacenar y secar a este fruto seco del otoño. 

Al entramado callejero de Froxán hay que sumar también un buen número de construcciones populares que terminan de dar forma al conjunto arquitectónico de esta mágica aldea. Entre los edificios auxiliares que pueden observarse a lo largo y ancho del pueblo destacan estructuras como los alpendres, pajares, lavaderos, hornos, fuentes e incluso varias alvarizas (unas construcciones que sirven para agrupar y guardar un conjunto de colmenas) vinculadas a algunas viviendas. De hecho, uno de los elementos más destacados de Froxán se encuentra en la propia entrada de la aldea y es la conocida como Fonte do Milagro.

Raíces y tradición: la pisa da castaña

Un bosque de castañas en Galicia en una foto de archivo. Foto: Shutterstock

La aldea de Froxán es una burbuja del tiempo porque mantiene vivas una de las tradiciones más ancestrales del rural gallego: la vieja faena de la pisa de las castañas. Esta popular fiesta etnográfica relacionada con la recolección de castañas en la zona fue recuperada hace ya varias décadas por la asociación local Fonte do Milagro. En la actualidad, la bautizada como Festa da Pisa da Castaña conforma un evento popular que recrea la costumbre local de pelar los frutos del castaño una vez estuvieran secos, metiéndolos dentro de un saco y golpeándolos con fuerza contra un tocón de madera. Cabe señalar que hace solo un par de años, los vecinos de Froxán tuvieron que hacer a un devastador incendio que terminó con su soto particular, teniendo que resignarse a buscar estos frutos fuera de la aldea para continuar con una bonita celebración que tiene lugar cada año a principios de diciembre. 

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