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Rincones de Galicia: Castillo de Narahío, unas ruinas con mucha historia

Sobre un peñasco que parece otear hacia el río Castro, en San Sadurniño, se encuentran los restos del Castillo de Narahío, abandonado en el S. XVII y con mucha historia que contar.
Vista del Castillo de Narahío (Foto: Asoc. Española de Amigos de los Castillos)
Vista del Castillo de Narahío (Foto: Asoc. Española de Amigos de los Castillos)
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Visitar el Castillo de Narahío (también denominado Castelo de Naraío) es como hacer un viaje en el tiempo y en el espacio. En el tiempo porque la visión de sus ruinas, si la mente logra imaginarlas como eran antaño, parece trasladarnos al Medievo, época de señores feudales y majestuosas fortalezas. En el espacio porque su especial enclave en lo alto de una peña y con el río Castro a sus pies, nos recuerda a los castillos de las Tierras Altas escocesas. 

Pero ni el Castillo de Narahío está en Escocia ni perteneció al clan de los Mackenzie. Esta antigua fortaleza del s. XV, declarada Bien de Interés Cultural en 1994, se halla en San Sadurniño, muy cerca de otra construida un siglo antes: la de Moeche. La que fue una señorial construcción de estilo normando se encuentra hoy en estado ruinoso, sobreviviendo a duras penas en el idílico espacio natural de Xuvia-O Castro

Pero detrás de las ruinas suele haber una gran historia, como la que custodia, en silencio, el decadente Narahío. 

Detalle de la torre de Narahío (Foto: turismo.gal)

Los primeros datos documentados de la existencia del castillo nos remiten a Gonzalo Pineyro, señor de Narahío y partidario de Pedro I el Cruel en sus luchas fratricidas llevadas a cabo en el S. XIV. Cuando, al llegar Enrique de Trastámara a la zona, huyendo de su hermano en rey D. Pedro de Castilla, solicitó ayuda a Pineyro para escapar, éste se la negó. Cuando Enrique subió al trono recordó la afrenta de Pineyro y, para vengarse, arrasó el Castillo de Narahío haciendo huir a Gonzalo Pineyro, que tuvo que renunciar a la fortaleza. 

El Castillo de Narahío fue cedido entonces por Enrique a la familia Andrade, hasta que en 1466 fue destruida por Alfonso Lanzós durante las revueltas Irmandiñas. En 1469 el castillo fue reconstruido por Diego de Andrade y desde 1603 permanece en estado de abandono y con evidentes signos de deterioro. 

Restos de las murallas (turismo.gal)

El exterior del castillo es hoy lo más llamativo del mismo ya que parece estar encaramado a una terraza ajardinada a 400 metros de altitud, rodeado de vegetación y verde bosque y dominado todo el valle circundante, bañado por el río Castro. Una escalinata construida en piedra y madera facilita la subida hasta la torre del homenaje, que es el resto más reseñable y mejor conservado de lo que fue la fortaleza. Los muros del patio de honra se sujetan hoy con tirantes metálicos para evitar su derrumbe y la entrada principal es un pequeño recibidor con una puerta levadiza que comunica con la citada torre. 

Puerta de acceso a la torre (Foto: turismo.gal)

La robusta torre cuadrada tenía cuatro plantas, una puerta situada a 9 metros de altura con respecto a la entrada principal y un llamativo techo abovedado, ya desaparecido, que en la actualidad se mantiene cubierto de espesa vegetación. Son varios los ventanucos y ventanas que se conservan, una de ellas geminada, con dos arcos de medio punto sujetados por un parteluz. Un espigón defensivo, o lo que parece quedar de él, pudo proteger lo que fue la puerta occidental de entrada. 

El resto, queda a la imaginación de quien contempla el conjunto defensivo, que fue también residencia de Pineyro y del importante señorío de Andrade. 

Detalle de los vanos (Foto: turismo.gal)

Aún devorado por la naturaleza y cubierto parcialmente por ella, el Castillo de Narahío es visitable (haz clic para ver ubicación). Para llegar a él desde Ferrol hay que tomar la AG-64 dirección As Pontes y en el km 4 salir en la AC-125 hacia Penavidreira-Narahío. A menos de 2 km en la glorieta, tomando la salida dirección AC-125 ya vemos las señales hacia el castillo. 

Para completar su visita se puede hacer alguna de las rutas de senderismo, no muy exigentes, que hay en la zona. Una de las más recomendables es la que lleva hacia la Fervenza do Río Castro, un bonito sendero de no más de 2 kilómetros que nos conduce hasta el salto de agua de 6 metros, cuyo pequeño tamaño se compensa con la belleza del paisaje que lo rodea.

Castillo de Moeche (Foto: turismo.gal)

A apenas 9 kilómetros hay otra cascada mayor, la Fervenza de Belelle en Neda, y si preferimos sumar otra fortaleza medieval a nuestra ruta, el Castillo de Moeche se encuentra a sólo veinte minutos en coche de Narahío y acaba de abrir su temporada de visitas a principios de abril. 

Emma Sexto

https://unmundoinfinito.com/

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