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De Galicia al pueblo de Asturias con una iglesia que (casi) se baña en el Cantábrico 

Con un pintoresco casco urbano y un callejero repleto de historia, la pequeña villa marinera de Luanco se sitúa en el epicentro de la costa asturiana y es considerada desde 1984 como la capital del bonito en la región
Vista aérea del pueblo costero de Luanco, Asturias.
Vista aérea del pueblo costero de Luanco, Asturias.
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Capital del concejo de Gozón, Luanco conforma la villa marinera más cercanana al tan visitado e idílico Cabo Peñas, el punto más septentrional del Principado de Asturias. Es quizás por ello que el carácter marinero de este precioso rincón de la costa asturiana se encuentra tan marcado por el influjo de una punta entrecortada que proyecta su masa de tierra hacia el interior del mar. No es de extrañar tampoco que sea ese arraigado ambiente pesquero el que impregna la idiosincrasia luanquina, tanto en lo referente a la cultura como también a la arquitectura o gastronomía. Un pueblo coqueto, sin duda, que presume además de auténticos escenarios de ensueño que se abren paso a lo largo y ancho de su pintoresco casco histórico, desde la zona del puerto y sus arenales hasta los pies de un templo que casi es capaz de bañar su estructura con las aguas del Cantábrico. 

Al tratarse de una villa pequeña y repleta de encanto, Luanco se ha convertido en el destino favorito de todos aquellos viajeros que buscan disfrutar de una escapada tranquila y con mucho sabor a mar. Y no lo decimos como una simple frase hecha, pues lo cierto es que este pueblo de Gozón es considerado como la capital asturiana del bonito desde el año 1984. De hecho, las personas que deciden visitar Luanco entre finales del mes de junio y principios de julio tienen la oportunidad de disfrutar cada año del famoso Festival del Bonito, una de las jornadas gastronómicas más veteranas de Asturias relacionadas con los productos del mar y los pescados. En cualquier caso, y más allá de su gastronomía, este rincón de la costa asturiana también ofrece al visitante una enorme riqueza natural, paisajística, histórica y patrimonial que merece la pena recorrer, cuanto menos, una vez en la vida. 

Entre historia y cultura por su casco histórico

Torre del Reloj en pleno centro de Luanco. Foto: Shutterstock

Luanco es mucho más que su puerto y el Cantábrico. La realidad es que el casco histórico de esta pintoresca villa alberga entre sus límites un ingente patrimonio histórico, cultural y hasta arquitectónico. Relacionado precisamente con ese marcado carácter marinero, una de las paradas obligatorias a la hora de visitar el pueblo pasa por adentrarse en el universo cultural del Museo Marítimo de Asturias, considerado el decano de los museos del Principado (fundado en 1948) y absoluto icono del patrimonio marítimo asturiano. El interior del espacio conforma una pequeña cápsula del tiempo donde se conservan todo tipo de modelos de embarcaciones, aparejos y artes de pesca que permiten entender la evolución de la navegación e incluso los grandes ecosistemas y la biología marina del Cantábrico. 

En lo que respecta a su patrimonio, la arquitectura religiosa es otro de los grandes tesoros de esta villa asturiana, sobre todo en el caso de la emblemática iglesia de Santa María. Enclavada a orillas del mar, el templo fue construido en el siglo XVIII y en la actualidad constituye una de las estampas más fotografiadas del paisajes luanquino, aunque también es cierto que la tremenda expansión de la villa creó la necesidad de erigir una nueva iglesia parroquial que pudiera dar cabida a todos los fieles. En cualquier caso, de puertas para dentro, la iglesia de Santa María tampoco decepciona a sus visitantes, pues en su interior descansa el famoso Cristo del Socorro, del cual se dice que en el siglo XVII salvó a unos marineros de la zona de una terrible tempestad. Justo enfrente de la capilla se encuentra otro edificio de gran relevancia dentro de la historia local, el Palacio de los Menéndez-Pola, declarado Bien de Interés Cultural y cuyas raíces constructivas se remontan a los siglos XVII y XVIII.

Más allá de los límites del casco histórico, la Isla del Carmen ―cuyo nombre oficial es más bien el del Islote de Peña Cercada― es uno de los enclaves que más turistas atrae hasta el corazón de Luanco. Esta pequeña ínsula es además visible desde la iglesia de Santa María y la propia playa de Luanco. Sobre su superficie rocosa descansa la curiosa Ermita del Carmen, que data nada menos que del año 1701. Lo cierto es que este pequeño templo alberga en su origen de una bonita historia de milagros y marineros, pues la capilla fue construida por un patrón llamado Agustín Álvarez en agradecimiento a la protección divina que lo salvó de las fauces de un corsario inglés que lo perseguía en un viaje marítimo de Ferrol a Betanzos. 

Un antiguo puerto ballenero y dos coquetos arenales

Puerto pesquero de Luanco. Foto: Shutterstock

El color es la nota predominante en los alrededores del puerto de Luanco. Las características viviendas marineras se extienden por todo el trazado costero de esta villa asturiana dando forma a un pintoresco escenario precedido por el sonido del mar y la silueta de alguna que otra embarcación tradicional. En su pasado más vinculado al mar, cabe destacar que el modesto puerto pesquero de Luanco fue, entre los siglos XVI y XVII, uno de los grandes puertos balleneros de toda la cornisa cantábrica. Con el paso del tiempo, la actividad principal de este tradicional muelle de pesca fue derivando poco a poco hacia la captura de otros manjares marinos como la sardina, la xarda (caballa), el pixín (rape), la nécora o incluso los percebes. Aunque, sin lugar a dudas, el bautizado como rey del cantábrico se convirtió en el principal objetivo de los marineros de Luanco, quienes tras el veto a la caza de la ballena lograron cambiar su historia y convertir a este pueblo de Gozón en la capital asturiana del bonito. 

Al margen de su puerto, el litoral de esta villa marinera también se dibuja entre naturaleza y acogedores arenales. De hecho, Luanco posee tan sólo dos playas: la que comparte nombre con el propio pueblo, también conocida como Santa Marina, y la de la Ribera. La primera de ellas se encuentra situada a los pies del casco urbano y fue regenerada en 1995, ya que en épocas anteriores perdía toda su lengua arenosa durante la pleamar. Desde entonces la ensenada se ha convertido en uno de los rincones más concurridos tanto en invierno como durante la temporada estival, pues el conjunto paisajístico que conforma el arenal y la iglesia de Santa María resulta realmente extraordinario. Por su parte, la playa de la Ribera ha sido durante años un lugar de referencia a nivel deportivo en el extremo más cercano al muelle, pues si bien no es tan frecuentada para el baño en ella han llegado a celebrarse varios torneos internacionales de tenis-playa.

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