Política 28-M

¿Por qué es tan difícil cambiar al gobierno de tu CCAA? Sólo se logra 1 vez cada 16 años de promedio

En Madrid, Andalucía, Murcia y Castilla y León sólo se ha producido un relevo en todo el período democrático: del PSOE se pasó al PP.

21 mayo, 2023 02:48
Miguel Ángel Ruiz Lina Smith Cristina Pita

Pese a los fervores de la campaña electoral, a menudo hace falta un auténtico cataclismo político para que cambie el gobierno de una comunidad autónoma. A lo largo de cuatro décadas de democracia, sólo se han producido 46 vuelcos electorales en las 17 regiones. Es decir, de media sólo cambia el signo de un gobierno en una de cada cuatro elecciones autonómicas: una vez cada 16 años de promedio.

Madrid, Andalucía, Castilla y León y Murcia son las regiones más monolíticas: sólo han experimentado un cambio de color político en toda su trayectoria autonómica. Y en los cuatro casos, el giro ha sido desde el PSOE a favor del PP, sin vuelta atrás hasta ahora.

Otras cuatro comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana y País Vasco) sólo han experimentado dos cambios de signo político. En los dos primeros casos, los gobiernos del PP se convirtieron en un breve paréntesis en regiones de larga tradición del PSOE. En el País Vasco, el PNV ha gobernado el ejecutivo regional durante todo el período democrático, con la única excepción de los cuatro años en los que Patxi López fue lehendakari gracias a los votos del PP.

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En el extremo opuesto se sitúan Aragón, Baleares y Navarra (cinco cambios de color), con una vida política mucho más convulsa. ¿Por qué cuesta tanto cambiar un gobierno autonómico? Se trata de la Administración que presta los servicios básicos más valorados por los ciudadanos, como la educación y la sanidad.

El consultor de comunicación Luis Arroyo, que fue asesor político del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, indica que las elecciones autonómicas están menos condicionadas por "el estado de ánimo y de los grandes problemas nacionales. Situaciones como una crisis económica, las guerras o el sí es sí" tienen un enorme peso en las elecciones generales, pero no tanto en las de ámbito autonómico. 

"Si la economía va mal, es culpa de Sánchez, no de Ayuso. La política nacional es más visible y más polarizante", sintetiza. Por otro lado, dado que los parlamentos autonómicos tienen un menor número de diputados, se produce una menor fragmentación de las opciones políticas, lo que favorece la estabilidad, añade Arroyo.

El ecosistema autonómico también ha propiciado la aparición de partidos comodín, capaces de otorgar el poder a izquierda o derecha: como el PAR en Aragón, Coalición Canaria, el PRC de Miguel Ángel Revilla en Cantabria o Unió Mallorquina en Baleares, hasta que implosionó la corrupción de Maria Antònia Munar.

En otras ocasiones, la personalidad de líderes como Manuel Fraga, el patriarca autonómico que se ha mantenido en el cargo hasta una edad más avanzada, ayuda a explicar cómo el PP ha logrado afianzarse en Galicia durante décadas. 

La Andalucía de los ERE y la Cataluña de Jordi Pujol demostraron que, llevado al extremo, el sistema permite desplegar una red clientelar con bolsas de voto cautivo, para que un partido intente perpetuarse en el poder. El resurgir del viejo caciquismo, a menudo adobado con el culto a la lengua o a las señas de identidad “nacional”.  

Andalucía

Sólo se ha producido un cambio de signo político en Andalucía en todo el período autonómico: el que protagonizó Juanma Moreno contra todo pronóstico en las elecciones de 2018. Gobernó primero mediante un pacto con Ciudadanos (Cs), y luego pudo prescindir del partido naranja al obtener mayoría absoluta en los comicios de 2022.

Hasta entonces Andalucía se había convertido en el mayor vivero de votos y la principal seña de idendidad del PSOE durante más de tres décadas. Tras la etapa de Rafael Escudero y de José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves presidió la Junta de forma ininterrumpida durante 22 años, desde 1990 hasta 2008. Llegó a alcanzar el 50,3% del voto en los comicios de 2004. Su sucesor, José Antonio Griñán, tuvo que apoyarse en un pacto de coalición con IU para gobernar.

El escándalo de los ERE fue una bomba de detonación retardada, que marcó el fin de una era de socialismo en la región: Griñán se encuentra a las puertas de la cárcel y Chaves ha sido condenado a nueve años de inhabilitación. Susana Díaz sólo presidió la Junta durante cuatro años. Intentó disputar a Pedro Sánchez el liderazgo nacional del PSOE con el apoyo de casi todos los barones socialistas, fue derrotada en las urnas por Juanma Moreno y hoy se encuentra relegada en el Senado.   

Aragón

Aragón es la comunidad autónoma con más cambios de signo político (cinco por elecciones y uno por moción de censura), casi todos protagonizados por los cambios de pareja del PAR. Tras la etapa constituyente de Santiago Marraco (PSOE), asumió la presidencia de la región Hipólito Gómez de las Roces (PAR) en los comicios de 1987. Su sucesor, Emilio Eirora (PAR), fue derribado por el PSOE con una moción de censura.

El PAR se convirtió desde ese momento en la imprescindible pareja de baile de los dos grandes partidos. Apoyó primero al popular Santiago Lanzuela (en los comicios de 1995) y cuatro años después al socialista Marcelino Iglesias. Luisa Fernanda Rudi llegó a la Presidencia en 2011, gracias a la marea popular que tiñó de azul media España, pero sólo pudo mantenerse en el cargo durante un mandato. Desde 2015, el socialista Javier Lambán (uno de los barones más críticos con Sánchez) se mantiene al frente de la región mediante pactos con Podemos, el PAR y la Chunta.  

Asturias

Las escisiones internas del PP han frustrado las posibilidades de este partido de conservar el poder y han afianzado la región como un feudo socialista. El PSOE gobernó Asturias desde 1983, primero con Pedro de Silva como presidente y luego con Juan Luis Rodríguez-Vigil. El primer cambio político se produjo en 1995, cuando el candidato popular Sergio Marqués ganó las elecciones autonómicas. Sin embargo, tres años después abandonó el PP para fundar su propio partido, la Unión Renovadora Asturiana (URAS).

Tras la etapa del socialista Vicente Álvarez Areces, ocurrió lo mismo con Francisco Álvarez-Cascos, quien ganó las elecciones autonómicas de 2011 unos meses después de abandonar el PP para convertirse en líder del Foro Asturias (que ahora le ha llevado a los tribunales por apropiación indebida de fondos del partido). Debido a la falta de apoyos, tan sólo se mantuvo un año al frente del Gobierno regional. En las elecciones anticipadas de 2012 alcanzó la presidencia el socialista Javier Fernández, quien encabezaría luego la resistencia en el seno del PSOE frente a Pedro Sánchez. Fue sustituido por Adrián Barbón en los comicios de 2019.  

Canarias

Coalición Canaria (CC) ha sido el partido comodín que ha marcado el devenir político en la región. El socialista Jerónimo Saavedra presidió la comunidad en dos etapas (en el primer mandato de 1983 y tras los comicios de 1991), antes de dirigir los ministerios de Educación y Administraciones Públicas en los gobiernos de Felipe González. El segundo mandato autonómico de Saavedra concluyó abruptamente en 1993, cuando fue derribado por una moción de censura que encabezó Manuel Hermoso (CC).

Desde entonces, el partido regionalista gobernó Canarias con Román Rodríguez, Adán Martín y Paulino Rivero como presidentes. Rivero lo hizo inicialmente mediante un pacto con el PP, roto en 2010. Coalición Canaria pasó a aliarse entonces con el PSOE, en el mandato de Fernando Clavijo. Desde 2019, el socialista Ángel Víctor Torres gobierna mediante una coalición con Nueva Canarias y Podemos.  

Cantabria

La primera década de la democracia estuvo marcada por la convulsa etapa de Juan Hormaechea, que en 1990 abandonó el PP para encabezar su propio partido, la Unión para el Progreso de Cantabria (UPCA).

Luego el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) de Miguel Ángel Revilla se convertiría en el gran árbitro político de la región. Primero gobernó en coalición con el PP, bajo la presidencia de José Joaquín Martínez Sieso. Y a partir de 2003, el propio Revilla asumió la presidencia del Ejecutivo mediante un pacto con los socialistas. El PP sólo logró recuperar el poder en una ocasión, en los comicios de 2011, bajo el liderazgo de Nacho Diego. Revilla intentará revalidar ahora su alianza con el PSOE en las elecciones del 28-M.  

Castilla y León

El socialista Demetrio Madrid fue el encargado de poner en pie la estructura de la Comunidad de Castilla y León, trabajando los primeros meses en el mismo Palacio de la Isla de Burgos desde el que Franco impartía sus órdenes a los sublevados en la Guerra Civil. Pero el PSOE sólo pudo desplegar sus políticas durante aquel primer mandato.

Un joven José María Aznar logró hacerse con el gobierno de la comunidad en las elecciones de 1987, gracias al apoyo de los 18 procuradores del CDS. Aznar abandonó la región tan sólo dos años después, para asumir el liderazgo nacional del PP. Desde entonces los populares han logrado retener el gobierno de Castilla y León. El popular Juan José Lucas logró un respaldo electoral del 52,5% en 1995 y su sucesor, Juan Vicente Herrera, lo rozó en 2011 con el 51,5%. Roto el bipartidismo, Alfonso Fernández Mañueco se ha tenido que apoyar en Cs desde 2019 y en Vox desde 2022.  

Castilla-La Mancha

Castilla-La Mancha se ha mantenido como un feudo político del PSOE durante las cuatro décadas de democracia con tan sólo un paréntesis de cuatro años, correspondientes al mandato de María Dolores de Cospedal. La entonces secretaria general del PP ganó las elecciones de 2011 con el 47,4% del voto, pero en los siguientes comicios autonómicos fue desalojada por Emiliano García-Page, gracias a los votos de Podemos.

Tras aquella etapa, Cospedal se incorporó al Ejecutivo de Rajoy como ministra de Defensa. Aunque es uno de los barones socialistas que más ha cuestionado la alianza de Pedro Sánchez con Podemos, García-Page podría verse obligado a apoyarse de nuevo en el partido morado si quiere mantener la presidencia de la Junta tras las elecciones del 28-M.  

Cataluña

Jordi Pujol Soley inauguró en 1980 uno de los sistemas clientelares más eficaces de la democracia. La corrupción que engrasaba todo el mecanismo de la Generalitat no amenazaba su poder, gracias a la legitimidad que le daba el nacionalismo, la inmunidad otorgada por los medios de comunicación financiados con dinero público y la capacidad de poner y quitar gobiernos en Madrid.

La candidatura de su delfín, Artur Mas, fue derrotada en 2003 por el Tripartito de Pasqual Maragall, que sirvió para blanquear a los independentistas de ERC. José Montilla impulsó el proceso del nuevo Estatut que se estrelló en el Tribunal Constitucional. Todo ello dio alas para que a partir de 2010, con una popularidad menguante, Artur Mas diera el salto al vacío de los referéndums de independencia de 2012 y 2017.

Tras la aplicación del artículo 155 y la fuga de Puigdemont a Waterloo, las elecciones del 21-D de 2017, que ganó Inés Arrimadas con el 25,3% del voto, fueron la gran oportunidad perdida del constitucionalismo en Cataluña. Con los principales dirigentes del independentismo huidos de la Justicia en Bélgica y Suiza, Pere Aragonés vuelve a poner en marcha ahora el reloj de un referéndum de secesión, esta vez bajo el señuelo del "Pacto de Claridad". El día de la marmota.

Comunidad Valenciana

Cuarenta años después, Joan Lerma sigue siendo el gran referente de los socialistas valencianos. Retuvo el gobierno de la Generalitat durante tres legislaturas, fue ministro de Administraciones Públicas con Felipe González y desde 1996 ocupa un escaño en el Senado.

Luego la Comunidad Valenciana se convirtió en uno de los feudos más simbólicos para el PP: primero con Eduardo Zaplana (alcanzó el 48,63% del voto en 1999) y después con Francisco Camps (53,22% en 2007). Desde 2015, los populares han pagado con una larga travesía del desierto los escándalos de corrupción y la división interna entre el sector zaplanista y el campista.

Ximo Puig intentará reeditar el 28-M por tercera vez el Pacte del Botànic, junto a Compromís y Podemos. Sin embargo, sus opciones están lastradas por el escándalo que obligó a Mónica Oltra a dimitir el pasado mes de junio como vicepresidenta de la Generalitat y la división en Compromís entre el sector nacionalista y el que quiere pactar con Más País.  

Extremadura

Durante más de dos décadas, el barón socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra pareció un político incombustible: presidió la Junta de Extremadura desde 1983 hasta 2007. Alcanzó una mayoría absoluta con el 53,2% del voto en sus primeros comicios, y elevó esta marca hasta el 54,5% en 1991.

Tras su retirada, Guillermo Fernández Vara tomó el relevo con el 53,6%. Extremadura parecía terreno vedado para el PP hasta que, en las elecciones autonómicas del 22-M de 2011 que anticiparon la retirada de José Luis Rodríguez Zapatero, se hizo con el gobierno de la región el candidato popular José Antonio Monago, apadrinado por Cospedal.

Fue sólo un espejismo. En el último año de su mandato, Monago fue cuestionado por unos viajes a Canarias pagados con dinero público y muchos sospecharon que se trataba de una filtración procedente de su propio partido. En las elecciones de 2015, Podemos (6 escaños) y Ciudadanos (Cs) rompieron el tradicional bipartidismo de la región. El nuevo equilibrio de fuerzas devolvió a Vara a la presidencia de la Junta, que revalidó cuatro años después por mayoría absoluta. 

Galicia

En más de cuatro décadas de democracia, el PSOE apenas ha tocado poder durante seis años en la Xunta de Galicia. Fernando González Laxe ocupó la presidencia durante dos años y medio, tras derribar con una moción de censura al popular Gerardo Fernández Albor. Y en 2005, cuando Manuel Fraga perdió la mayoría absoluta, Emilio Pérez Touriño presidió un gobierno de coalición, con el BNG hasta 2009.

Antes, Manuel Fraga se había mostrado imbatible con cuatro mayorías absolutas. Alcanzó su máximo respaldo popular en los comicios de 1997, con el 52,1% del voto. Su sucesor en el partido, Alberto Núñez Feijóo, no se ha quedado atrás: obtuvo otras cuatro mayorías absolutas en las elecciones a la Xunta y se marchó en su momento de mayor respaldo popular: había cosechado el 47,9% en los comicios de 2020. Al igual que en Madrid, el PSOE ha quedado relegado a la tercera posición, tras los nacionalistas del BNG.  

Islas Baleares

La hija política de Gabriel Cañellas, Maria Antonia Munar, reinó en Baleares durante 15 años. Como líder de Unió Mallorquina, primero otorgó la mayoría al PP y, en 1999, inclinó la balanza a favor del Pacte de Progrés de Francesc Antich (integrado por PSOE, IU y los nacionalistas del PSM).

Tras ser ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas recuperó el Govern para el PP durante un único mandato, de 2003 a 2007. Luego se retiró de la política, al perder las elecciones. Condenado por delitos de corrupción en el caso Palma Arena, ingresó en la cárcel en 2014, después de que el Gobierno de Rajoy se negara a concederle el indulto. También acabarían en prisión Munar y toda la cúpula de su partido, Unió Mallorquina.

Tras la breve etapa de José Ramón Bauzá (hoy eurodiputado de Cs), en 2015 se reeditó el Pacte de Progrés, ahora encabezado por la socialista Francina Armengol, con Podemos y los independentistas de Més como socios. 

Comunidad de Madrid

El socialista Joaquín Leguina desplegó el sistema autonómico en la Comunidad de Madrid (desde el diseño de la bandera a la composición de un himno oficial, hoy olvidado) durante tres legislaturas: desde las elecciones de 1983 a las de 1995. Luego llegó Alberto Ruiz-Gallardón y todo cambió: el PSOE no ha vuelto a tocar el poder en la región.

Gallardón en 1999 (51%) y Esperanza Aguirre en 2007 (53,2%) alcanzaron las mayores cotas de respaldo popular en las elecciones. El mandato de Cristina Cifuentes fue más turbulento y concluyó con su salida por robar dos botes de crema en un supermercado. Ahora, la estrategia dirigida desde la Moncloa para socavar a Ayuso no ha hecho sino afianzar su liderazgo: el PSOE quedó relegado a la tercera posición en las elecciones del 4-M, tras Más Madrid, el exitoso experimento regional de Íñigo Errejón.

Murcia

Murcia es otra de las comunidades autónomas en las que ha habido un solo cambio político. El PSOE gobernó la región durante los tres primeros mandatos de la democracia. Primero con Andrés Pérez Ros (que tuvo que dimitir en 1984, acusado de intentar sobornar a dos periodistas) y luego con Carlos Collado.

El popular Ramón Luis Valcárcel cambió el signo político de la región al obtener el 52,22% del voto en los comicios de 1995. En sus últimas elecciones, las de 2011, elevó este listón hasta el 58,79%. Los problemas judiciales de Pedro Antonio Sánchez dieron paso a la etapa de Fernando López Miras, quien gobernó en coalición con Ciudadanos (Cs) hasta la fallida moción de censura de marzo de 2021.  

Navarra

Dos casos de corrupción dejaron herido de muerte al Partido Socialista de Navarra en los primeros tiempos de la autonomía: los protagonizados por Gabriel Urralburu (que presidió la región entre 1983 y 1991), que acabó en prisión por el cobro de comisiones ilegales en obras públicas, y Javier Otano, que tuvo que dimitir pocos meses después de su investidura al trascender que ocultaba una cuenta en Suiza.

El pacto entre UPN y el PP nacional permitió que el centro derecha gobernara la región durante casi 21 años. Miguel Sanz alcanzó el 42,5% del voto en 2003 y Yolanda Barcina (cuyo pacto con el PSN duró sólo un año) el 35,4% en 2011.

Desde 2015 se han sucedido dos gobiernos de coalición de izquierdas: el primero encabezado por Uxue Barcos (Geroa Bai) y el segundo por la socialista María Chivite (con Geroa Bai y Podemos). La votación de la reforma laboral de Yolanda Díaz en el Congreso provocó la ruptura entre UPN y el PP, que ahora se presentarán por separado a las elecciones, lo que abre un escenario incierto para la gobernabilidad de Navarra. 

País Vasco

El PNV ha gobernado el País Vasco durante la práctica totalidad del período democrático. Con una única excepción: los cuatro años que el PSE ocupó en solitario el Palacio de Ajuria Enea (2009-2012), con Patxi López como lehendakari, gracias al apoyo del PP.

El lehendakari José Antoni Ardanza gobernó durante tres mandatos en coalición con el PSE. Juan José Ibarretxe intentó desbordar luego el sistema, con su propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía que dejaba a la Administración central sólo con algunas competencias residuales, que fue rechazado por el Congreso de los Diputados en 2005. El voto del PNV fue decisivo para que saliera adelante la moción de censura contra Rajoy. Pero el trato que el Gobierno de Pedro Sánchez dispensa a Bildu como socio privilegiado ha causado resquemores en el partido de Íñigo Urkullu.  

La Rioja

La Rioja ha experimentado cuatro vuelcos políticos a lo largo de la democracia, que han devuelto el poder finalmente al PSOE. Uno de ellos, mediante una moción de censura, la que derribó al popular Joaquín Espert en 1990, para ser sustituido en la presidencia por Nacho Pérez (PSOE).

El PP recuperó la región en 1995 con Pedro Sanz, el presidente que más ha resistido en el cargo, hasta los comicios de 2015.  Obtuvo cinco mayorías absolutas y alcanzó sus mejores resultados en 1999 con el 51,2% del voto y en 2011, con el 51,9%. En las elecciones de 2019, la socialista Concha Andreu se hizo con la presidencia de la región mediante un pacto con Podemos, que intentará revalidar ahora.

Metodología

Para elaborar esta información se han utilizado los datos oficiales del porcentaje de votos, publicados por los distintos gobiernos y parlamentos autonómicos. Los datos de las primeras consultadas electorales se han calculado a partir de los resultados publicados por la Junta Electoral Central. Los datos correspondientes a los presidentes y las formaciones de gobierno están disponibles en la web del Senado de España.