Norman Foster. Foto: Yukio Futagawa // Edificio Hearst, Nueva York. Foto: Chuck Choi

Norman Foster. Foto: Yukio Futagawa // Edificio Hearst, Nueva York. Foto: Chuck Choi

Arte

El Pompidou se rinde a Norman Foster: "Soy un privilegiado, habría pagado por ejercer la arquitectura"

El museo parisino dedica una excepcional retrospectiva al famoso y prolífico arquitecto ganador del Pritzker que abarca sus seis décadas de trayectoria

7 mayo, 2023 02:25

A lo largo de las cuatro últimas semanas, el gran arquitecto sir Norman Foster (Stockport, Mánchester, 1935) ha recorrido muchísimas veces los más de 2.200 metros cuadrados del piso sexto del Centro Pompidou de París. Ha estado instalando, lleno de emociones, la exposición más grande jamás realizada a un arquitecto, que la prestigiosa institución francesa le dedica a toda su carrera de más de seis décadas.

Comisariada por Frédéric Migayrou, está completamente diseñada por el propio Norman Foster, quien cuenta desde el Pompidou: “Lo que deseo con esta exposición es revelar todo el proceso detrás de la creación, desde el momento de la concepción de un proyecto hasta el diseño y ejecución final; esto es, que el visitante se adentre en las distintas opciones y versiones a través de dibujos, cuadernos de trabajo, fotografías, vídeos, así como múltiples maquetas y prototipos”. Y concluye: “En definitiva, mostrará la naturaleza de mi trabajo y quiero que también se comprenda cómo detrás de todo proyecto hay siempre un elemento de alegría y celebración”.

La excepcional retrospectiva, que recorre los diferentes períodos de la obra del arquitecto británico, y está realizada en colaboración con la Fundación Norman Foster de Madrid y el estudio Foster+Partners de Londres, “comenzó hace tres años cuando sir Norman vino al Pompidou para visitar la exposición de su gran amigo el arquitecto japonés Tadao Ando”, explica el comisario de la exposición. "Entonces le pregunté si estaría interesado en realizar una exposición de su obra, y comenzamos a trabajar".

Viaducto de Millau (Francia, 1993-2004). Foto: Daniel Jamme Eiffage

Viaducto de Millau (Francia, 1993-2004). Foto: Daniel Jamme Eiffage

La selección realizada entre ambos, señala Migayrou, “ha sido compleja porque cuenta con más de 600 proyectos en los seis continentes, incluida la Antártida, así como proyectos en la Luna y Marte. Al final elegimos los 130 más icónicos, que son estudiados a escala global”. Grandes aeropuertos, redes de transporte, edificios verticales de gran altura, sedes de grandes empresas, edificios públicos, complejas estructuras de ingeniería, programas de desarrollo urbano, museos… hasta proyectos para comunicar zonas de África mediante drones y transportar medicamentos.

Destacan en la exposición proyectos seminales como la sede principal del Banco de Hong Kong & Shanghai (Hong Kong, 1979-1986), el Carré d'Art (Nîmes , 1984-1993), el Aeropuerto Internacional de Hong Kong (1992-1998) o el Apple Park (Cupertino, Estados Unidos, 2009-2017), en los que se evidencia la forma revolucionaria y visionaria de construir.

Apple Park (Cupertino, California, 2009-2017). Foto: Nigel Young/Foster +Partners

Apple Park (Cupertino, California, 2009-2017). Foto: Nigel Young/Foster +Partners

Un caso especial fue el aeropuerto de Hong Kong, que revolucionó y marcó un modelo nuevo de aeropuerto para hacer de la terminal una experiencia más emocionante y hermosa, tal y como lo explica el propio Foster: “Es un aeropuerto sin un patio central que más que una oficina es un espacio diáfano, como una galería. En la época que lo construimos no existía en Hong Kong la tecnología para construir como necesitábamos, y cada una de las piezas del edificio fueron construidas en Europa y ensambladas allí. Fue una extraordinaria aventura que realicé a base de idas y venidas”. 

Rompiendo barreras

En la exposición también se mostrarán fuentes de inspiración artísticas de Norman Foster, a través de una selección de obras de Fernand Léger, Constantin Brancusi, Umberto Boccioni y Ai Wei Wei provenientes de la propia colección de Foster, del Pompidou y otros grandes Museos. Norman Foster, que siempre ha deseado romper barreras entre el arte y el diseño, señala: “Estoy muy abierto a influencias, aunque siempre hay constantes, desde las catedrales góticas a los aviones, o determinadas personas. Al final, las referencias del pasado son el fundamento. Me interesa el aspecto visionario de los artistas que anticipan pistas para entrever cómo será el futuro y revelan cómo evoluciona el mundo. Los mejores edificios pueden ser cuestionados o criticados, pero siempre tienen una visión. Uno puede demostrar cómo la escultura de Boccioni anticipó el mundo del automóvil, cómo Rothko anunciaba décadas antes la obra de Turell, o cómo William Turner, con pinturas casi desmaterializadas, anticipaba reflexiones de la arquitectura. Mi argumento es la conectividad y cómo el futuro está lleno de referencias del pasado; desde el principio de mi carrera he sido consciente de la desventaja que supone pensar en los edificios de forma aislada. Al final el éxito de un arquitecto reside en romper barreras entre disciplinas y culturas”. 

Proyecto para un hábitat en Marte. © Foster + Partners

Proyecto para un hábitat en Marte. © Foster + Partners

No podían tampoco faltar otras inspiraciones relacionadas con su fascinación por la aviación y los automóviles, que le interesan no como objetos sino por su dimensión artística y como elementos de innovación tecnológica. Así, se incluyen planeadores y coches como el Dymaxion, creado por su mentor Buckminster Fuller, o el Voisin C7 Lumineuse que perteneció a Le Corbusier. “Crecí en la Segunda Guerra Mundial y siempre estuve fascinado por los automóviles y el vuelo”, recuerda Foster. “Mi padre fumaba y me daba las imágenes que había en cada paquete y así coleccionaba series de coches. El primer dibujo que recuerdo pintar de niño es el de una maqueta de un avión con un piloto. Eso me permitía tener un mundo fantástico propio”.

“No fue hasta principios de los 70 que empecé a pilotar; un poco tarde. He pilotado 75 tipos de aviones y helicópteros, pero estoy igualmente seducido por el esquí de fondo y el ciclismo. Un día sin deporte es un día triste. El ejercicio es algo tan necesario para la mente como para la fortaleza física; una necesidad vital. Soy inquieto por naturaleza y mi estilo de vida, recorriendo el mundo, es por ende coherente; me siento muy afortunado, porque mi familia lo comparte”.

Lord Foster vive entre Suiza, Londres, España y los Estados Unidos. Es una fuerza de la naturaleza que mantiene el sentido del humor también en tiempos difíciles. Él sonríe al decir “el lema de la familia es 'la única constante es el cambio'. Suena un poco pretencioso, pero creo que es cierto para todo en la vida. La historia, los acontecimientos, la arquitectura, del diseño”.

En la mente de lord Foster

El recorrido de la exposición comienza en una gran galería con 400 dibujos, cuadernos, bocetos, así como fotografías tomadas por el propio Norman Foster. “La idea es que el visitante sienta que está entrando en la mente de Norman Foster y comprenda su forma de trabajar”, señala Frédéric Migayrou, comisario de la exposición, que añade: “Sir Norman está constantemente dibujando y al menos completa dos cuadernos al día. Además, toma muchas fotos como documentos, desde las ciudades a los objetos o las estructuras que le influencian”.

Enfrentarse a la obra del arquitecto Norman Foster significa evocar la mente de un visionario que desde sus comienzos en los años 60 supo que debía trabajar a escala a global. Ya entonces puso en el centro de su pensamiento temas que hoy son de una tremenda actualidad y de los que proporcionó una compresión más amplia, como la noción del medio ambiente en la escala de la naturaleza y la sostenibilidad, la preservación del conjunto de la biosfera y de la estratosfera o la cuestión de la superpoblación y las ciudades que no cesan de crecer.

Foster + Partners, 30 St Mary Axe, Londres, 1997-2004. Foto : © Nigel Young / Foster + Partners

Foster + Partners, 30 St Mary Axe, Londres, 1997-2004. Foto : © Nigel Young / Foster + Partners

La idea principal de la retrospectiva es mostrar la fuente crítica y el origen de los proyectos de Foster de forma muy didáctica. Por ello se divide en siete secciones relacionadas con los temas que han animado su obra desde sus comienzos: 'Naturaleza y Urbanidad', 'Piel y huesos', 'Ciudad Vertical', 'Historia y Tradición', ‘Planificación y Lugar’, 'Redes y Movilidad' y 'Futuro'.

“El nacimiento de nuestra práctica arquitectónica en la década de 1960 coincidió con los primeros signos de una toma de conciencia de la fragilidad del planeta. Estos fueron los brotes verdes de lo que luego se llamaría El Movimiento Verde. Estos principios pueden ser ahora la corriente principal, pero hace más de medio siglo fueron revolucionarios y anticiparon la realidad de hoy. A lo largo de las décadas, hemos buscado desafiar las convenciones, reinventar los tipos de edificios y demostrar una arquitectura de luz y ligereza, inspirada en la naturaleza, que puede ser elegre además de ser ecológica”.

Una de las grandes fuerzas de Foster es su espíritu optimista ante el futuro, que él basa “en la experiencia de la historia, en las respuestas y transformaciones que las sociedades han dado a partir de grandes crisis logrando salir mejor. Si vemos la epidemia de cólera del XIX se resolvió creando aguas limpias y un sistema de sanidad y parques. Yo comencé a trabajar en los 60, un periodo optimista en el que se futuro se entreveía brillante, y siempre he conservado esa visión. Es una actitud mental”. Y concluye: “Ello no quiere decir que no comparta todas las preocupaciones vitales de nuestro tiempo; me inquieta especialmente la dependencia del combustible fósil y el hecho que solo 10% de la electricidad provenga de las energías renovables. La pregunta clave es: ¿es el progreso suficientemente rápido? Hay que fomentar la investigación”.

Más allá del high-tech

Es interesante que el Centro Pompidou dedique una gran exposición al arquitecto británico, ya que el propio edificio fue uno de los primeros manifiestos de la corriente arquitectónica high-tech ("alta tecnología"), del que Foster es considerado un líder.

Foster mantiene una relación muy íntima con el Pompidou, no solo como referente arquitectónico, sino sobre todo porque, cuando en 1961 ganó una beca para la Universidad de Yale, conoció a su compatriota Richard Rogers, futuro cómplice de Renzo Piano en el diseño y construcción del Centro Pompidou. En 1963, Foster cofundó en Londres con Richard Rogers (y sus respectivas esposas) la agencia Team 4 en la que trabajaron juntos cuatro años, pero continuaron siendo grandes amigos hasta el fallecimiento de Rogers en diciembre de 2021.

Foster + Partners, Pont Millenium, Londres, 1996-2000. Foto : © Nigel Young / Foster + Partners

Foster + Partners, Pont Millenium, Londres, 1996-2000. Foto : © Nigel Young / Foster + Partners

En este sentido, una de las claves de la exposición es “romper con el estereotipo de Foster como arquitecto únicamente asociado a la high-tech”, afirma Frédéric Migayrou. “Sir Norman ha trabajado desde sus inicios a contracorriente, pero el aspecto teórico que ha creado con su visión holística y universal es fascinante y trasciende la figura del arquitecto hi-tech en la que se le ha instalado. Ha trabajado en las principales ciudades del mundo; es el arquitecto de redes, de sistemas de intercambios, transportes y órganos de comunicación, ha desarrollado una comprensión sistémica global de la naturaleza y la tecnología, conciliando el progreso tecnológico con un enfoque ecológico sostenible. Su visión arquitectónica es más estructural; corresponde al principio más mesurado de “piel y huesos” evocado por Ludwig Mies van der Rohe. Aporta una teoría única a la arquitectura: la homeostasis, esto es, la propiedad de nuestro cuerpo (seres vivos) de reaccionar ante los cambios el medio ambiente exterior, autorregulando el equilibrio interno de nuestro sistema”.

El propio Foster tiene una relación ambigua con el concepto de high-tech: "Confiere un estilo de vida placentero, pero no es un estilo en sí. Para mí la tecnología está en relación con la calidad de vida, no con una moda o un movimiento. Al final las raíces del modernismo residen en los principios fundamentales, y si un edifico no está construido para mejorar los niveles de vida de las personas o no está en equilibrio con la naturaleza, no es válido. Como arquitecto me debato con pasión sin límites por la importancia de la luz natural, la calidad de espacios, la importancia de tener vistas, de contar con ventilación natural. El ejemplo más evidente son las ventanas abiertas, los balcones que dan entrada al aire fresco… Esas son las raíces. En nuestra época hay estudios de la Harvard School for Public Health que cuantifican ‘la espiritualidad del edificio’ y demuestran que la gente es más productiva y los enfermos en hospitales se recuperan antes y trabajan mejor con todos los elementos citados”.

Foster, a sus 87 años, continúa con múltiples proyectos, que son como su alma, en todo el mundo. En sus comienzos, tuvo que dejar de estudiar y empezó a trabajar a los 16 años en el ayuntamiento de Mánchester, de estilo victoriano neogótico. "Fue el primer edificio cuya arquitectura me impresionó", recuerda. "Hace unos años volví a dar una conferencia allí. Me emocionó profundamente, como cuando era joven. No podía dejar de pensar: '¡Esto es arquitectura! Sí, señor!'. El hechizo y el entusiasmo que me atrapó a los 16, lo mantengo afortunadamente intacto”.  Y concluye: “Descubrir la escuela de arquitectura fue una de las grandes alegrías de mi vida; habría pagado por ejercer esta profesión. Ha sido un privilegio enorme. Continúo buscando, aprendiendo, descubriendo. Podría imaginar haber dedicado mi vida a la aviación, o una vida dedicada al cine, pero no he sentido el deseo de cambiar”.

Frédéric Migayrou nos cuenta una bella nota final: “Una de las cosas que más me sorprendió cuando visité por primera vez a Sir Norman en Madrid fue que en su Fundación guardaba una maqueta de avión de cuando era niño, un corredor de los años 70 y una caja de juguetes de construcción de Meccano. En realidad, a pesar de sus 87 años, conserva un alma de niño y esos sueños de tecnología, calidad y futuro que han marcado su arquitectura, ya estaban presentes en él desde los diez años, porque su obra es una continuidad, algo que se ve en toda la exposición”.