El puré de patatas es una guarnición sencilla de preparar y tan fácil de comer que incluso los más pequeños de la casa la disfrutan siempre. En muchos casos, el puré de patatas nos recuerda a la infancia hasta el punto de que no somos pocos los que tenemos la costumbre de chafar con el tenedor cualquier patata cocida que nos ponen en el plato con el fin de convertirla en un sabroso puré improvisado.

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Y es que el puré de nuestras madres y abuelas solía ser poco más que eso, patata cocida machacada o pasada por el pasapurés -artilugio que cada vez se ve menos en las casas- con un poco de aceite o mantequilla.

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Es posible que nunca le hayamos prestado al puré de patatas toda la atención que merecía, al menos no tanta como se le ha otorgado en países como Francia, Reino Unido o Irlanda, país al que nos vamos a ir hoy para descubrir cuál es el ingrediente, que en España nos encanta, con el que consiguen que el puré de patata, al que ellos llaman champ, esté delicioso.

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Este misterioso ingrediente no es otro que la cebolleta, que podría ser cebolla en su defecto, un ingrediente que, aunque llegó de Asia, es un imprescindible en la dieta mediterránea. Resulta curioso que, en el país en el que la mayoría prefiere la tortilla de patatas con cebolla, no tengamos costumbre de utilizar este ingrediente a la hora de preparar un reconfortante puré de patatas casero.

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Un ingrediente rico en vitamina C

La cebolleta, según indica la Fundación Española de la Nutrición, «es un alimento con bajo contenido energético. La composición nutricional de este alimento destaca por el aporte de vitamina C (una ración de cebolleta cubre el 48 % de las ingestas recomendadas para un hombre y mujer de 20 a 39 años con una actividad física moderada».

«La vitamina C contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo. Otras sustancias interesantes presentes en la cebolleta son los flavonoides con propiedades antioxidantes y los compuestos azufrados que aportan a la cebolleta su olor y sabor característico».

Es importante destacar que la vitamina C es un compuesto termolábil -si la cocinamos o la calentamos mucho, nos la cargamos-, por eso, esta receta, en la que parte de la cebolleta se utiliza en crudo y el resto apenas se calienta, es una buena opción para aprovechar la vitamina que contiene.

Paso 1

Cocemos las patatas con piel en abundante agua con sal hasta estén blandas (podemos comprobarlo pinchándolas con un tenedor).

Paso 2

Cuando las patatas estén tiernas, las escurrimos y las reservamos para que se enfríen un poco, lo justo para poder quitar la piel sin quemarnos.

Paso 3

Ponemos las patatas troceadas en un bol y las aplastamos con un utensilio para ese fin o las pasamos por el pasapurés.

Paso 4

Picamos finamente la parte blanca de la cebolleta y reservamos la parte verde.

Paso 5

Ponemos a calentar la leche hasta que hierva y, cuando lo haga, la retiramos del fuego y añadimos la parte blanca de la cebolleta picada. La dejamos unos 5 minutos para que infusione, vertemos esta mezcla sobre las patatas machacadas y mezclamos todo.

Paso 6

Añadimos la mantequilla en dados y salpimentamos al gusto. Mezclamos todo muy bien y, finalmente, añadimos la parte verde de la cebolleta picada muy fina. Suele servirse en un cuenco dándole forma de volcán con un trocito de mantequilla en el cráter a modo de lava.