De haber una guía Michelin del vino, sin duda tendría que actualizarse constantemente, porque cada vez son más los wine bars que promueven la cultura del vino desde la copa, vinotecas en las que pasan cosas todo el tiempo y restaurantes para los que la oferta líquida es igual de importante (o incluso más) que la culinaria y que conforman alternativas de lo más sugerentes para los disfrutones del vino.

Si eres de los que va señalando en el mapa cada nueva parada obligada con la idea de irlas recorriendo poco a poco, te apuntamos las nuevas direcciones de vino que hemos descubierto últimamente y que, como las tres estrellas gastronómicas, bien merecen desviarse del camino.

Curdelón (San Sebastián)

Dice Agustín Rigada que la suya no es una vinoteca al uso, sino una “joyería de vinos”. Puesta en marcha por este argentino y por su padre en plena pandemia, Curdelón es ya una de las mejores vinotecas del País Vasco, destacada por la Guía Repsol y recomendada por Arzak y Berasategui por ser tener la mayor oferta de espumosos de la región. Y es que, más allá de las burbujas, este bar de vinos cuenta con más de 1600 referencias disponibles para descorche. Vinos del Viejo y el Nuevo Mundo, de grandes y pequeños elaboradores, vinos auténticos, tanto icónicos como emergentes, con mucha presencia nacional y francesa, pero también tesoros de Italia, Argentina, Líbano, Chile o Sudáfrica. Trato amable, ambiente relajado y diversidad enológica para descubrir sin prisa, junto a una selección de ibéricos, quesos, patés y pintxos para acompañar. Kolon Pasealekua, 35

Curdelón

Ultramarines del Coso (Madrid)

El Grupo Lamucca acaba de inaugurar su décimo quinto local en Madrid y lo ha hecho en el vibrante barrio de Malasaña, con terraza en la concurrida Plaza de San Ildefonso incluida. Ultramarines del Coso es un tres en uno: una bodeguita que funciona como tienda de alimentación y que recuerda a los antiguos colmados madrileños, una barra de degustación y un restaurante con alma de tasca del siglo XXI. En la cocina destaca el toque exótico del chef sueco criado en África Andy Boman ‘El Flaco’, y la carta de vinos, corta pero bien pensada, recorre bodegas pequeñas y proyectos poco conocidos, ideales para acompañar la propuesta culinaria del chef, basada en sabores reconocibles con un punto nórdico que se aprecia, sobre todo, en los ahumados caseros. San Joaquín, 16

Ultramarines del Coso

Suricato Club (Málaga)

A pocos kilómetros del centro de Málaga, en Torre del Mar, Suricato Club es ya, para muchos, la mejor vinoteca de Andalucía. Y es que desde este pequeño rincón de vino, Arturo y Pepe están contribuyendo a enriquecer la hostelería malagueña con descubrimientos poco o nada comerciales pero muy interesantes, vinos que nadie conoce, de calidad y con buenas historias detrás. Más de 250 referencias y una buenísima selección de aceites, quesos, conservas de Cádiz y de Galicia, para llenar la maleta de vuelta a casa. Aunque, si hay tiempo, merece la pensa sumarse a alguna de sus divertidas catas gastronómicas. Puerta del Mar, 5

Arturo y Pepe en su templo del vino malagueño

K*sdal (Madrid)

Vinitos naturales y bocatas. Esta es la sencilla pero exitosa propuesta del nuevo bar de vinos “desnudos”, ecológicos y biodinámicos de Lavapiés, que se adapta al movimiento verde que atrae a cada vez más consumidores comprometidos y sin prejuicios en ciudades como Barcelona y Madrid. Los amantes de las volátiles disparadas y las levaduras indígenas pueden armonizar aquí sus inquietudes con los bocadillos afrancesados de Carlos Campillo (el de magret de pato con gorgonzola y pera confitada es imprescindible), pensados para acompañar cualquiera de las 65 referencias de vinos naturales de la carta, 20 de ellas por copas. Argumosa, 30

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Fandango Baqueira (Lleida)

De los creadores de Fandango Formentera (la cuadrilla Vintae, no podían ser otros) Fandango Baqueira abrió el pasado mes de diciembre en Salardú para llegar, por los pelos, a la temporada de esquí. A tan solo tres kilómetros de la estación de Baqueira, este restaurante donde el vino (sobre todo el riojano) es el mejor acompañante de la cocina montañesa y los arroces, está ubicado en una casona de piedra que evoca un refugio de montaña. La mala noticia es que sólo está abierto durante unos meses al año; la buena, que si te lo perdiste en invierno, podrás descubrirlo en verano, ya que volverá a abrir para julio y agosto. Menos nieve, mismo flow. Mòla de Salardú, Lleida

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La Viña del Puerto (Las Palmas)

La fiebre del vino contagia Canarias y se expande gracias a propuestas singulares y apetecibles como La Viña del Puerto en Las Palmas, que abren para aportar y enriquecer el panorama gastronómico de la isla. Más de 150 etiquetas, 40 por copas y una importante representación de vinos canarios, la mayoría de pequeños productores, mínima intervención y naturales, hacen realidad el sueño de Paco Puchi Cardona en este agradable local en el que el vino es el absoluto protagonista. Aunque los quesos canarios, la tortilla “loca” (cuyo ingrediente principal cambia cada semana) o las samosas de cochino negro no desmerecen. López Socas, 12

La Viña del Puerto

Jaén de Vinos (Jaén)

Que Jaén está de moda en lo que a gastronomía se refiere es un hecho abalado por la lluvia de estrellas Michelin que cayó en la ciudad andaluza durante la última edición de la guía roja. Cuatro estrellas en poco más de cien metros. Para continuar la puesta en valor de la cultura culinaria de su tierra, especialmente la del vino, David Hernández nos invita a descubrir mediante talleres, catas dinamizadas y visitas guiadas, la magia de esta “isla de viñas” situada en un mar de olivos. Una vinoteca hiperactiva, imprescindible para saberlo todo sobre los vinos de Jaén. Bernabé Soriano, 8

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