Image: Forges: El sentido común hoy parece revolucionario

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Letras

Forges: "El sentido común hoy parece revolucionario"

El humorista gráfico recopila sus mejores viñetas en El libro (de los 50 años) de Forges

13 marzo, 2014 01:00

Antonio Fraguas "Forges".

No se le ocurre a uno una forma más divertida y rigurosa de echarle un ojo a lo que hemos sido y seguimos siendo los españoles que repasando el humor gráfico de nuestra prensa diaria. Muy especialmente, la historia reciente de este país -"¡qué país!", claman sus personajes- se condensa en las viñetas de Forges, que cumple medio siglo de oficio. El dibujante que dice no serlo, sino "periodista vago", lo celebra con El libro (de los 50 años) de Forges, editado por Espasa.

Dividido por décadas, abrimos el recopilatorio por la primera (1964-1973) y parece que la tinta aún está sin secar, como si lo hubiera dibujado (casi) todo hoy mismo. Y es que Forges da fe, con el poder que le otorga haberlo visto, oído y dibujado todo, de que "las virtudes y los fallos patrios siguen siendo los mismos". Dos muestras de que determinadas cosas nunca cambian:


Publicado en Tribuna médica a principios de los 70


Publicado en Informaciones a principios de los 70

(Más ejemplos aquí)

El Mariano del cartel es -profecías aparte- ese personaje recurrente en las viñetas de Forges, con bigote y sombrero, que representa al españolito medio. Junto a Concha, su oronda y autoritaria esposa, forman el matrimonio por excelencia en el imaginario del humorista. Además de ellos, otros personajes fijos son los oficinistas, funcionarios, ministros, "excelentísimos directores generales de pasillos", náufragos, viejas de pueblo y los Blasillos que representan a la España rural, ese interior que representa el estatismo de la naturaleza. "A lo mejor en esa eternidad de la naturaleza es donde está la ralidad. Los humanos intentamos construir un mundo más perfecto que ese, pero como no somos perfectos, siempre metemos la pata. Pero hay que seguir intentándolo".

Ese ámbito rural aparece como el último reducto del sentido común, donde sus habitantes, a menudo con ternura, comentan perplejos el desvarío del mundo moderno. "El sentido común es, como dice el refrán, el menos común de los sentidos. Fíjate cómo estaremos, que hoy se considera revolucionario".


Publicado en Informaciones en la década 1974-1983.

El texto es casi siempre más importante que el dibujo en las viñetas de Forges. Quizá por eso lo subraya con "bocadillos" desproporcionadamente gruesos. En ellos enlata el lenguaje sincopado de la calle -"Tal que así", "sacto", "talmente", "gensanta", "pues eso"- y una parodia del vacuo lenguaje político y burocrático: "Puedo jurarle que a pesar de las limitaciones causístico-legales existentes yo siempre he llamado al pan, zusf y al vino, frolo". Para ello, "es fundamental estar pegando la oreja continuamente", explica el decano de nuestros humoristas gráficos desde que nos dejó Mingote.

"Este país es de chiste", solemos oír a todas horas. Cabría pensar que España es, entonces, una mina para los humoristas y que la profesión debe de ser mucho más complicada en países como Canadá o Noruega. Pero Forges discrepa: "Es curioso, todos mis colegas extranjeros dicen que sus países son de chiste. Y es que las estructuras de poder son iguales en todos sitios y en todos hay políticos corruptos. Dicen que es cosa del Mediterráneo, que nuestra cultura tiene una base vaticanista... Pero la luterana también es fina filipina, y no te digo nada de la sintoísta o la hinduista".

Antonio Fraguas (Madrid, 1942) empezó a dibujar en la cuna. "De pequeño estuve mucho tiempo enfermo y mi madre me colgó un rollo de papel higiénico de la marca El Elefante. Yo iba dibujando ahí y lo terminado lo iba echando al otro lado de la cama. Mi tata decía: "¡Este niño es un hacha!", pero yo no sabía qué quería decir con eso".

Reconocible a 15 metros

A los 14 años comenzó a trabajar en Televisión Española y en 1973 la abandonó para dedicarse profesionalmente al humor gráfico. "Yo en realidad soy un periodista frustrado, pero me resulta más fácil hacer un dibujo que escribir dos folios. Si juntáramos las líneas de todas las letras de un artículo, tendrían la longitud de las líneas que uso yo en un dibujo". Cuando se lo dijo a su padre, éste le aconsejó: "Haz lo que quieras, pero sé original. Que se sepa a 15 metros que un dibujo es tuyo". Así fue como definió, muy al principio, ese estilo tan personal de cráneos pequeños y narices gigantes.

En el diario Pueblo publicó su primer dibujo y luego pasó a Informaciones. En 1970 empezó a colaborar en Diez minutos y trabajó en las revistas de humor Hermano Lobo, Por Favor -de la que fue cofundador- y El Jueves. Tras dibujar en Diario 16 y El Mundo, en 1995 empieza a publicar el chiste diario en El País, donde continúa hoy. También ha dirigido cuatro series de humor en televisión, ha colaborado en varios programas de radio y actualmente lo hace en No es un día cualquiera, de RNE, con Pepa Fernández.


Publicado en El País entre 1995 y 2003.

Forges coincide con otros colegas de su generación en que la censura franquista les obligó a realizar "un esfuerzo neuronal enorme que permitió la creación de un lenguaje eufemístico muy curioso que ya se ha perdido". Uno de sus chistes favoritos nació de ese esfuerzo. En él se ve a un funcionario político que en una reunión política dice: "Esto no puede seguir así, a menos que continúe". No dice nada y lo dice todo. A la censura civil, recuerda, se sumaba la eclesiástica -todas las publicaciones debían llevar el sello "nihil obstat"- y la militar. Y también la económica, la única que ha perdurado hasta hoy.

Aquellos obstáculos, sin embargo, fueron fundamentales para madurar su manera de contar las cosas. "Se puede decir absolutamente todo, pero si lo dices de golpe eres un "cebollo". Si empleas muchas más neuronas y dedicas un tiempo a pensar cómo decirlo de una manera sensata, el humor se convierte en algo totalmente distinto de la gracia. La gracia es una improvisación -¡pumba!- colocada de golpe. El humor es darle vueltas hasta que se sucinta una cosa penumbrosa y brillante".

Aquel hervidero de publicaciones de humor se diluyó después de la transición a la democracia. "Lo que ocurrió fue que tras el franquismo se derrumbaron las celdas estancas en las que estábamos los humoristas gráficos, los novelistas, los dramaturgos... y todos empezamos a relacionarnos y a colaborar entre nosotros. Por eso los humoristas gráficos se dispersaron por la prensa diaria, las revistas, la televisión y la radio y las revistas de humor gráfico decayeron", explica el dibujante. Durante aquellla eclosión humorística de la transición, Forges llegó a dirigir dos películas, País, S.A. y El bengador gusticiero y su pastelera madre. "Y aún me quedan por rodar 6, porque firmé un contrato de 8", recuerda entre risas. "Para mí, todos los días es mi primer día. Aquél en que Jesús de la Serna, director de Informaciones, me encargó el dibujo editorial del periódico". Por eso, su chiste preferido de todos los que ha hecho es "el de mañana", porque es el que más le ilusiona.