Una de las parejas que llegan en barco cada año a Helsinki para vender su arenque.
El histórico mercado de arenques de Helsinki que protege el Báltico: el pescado más famoso del norte de Europa
Cada primer fin de semana de octubre se celebra este evento cuyo origen se remonta a 1743 y cuyo fin es el de preservar el mar que le da sentido.
Más información: Samuil Angelov, el sumiller más destacado de Finlandia: "El mito de los finlandeses borrachos pertenece a los 70"
Dice Stuba Nikula, CEO of Helsinki Events Foundation, también conocido como 'El hombre arenque', que no es tan fácil que este popular pescado guste a la gente. Él es el único de su familia que los come y por eso, año tras año, no falta a la cita que da lugar cada primer domingo de octubre en la Plaza del Mercado de Helsinki.
Junto al muelle de la bahía donde varan imponentes veleros con las banderas izadas, durante una semana, se celebra el mercado de arenques del Báltico. El evento tradicional más antiguo del país, que se remonta a 1743. Cómo iba a faltar, si él es uno de los que se encargan de su organización.
Lo hace por una buena causa: hoy, 280 años después, el mercado intenta resistir entre la nostalgia, la presión económica y la urgencia ecológica de proteger uno de los mares más frágiles del planeta. “Estoy preocupado por el futuro de este evento”, confiesa mientras hace de anfitrión durante una mañana (la jornada inaugural) ajetreada.
Una tradición que une y un sabor que divide
El origen del mercado es tan peculiar como la geografía finlandesa. A mediados del siglo XVIII, en pleno conflicto entre Suecia y Rusia, un mercado de pescado muy popular que se celebraba en una zona bajo control ruso fue trasladado a Helsinki, por entonces apenas un pueblo fundado en 1550.
Con el tiempo, y tras convertirse en capital en 1812, el mercado se consolidó como punto neurálgico para la compraventa de arenque, el pescado que marcó durante siglos la dieta del Báltico. Aquel traslado improvisado en 1743 se convertiría, sin saberlo, en el evento público más longevo de Finlandia.
Hasta los años 70, más de 100 pescadores llegaban en sus propios barcos para vender arenque y otros pescados directamente desde la borda. Hoy apenas 11 pescadores artesanales resisten. El resto —unos 50 vendedores— son comercios y productores que acuden con tarrinas, encurtidos y arenques especiados listos para llevar.
Uno de los expositores de los barcos con sus aranques.
La caída del número de pescadores se debe, principalmente, al precio del combustible, el aumento del tamaño de las embarcaciones industriales y los cambios en los hábitos de consumo han dejado a los pescadores tradicionales en una situación límite.
“Aunque todavía hay mucho pescado en el Báltico, no es rentable si no vendemos directamente. Si hubiera intermediarios, tendríamos que abandonar”, explica uno de los productores que viaja cada año desde Rauma, a 250 kilómetros, un trayecto que les exige 12 horas de navegación.
Muchos de ellos superan ya los 60 años y han tenido que diversificar: abren pequeños B&B, ofrecen turismo marino o participan en programas educativos. Pero aun así, el futuro preocupa. “No hay jóvenes que sigan. No hay legado”, repiten.
Los miércoles, la organización del mercado celebra una cena que funciona como asamblea informal: se comparten recetas, se comentan ventas y, sobre todo, se debate cómo mantener vivo el oficio. Pero es el primer día, el domingo, cuando acude más gente y se celebra el concurso en el que se elige el mejor arenque de la edición.
Dos ejemplos de arenque que se presentaron al concurso.
El arenque del Báltico no es un pescado sencillo. Su sabor, su olor y hasta su consistencia provocan tanto deseo como rechazo. Acudir anualmente al mercado es una oportunidad para hacerse con unas cuantas tarrinas y preservar esta tradición que aún resiste.
En los colegios, el día del arenque es casi un desafío nacional: los niños deben probarlo, aunque no siempre lo logran. Por eso, se han creado programas escolares para enseñar a los más pequeños cómo se pesca y qué significa este mercado. "Muchos niños finlandeses nunca han visto un pez vivo".
El mercado ofrece dos tipos de arenque: encurtido —la receta más antigua, con sal, clavo y vinagre— y condimentado o marinado, a partir de la 'mezcla secreta' de cada familia. Y el precio medio por tarrina suele ser de unos 9 euros. Algunos pescadores venden el arenque crudo, pero es complicado. No pueden mantener la pesca fresca durante toda la semana del mercado.
Un mar que se limpia comiéndolo
Más allá de su sabor, lo más sorprendente del arenque del Báltico es su impacto ecológico. El mar Báltico, uno de los más frágiles del mundo por ser poco profundo y de renovación lenta, sufre especialmente la contaminación agrícola: los fosfatos alimentan el crecimiento de algas y deterioran el ecosistema.
Otra embarcación que viaja hasta Helsinki para vender sus arenques.
Sin embargo, el arenque juega un papel clave: filtra el mar, se alimenta de organismos que proliferan por la eutrofización y contribuye a mantener el equilibrio. Por eso, comer arenque —bien gestionado y capturado de forma sostenible— ayuda, literalmente, a limpiar el mar.
“Comer pescado local limpia el Báltico y comprar directamente al pescador asegura su subsistencia”, explica Stuba Nikula, director de la Helsinki Events Foundation, organizadora del mercado.
Paradójicamente, el 90% del arenque capturado en la región termina en fábricas de alimentación para salmones. Algo que indigna a muchos pescadores: “Este pescado merece ser comido por personas, no por otros peces”.
Aunque el salmón es otro de los pescados invitados al mercado y en varias de las embarcaciones grandes que permanecen atracadas en el puerto todo el año se sirve su tradicional sopa de salmón, perfecta para entrar en calor.
Finlandeses disfrutando de una tradicional sopa de salmón.
Gastronomía, cultura y resistencia
El Mercado del Arenque del Báltico es una escena viva de folclore finlandés: música, danza, barcos históricos y una oferta culinaria que reúne desde arenques marinados hasta especialidades del archipiélago. La oferta de los puestos se completa con una amplia variedad de setas y frutos rojos silvestres.
Para los chefs, es una oportunidad única de descubrir productos difíciles de encontrar el resto del año. Para los profesionales del sector pesquero, un foro donde generar contactos, compartir técnicas tradicionales y conocer a los pescadores que mantienen viva la industria artesanal.
La edición de 2026 sirvió para reforzar este vínculo entre tradición y modernidad, subrayando la sostenibilidad como el único camino posible.