Las cavas de queso son las nuevas bodegas y este hotel de Menorca tiene una de las mejores de España
Las cavas de queso son las nuevas bodegas y este hotel de Menorca tiene una de las mejores de España
Con el asesoramiento de Formaje, el hotel Villa Le Blanc Gran Meliá ha encapsulado una colección de quesos artesanos que convierte en única la experiencia del alojamiento.
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Los quesos se han convertido en los nuevos huéspedes de los hoteles. No de cualquiera, solo de aquellos que apuestan por experiencias exclusivas que consisten en poner en valor producto de calidad e identitario de la tierra que los acoge.
Si bien es cierto que es un dúo que no ha llevado su idilio a muchos rincones de España, es un match que hemos visto materializarse en algunos alojamientos, bien porque quieren dar un protagonismo al queso que antes no tenía, porque esté ligado al entorno del hotel o por ofrecer una experiencia exclusiva que refleja su filosofía.
En el caso de Villa Le Blanc Gran Meliá de Menorca, el primer hotel de gran lujo de la isla, miembro del exclusivo sello Leading Hotels of the World, que aloja la experiencia de Formaje x Gran Meliá, sobran los motivos.
Algunos de los quesos que se pueden probar en la cava de Villa Le Blanc.
Si hace dos décadas las bodegas eran el nuevo símbolo del hedonismo contemporáneo, hoy las cavas de queso se alzan como el territorio donde convergen artesanía, territorio y sostenibilidad, un espacio consagrado al arte del queso que convierte la degustación en una liturgia.
Detrás de la propuesta están Clara Díez y Adrián Pellejo, fundadores de Formaje, la influyente tienda madrileña que ha devuelto el prestigio al queso artesanal. Díez, reconocida como una de las 50 jóvenes de '50 Next' de The World's 50 Best Restaurants, ha trasladado su universo curado desde Madrid hasta este rincón del Mediterráneo.
Su selección viaja de Menorca a Nápoles, pasando por el Valle del Loira y Murcia, pero tiene un epicentro emocional que nunca puede faltar en la propuesta: el queso de Mahón.
Afinado por Nicolás Cardona en Alaior y elaborado por payeses locales, este queso de vaca con cinco meses de maduración es la joya de la carta, el punto de partida de una travesía gustativa donde cada pieza cuenta una historia de territorio y tiempo.
A su alrededor, la cava reúne once quesos artesanos que evocan distintas geografías mediterráneas: un Trenza de Nápoles de sabor lácteo y salino, un Petit Fumé del Loira que recuerda al bosque húmedo tras la lluvia, o un Ruperto murciano de corteza dorada y alma caprina.
De Baleares procede también el que se elabora a partir de leche cruda de Oveja Roja Mallorquina. Un queso de fermentación enzimática de prensa prensada muy especial.
No faltan otras 'piezas de coleccionista' como es el Olavidia, de pasta blanca elaborado artesanalmente con leche pasteurizada de cabra y con varios premios a sus espaldas. Uno de los grandes éxitos de la quesería Quesos y Besos, ubicada en Jaén, que acompañan con mermelada de melón.
El Manchego tampoco podía faltar a esta selección de quesos que hablan del territorio, o el pasta semi cocida y pasta prensada, también elaborado con leche de oveja, pero infiltrado con trufa de Soria, que elabora Valdivieso.
Cada uno se sirve acompañado de panes rústicos, frutas secas y mermeladas que elaboran artesanalmente en Ciudadela y, con un poco de suerte, también estás a tiempo de probar su helado de higo por el que aún suspiro.
En bodega, más de 300 referencias de origen nacional y otras que viajan por Francia, Italia o más allá. De España no faltan las burbujas de Cataluña, como el Serres Velles. Un ecológico de Montrubí con D.O. Penedés a partir de macabeo.
Entre copa y copa se cuelan referencias de la isla como el Binitord Blanc 2024. Una mezcla de variedades chardonnay, merlot y cabernet, entre otros. El tinto lo pone Alba Menorca Negre, con D.O. Vino de la Isla de Menorca que complementa al malvasía que elabora la misma bodega.
En total un suma de seis quesos maridados con seis vinos que conforman una experiencia que se ofrece a media tarde por 60 euros. La mejor manera de inaugurar una estancia en la isla por todo lo alto.
Un hotel que respira Menorca
El espacio donde se vive esta experiencia no es casual. Villa Le Blanc Gran Meliá no es solo un hotel: es una declaración estética y ética. Su arquitectura, firmada por Álvaro y Adriana Sans (ASAH Studio), se inspira en los pueblos blancos de la isla, con arcos que miran al mar y patios que respiran lavanda y olivo.
El edificio, de forma de “U” abierta al horizonte, se funde con la naturaleza y presume de ser el primer hotel con emisiones netas cero de Menorca y uno de los mejores de la compañía.
Entre la playa de Santo Tomás y el bosque de pinos, el resort despliega 159 habitaciones y suites que miran al azul, pero su alma se encuentra en sus tres templos gastronómicos.
S’Amarador Villa Le Blanc, con la maestría marinera del restaurador Joan Canals; Cru Raw Bar & Cocktails, donde la mixología se entrelaza con los sabores del mar; y Saó, que celebra la materia prima balear con sofisticación honesta.
Una nueva ruta de los sentidos
Así como las bodegas abrieron una ruta de peregrinación para los amantes del vino, las cavas de queso como la de Villa Le Blanc comienzan a trazar un nuevo mapa de experiencias gourmet en España. Son espacios que celebran la fermentación lenta, la procedencia y el talento invisible de los artesanos rurales.
Quien se sienta en esta cava frente al mar no solo degusta un queso; degusta un paisaje. El rumor del oleaje acompaña cada bocado, y en ese instante uno entiende que la verdadera sofisticación está en volver al origen, en redescubrir lo esencial.