Manuel Carrasco, 44 años

Manuel Carrasco, 44 años

Corazón

Manuel Carrasco (44), sobre cómo se mantiene joven: "Hago yoga 3 veces a la semana y me encantan las chucherías"

El cantante de Isla Cristina (Huelva) explica algunos de sus secretos sobre cómo se cuida a su edad.

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A sus 44 años, Manuel Carrasco sigue irradiando la frescura de un debutante. Su aspecto juvenil y su energía sobre el escenario se encuentra en hábitos sencillos, constantes y profundamente personales.

Desde hace ya varios años, Carrasco ha incorporado el yoga a su rutina diaria. Lo practica en casa, sin focos ni posturas espectaculares. "Me he dado cuenta de lo ocupada que tenemos la mente. A veces resulta imposible abstraerse de todos esos pensamientos que nos inundan", confiesa.

Respirar profundo, estirar los músculos y dedicar un rato solo para él se ha convertido en una necesidad. Le ha venido bien "físicamente y a nivel intelectual" y esa calma interior se nota en su equilibrio diario. "Hago yoga 3 veces a la semana", señaló el artista.

El gimnasio, en cambio, no es lo suyo. "Pagaba una cuota y luego no iba nunca", admite con humor en una entrevista en El Mundo. Prefiere caminar, especialmente, por El Retiro, porque vive cerca.

Lo hace a paso ligero, aunque asegura que evita enfundarse un chándal: los fans y paparazzi suelen estar en la puerta de casa. "Voy en vaqueros. Si la actividad te gusta no es un sacrificio sacar tiempo ni un esfuerzo realizarla: te hace sentir mejor".

También cuida la piel, algo que reconoce sin pudor. Antes de salir por la puerta siempre se echa su "cremita". "Soy coqueto, sí", dice entre risas. En su maleta de viaje nunca faltan productos para el pelo: "Con tanto cambio de clima en los viajes se me encrespa y es imposible domarlo".

Aun así, afirma que no necesita mucho más en su neceser: "Tengo buena genética", bromea, consciente de que sigue pareciendo un veinteañero.

Los cuidados de Carrasco

La alimentación es otro pilar de su bienestar. Quiere estar "a tope" y evitar que la energía decaiga. No es extremo, pero tiene claras algunas reglas: "No llego al extremo de mirar las etiquetas, pero hay cosas básicas que intento no hacer, como tomar fritos".

También se aleja de las chucherías y de la bollería industrial: "Me encantan y las evito porque me sientan fatal". Aun así, se concede algún placer: "Me permito una cerveza de vez en cuando. Disfruto mucho de ese rato de pamplinas con los colegas y de no tomarnos la vida tan en serio".

En verano, si hay cañas, el lugar ya está elegido: Casa Manino. "Es de un amigo marinero que hace el pescado a la brasa. Lo trae de Cádiz porque su hermano trabaja en el puerto y es de mi barrio, de Punta del Caimán".

Su relación con la fruta viene de lejos: "Mi madre iba a la recogida por eso siempre había en casa. Si la fruta se pasaba un poquito, hacíamos un batido, que es de las cosas que más me gustan".

Ahora disfruta especialmente de las ensaladas de frutas de su chica, Almudena Navalón. De su madre también heredó el gusto por los guisos: "Aunque sea verano, los tomo con gusto".

Manuel reconoce que antes "no era tan sano", pero que nunca ha parado quieto. Quizá ahí esté también parte de su juventud perpetua. Tiene hambre de seguir creciendo: "Nunca he pensado que lo sé todo. Es bueno saber que a uno le queda todo por hacer".

Y también defectos, dice entre risas: "Soy despistado, perfeccionista y, a veces, muy intenso. No disfruto tanto de las cosas porque soy un fatigas que se autoexige".

Entre yoga, caminatas, buena camina y una mirada humilde hacia la vida, Carrasco ha encontrado su fórmula. Una que, sin pretenderlo, lo mantiene joven por dentro... y por fuera.