Image: Arenas movedizas

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Ensayo

Arenas movedizas

Henning Mankell

11 septiembre, 2015 02:00

Henning Mankell. Foto: Félix Clay

Traducción de Carmen Montes Cano. Tusquets. Barcelona, 2015. 376 páginas, 19'90€ Ebook: 9'99€

Vivir conforme a los valores que tú mismo has desarrollado resulta un ideal asequible para pocas personas. El escritor Henning Mankell (Estocolmo, 1948) es una de ellas. Comienza por asumir las ideas de la Ilustración y los avances de la ciencia actuales, como que el ser humano es un ente biológico, un organismo que nace y muere, dejando de lado la religión que une al creyente mediante la fe con un más allá. Su vida, en cambio, viene modulada por ese oscilar del péndulo entre la razón y el sentimiento, las emociones, cuyo reglaje resulta necesario para llevar una existencia equilibrada. Cuando a los sesenta y seis años le diagnosticaron un cáncer, el péndulo se volvió hacia sus emociones, pero la razón y la experiencia vital le ayudaron a dominar esos impulsos extremos. Aquí narra esa lucha.

Al igual que otros escritores suecos, Tomas Tranströmer o Per O. Enquist, Mankell comienza situando al hombre frente a la naturaleza, inspirado por ese vasto horizonte físico de su país. Punto de partida diferente al de los novelistas ingleses, preocupados siempre por la maldad innata del ser humano (Hobbes). Tras "diez días con sus noches" (pág. 31) de lucha con la desesperanza, "del caos emocional en que me encontré inmerso de repente después de que la tortícolis se convirtiera en cáncer" (pág. 25), de vivir atrapado por las arenas movedizas del pesimismo, consigue liberarse del miedo. Atendió entonces a los asuntos menudos, arreglar la herencia, el funeral y, poco a poco, va ampliando el foco narrativo. Constata la genialidad de nuestra era, el lanzamiento de la sonda espacial Voyager, que sigue explorando al día de hoy los límites del universo, o la triste realidad de que estamos enterrando residuos nucleares que permanecerán activos por cien mil años.

A continuación, Mankell inicia la recuperación de su archivo interior, el de la memoria. Repasa sus conocimientos científicos, la importancia del córtex prefrontal que decide nuestra conducta individual, con el recuerdo de los grabados de Goya, por ejemplo, y las advertencias que contienen sobre la conducta humana. Poco a poco irá visitando las diferentes estancias de la memoria en su cerebro. Durará cinco meses, los que tarda la quimioterapia en combatir las células cancerosas, durante los cuales la esperanza consigue casi siempre dominar a la desesperanza.

El centro del libro, su corazón, es la visita al interior del hombre, a sus sentimientos y temores como sucede en las obras los escritores suecos mencionados. Tenemos derecho a sentir miedo. "El miedo es mucho más que ese temor primitivo y básico a morir. El depredador te ve, pero tú no le ves al depredador" (pág. 123). Me recuerda a los cuentos de Horacio Quiroga. Hay que aceptar el aquí y el ahora. "Tengo la impresión de que las religiones no son más que un pretexto para no aceptar las condiciones de la vida. Aquí y ahora, nada más". (pág. 123). O los celos que, a veces, sentimos los hombres. Hay que aprender a cuidar de uno mismo, a contribuir al bienestar de la sociedad donde uno vive. La casualidad, por supuesto, resulta esencial en los caminos que uno recorre en la vida.

Ahora, la enfermedad puede dejarse fuera de vista. No atendiendo a los charlatanes que ofrecen curas imposibles, sino mediante la literatura, el arte, la música. Habrá días en que nada ayude, cuando los químicos te retengan prisionero en la cama. Pero aguantando se llega a una planicie, donde volvemos a coger el aliento, el deseo y la alegría de vivir, cuando las hormonas de nuestro cuerpo encuentran su equilibrio. En última instancia, Mankell reconoce que dispone de un lujo que la mayoría de las personas no tienen: tiempo para pensar y encontrar una armonía personal. Con razón el autor es un enamorado de La consagración de la primavera de Stravinski, esa pieza musical que nos lleva por una montaña rusa emocional. Al igual que este libro. Cada página de Arenas movedizas nos ofrece un ángulo diferente desde el que mirar la vida en esa coyuntura, cuando se constata la enfermedad, y el futuro desaparece en un instante.

@GGullon