El Cultural

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Música

Aijón, el milagro español

El fundador de Ibermúsica sopló las 50 velas del ciclo que nos ha traído las más grandes orquestas mundiales y William Christie las 40 de Les Arts Florissants

27 diciembre, 2019 15:00

Alfonso Aijón

50 años de Ibermúsica

“Ibermúsica no se valora porque hace normal lo extraordinario”, nos decía recientemente Alfonso Aijón. Y tenía toda la razón. Gracias a sus buenos oficios, en los que se mezclan una férrea determinación, una pasión radical por la música y un particular don para la diplomacia, ha conseguido, a lo largo de las últimas cinco décadas, traer a España (sobre todo a Madrid) las mejores orquestas del mundo. Hablamos de la Filarmónica de Berlín, la de Viena, la Sinfónica de Chicago… Al mando de estas fastuosas agrupaciones, han venido batutas insignes: Celibidache, Abbado, Giulini, Barenboim, Mehta, Rattle, Muti… La deuda de la cultura española con este promotor de conciertos es inmensa. Y seguirá creciendo en los próximos años pues consiguió superar una estampida de abonados que casi tumba sus ciclos. Ya lleva un tiempo posicionado en la barrera (sólo abandona las montañas cántabras donde vive cuando es estrictamente necesario). Sobre el albero, lidia ahora Llorenç Caballero, el sucesor que sacó a Ibermúsica del bache. Pero el influjo casi totémico de Aijón sigue alumbrando el camino.

40 años de Les Arts Florissants

William Christie

William Christie se ganó unos cuantos enemigos por su empeño en recuperar las esencias originales de la música barroca. Fue un pionero en la búsqueda de esa pureza seminal, de la que algunos desconfiaban. Le acompañaron en tal aventura figuras como Harnoncourt, Gardiner, Jacobs, Leonhardt, Savall… Para llevar a cabo sus planes, sin injerencias ni barreras, fundó su propia orquesta, Les Arts Florissants, en 1979. Hoy es una de las grandes referencias de la intepretación historicista en todo el mundo. Para celebrar sus cuatro décadas en activo, Christie y sus músicos han realizado una gira a lo largo de este año. Hicieron escala en Madrid, hace apenas unos días, y allí nos regalaron su pasión por Händel, Purcell, Charpentier, Rameau… Grandes éxitos barrocos para vibrar de emoción.

Capriccio

Christof Loy. Teatro Real

Si en temporadas anteriores destacábamos en estas páginas como ejemplares las producciones del Teatro Real de Billy Budd de Britten y Die Soldaten de Zimmermann, en la de 2018-2019, con la mirada puesta en el mismo escenario, colocamos al mismo nivel la firmada por Christof Loy de la ópera de Strauss Capriccio. Todo un compendio, entre filosófico, poético y musical en torno a la ópera, su valor como género y su trascendencia. Una exquisita metáfora que este director de escena ha sabido poner en pie con una rara inteligencia a través de un montaje, de apariencia moderna –en realidad intemporal–, que juega magistralmente con el transcurso del tiempo. Un reparto equilibrado, con voces excelentes, y un foso en concordancia obraron el milagro.

Semyon Bychkov

Orquesta Nacional de España

Este director nacido en Leningrado en 1952 visita con frecuencia el podio de la Orquesta Nacional, y alguna que otra vez el foso del Real, donde ha ofrecido excelentes interpretaciones de Elektra de Strauss y Parsifal de Wagner. Siempre hemos aplaudido su sentido de la forma, su capacidad para medir las proporciones, su control de las dinámicas y su suave, aunque autoritario, mando gracias a un gesto muelle y a una batuta que se mueve cadenciosamente. Para los anales de la Orquesta Nacional quedará su bien coloreada, matizada, adecuadamente cantada y cálidamente esculpida visión del hermoso y descriptivo ciclo Ma Vlast (Mi patria) de Smetana, tan pocas veces tocado completo en una misma sesión.

Ravel. Jeux de miroirs

Javier Perianes y Josep Pons

Un disco ejemplar, que demuestra de nuevo cómo el pianista español va perfeccionando, modulando y modelando su fraseo, cada vez más exquisito. Algo que queda de nuevo evidenciado en la interpretación del Concierto en sol de Ravel, en la que aparece acompañado por los ricos timbres de la Orquesta de París, dirigida con enorme flexibilidad por Josep Pons. El CD tiene un planteamiento singular. Es un verdadero Juego de espejos (así se titula), ya que al lado de la imponente recreación de esa obra concertante se sitúan las no menos relevantes de la Alborada del gracioso y Le tombeau de Couperin, en sus respectivas versiones para piano solo y para orquesta, ambas salidas de la misma mano creadora.

Flamenco

Ana Morales. Sin permiso. Canciones para el silencio

La Bienal de Sevilla, el Festival de Jerez y el Festival de Nimes, en Francia, son los principales acontecimientos en la programación flamenca del año, y en los tres Sin permiso. Canciones para el silencio, el espectáculo de la bailaora y coreógrafa Ana Morales, tuvo una presencia deslumbrante y cosechó un rotundo éxito, tanto del público como de la crítica. El exquisito y profundo lenguaje de la bailaora, apoyado por un magnífico grupo de músicos y con una sugestiva puesta en escena, se adentra en el mundo oculto de los sueños en un viaje iniciático donde solo la manifestación artística tiene el poder de la evocación para transformarse en un ritual de la memoria.

Jazz

Maria Schneider. Jazzaldia

Era –algo incomprensible– la primera vez que la compositora y directora Maria Schneider desembarcaba en San Sebastián. Y dejó huella para muchos años. Llegó flanqueada por el noruego Ensemble Denada, cuajado de talento. Juntos, desenvainaron arreglos audaces y modernos. Música inteligente, luminosa, divertida, perfectamente ejecutada y con una expresión decididamente personal y contemporánea. Los metales acaparando la debida atención. Todo lo anterior que había pasado en el festival se hizo pequeño cuando irrumpió en escena. Muy emotivo fue también su guiño a Bowie a través del saxofonista Donny McCaslin.