Música

Los teatros reinventan la ópera

Títulos poco conocidos y falta de repertorio español marcan la temporada

27 septiembre, 2007 02:00

Escena de la ópera Boris Godunov, del Teatro Real. Foto: Ruth Walz

Los teatros españoles quieren seducir esta temporada al público con lo desconocido. Muerte en Venecia es la mayor apuesta del Liceo, Tamerlano de Haendel del Real. El programa dedicado a Zemlinsky destaca en Sevilla, el Verdi desconocido en Bilbao, el Massenet más lejano en Oviedo y el Prokofiev más punzante en Valencia. El Cultural repasa geográficamente las producciones operísticas más destacadas de este curso.

Se respiran nuevos aires en los títulos de ópera que llegan esta temporada a nuestros coliseos. Mientras que el repertorio español sólo estará presente en Madrid y Sevilla, el resto suena a casi desconocido. El Teatro Real abre su temporada con Boris Godunov, una elección positiva si consideramos que es una de las obras maestras de la literatura lírica, pero muy arriesgada. Sin embargo, nuestro curso irá alcanzando velocidad hasta llegar a la de crucero con la Carmen de Valencia. Frente a obras populares, los teatros saben de la necesidad de abrirse a un repertorio que corre el riesgo de quedarse obsoleto y en el que, junto a Wagner, Verdi y Mozart, caben Zemlinsky, Bartók o Britten.

El repertorio español no tiene su año más aparante, exceptuando La muerte de Tasso de García en Sevilla y la apuesta por Martín y Soler en el Real. El Liceo hace un guiño a uno de sus compositores más reconocidos, Leonardo Balada, aunque lo ubique en la sala B. El resto, nada, a pesar de que el Palau de les Arts recupere la provocadora Corte de Faraón de Negrín, que ni la misma Zarzuela se ha atrevido a reponer.

Madrid
Teatro Real. La representación de Boris Godunov de Musorgski en Madrid es uno de los grandes acontecimientos de la temporada lírica. Cuenta con una excelente producción del Teatro de la Moneda a cargo de Klaus Michael Gröber, con escenografía del pintor español Eduardo Arroyo. Boris reúne un reparto, a priori excelente, encabezado por el mediático bajo norteamericano Samuel Ramey, un veterano artista todavía en forma para poder afrontar el atribulado zar ruso. Anatoli Kotscherga y Vladimir Matorin darán presencia a sus respectivos roles aunque sea el conjunto el que deba responder en bloque a la batuta del maestro López Cobos en su primer reto de este curso.

El segundo, aunque no menor, vendrá con un Tristán e Isolda que, inevitablemente, será comparado con el que dirigió Barenboim a sus huestes de la Staatsoper. Procedente del San Carlo de Nápoles, viene firmado por Lluis Pasqual. El reparto es de altos vuelos: Jon Frederic West, Robert Dean Smith, Waltraud Meier, René Pape, Alan Titus... También impacta el reto de Plácido Domingo al afrontar Tamerlano de Haendel, autor que se había resistido a la voracidad del tenor madrileño. A su lado, un reparto de especialistas que pueden arropar al tenor o, también, dejarlo a merced de las comparaciones estilísticas. Dirige un buen conocedor del sajón, Paul McCreesh en montaje de Graham Vick.

La temporada del Real no es lo que podría denominarse “popular”, aunque Antonio Moral ha sabido añadir algunas especias que aderezan el gusto. De este modo, en Tancredi, alternativamente en las versiones de Ferrara y Venecia, aparecen Daniela Barcellona, Ewa Podles, Patricia Ciofi o Mariola Cantarero. The rape of Lucretia de Britten será vendida en lectura de Daniele Abbado y Paul Goodwin.

La recuperación del repertorio español, excaso en la programación de casi todos los coliseos, al que el Real se ha apuntado con éxitos, vendrá dada con Il burbero di buon cuore de Martín y Soler, con ese campeón de su obra que es Christophe Rousset y un reparto que destaca por su calidad. El Orfeo de Monteverdi, en la versión del ya decadente Pier Luigi Pizzi, será dirigido por el gran William Christie a sus Arts Florissants y el director Pedro Halffter hará, en versión de concierto, otro Orfeo, el de Ernest Krenek (con libreto firmado por Oskar Kokoscha), no apto para oídos dulcificados pero una pieza de enorme calidad y fuerza.

El broche de oro para los melómanos lo pondrá, con casi toda seguridad, el batuta italiano Claudio Abbado, quien bajará al foso del Real, aunque sólo por dos días para el Fidelio beethoveniano... Eso sí, con la Orquesta Gustav Mahler. El caso Makropoulos de Janacek o Bajazet de Vivaldi, leído por Fabio Biondi, también añade luces a esta programación que incluye, como un guiño al repertorio italiano no precisamente más interesante, una Gioconda protagonizada por esa magnífica artista que es la soprano nacida en Lituania, Violeta Urmana.

Barcelona
Teatro del Liceo. Aunque no pueda decirse que la temporada liceísta sea deficiente, sí que resulta bastante menos llamativa que otros años, al menos frente a un pujante Palau valenciano lleno de estrellas y a un arriesgado, aunque sólido, Real madrileño. En todo caso, no faltan puntos atractivos, destacando, entre todos ellos, el estreno de una nueva producción de Death in Venice de Britten, estreno en España, por el tándem formado por Sebastian Weigle y Willy Decker con el excelente tenor Thomas Moser y el contratenor Carlos Mena, como protagonistas.

También los ojos se van a esa coproducción con París y Tokio de Tannhäuser, de nuevo con el titular Weigle en el foso, y protagonizada por un buen cuarteto: Peter Seiffert, Petra Maria Schnitzer, Beatrice Uria Monzon y Bo Skovhus. En el resto, hay un poco de todo, aunque eso sí, bien servido por ese destacado cocinero lírico que es Joan Matabosch.

Verdi tiene el atractivo de Aida en la más que aplaudida producción del propio Liceo (la del Real no se ha podido ni siquiera reponer una vez) con Cedolins, Zajick y, a lo mejor, Roberto Alagna, si no vuelve a dar la espantada. También puede funcionar Luisa Miller con una ángeles Blancas en alza y un Vincenzo La Scola cumplidor.

Por lo demás, los directores de escena catalanes se imponen. El Liceo recibirá el aplaudido doble programa compuesto por el Barba Azul de Bartók y el Diario de un desaparecido de Janácek por La Fura dels Baus en el montaje estrenado en la ópera de París. Asimismo, acude La Cenerentola de la English National Opera del siempre original y simpático Joan Font de Els Comediants o el trasgresor Don Giovanni del mediático Calixto Bieito, atendidas con repartos más que cumplidores y en los que sobresalen solistas como Katarina Dalayman y Willard White para Bartók; Joyce DiDonato y Juan Diego Flórez para Rossini y Simon Keenlyside y Veronique Gens para Mozart.

Atención a las óperas en concierto que están llenas de atractivos. Lucrezia Borgia será protagonizada por la gran Edita Gruberova en estado de gracia, capaz de las mayores pirotecnias posibles y cuyas apariciones son tan escasas que se convierten en peregrinaciones de sus numerosos seguidores. Además, sus colegas de escena son nada menos que Ildebrando d’Arcangelo, José Bros y Ewa Podles.

Por su parte, La walkiria contará con la presencia de ese fenómeno que es Plácido Domingo, bien arropado por Waltraud Meier, René Pape, Alan Held y Jane Henschel. El apartado de cámara alcanza mayor protagonismo en esta ocasión por la inclusión de dos títulos del compositor catalán Leonardo Balada: Hangman! Hangman! y The Town of Greed que se representarán en el foyer con dirección de una batuta española en alza, álvaro Albiach, y producción de Gustavo Tambascio.

Valencia
Palau de les Arts. La apuesta por Lorin Maazel/Zubin Mehta ha permitido a Valencia entrar como un cohete en el panorama internacional. No es de extrañar que, posiblemente, sea esa Carmen dirigida por el primero (que la llevó al cine, recordemos, en la película de Mario Rossi) la que marque la apertura de la temporada y no sólo en España.
El montaje corre a cargo de una figura de prestigio cinematográfico como es Carlos Saura pero del que todavía no sabemos cómo se mueve en el terreno lírico en una obra que, no hay que olvidar, conoce bastante bien. En el reparto, destaca el barítono malagueño Carlos álvarez, aunque Julia Gertseva cuenta con medios más que suficientes para ganarse al público.
No cabe duda de que el Maazel director ha abierto la puerta al Maazel compositor en Valencia. La capital del Turia, lo mismo que La Scala de Milán, paga el impuesto, por lo que se verá 1984, estrenada en el Covent Garden hace un par de años y basada en el libro de George Orwell. El reparto es muy interesante con Richard Margison y Nancy Gustafson a la cabeza, en una producción, bien llevada, vistosa y atractiva, diseñada por Robert Lepage.
Madama Butterfly es la tercera de Maazel, con Cristina Gallardo-Domâs en la aplaudida producción de La Scala de Keita Asari. En el denominado Festival del Mediterráneo, Maazel cede los poderes a Zubin Mehta que continúa la Tetralogía con el Sigfrido de la Fura y con la dirección de una nueva producción de Chen Kaige y de una de sus especialidades, Turandot, con la rusa Maria Guleghina, inevitable nombre en estos temibles repertorios, al frente.

En todo caso, y teniendo en cuenta las características de la obra y las posibilidades de los conjuntos del Palau de les Arts, tal vez el mayor atractivo de la temporada lo aporte Bodas en un monasterio de Serge Prokofiev, título desconocido para muchos y posiblemente estreno en España, pero de una gran belleza que cuenta con un equipo atractivo en una versión procedente del Festival de Glyndebourne con Dmitri Jurovski en el foso. A destacar también La bella y la bestia, denominada ópera-filme y procedente de Praga, donde obtuvo buenas críticas en su estreno reciente.

Sevilla
Teatro de la Maestranza. Aunque Sevilla se mantiene en la segunda división lírica por número de títulos y representaciones, cuenta este año con bastantes atractivos. El mayor viene dado por la apuesta anual de Pedro Halffter, su director, por esas obras poco conocidas en España del repertorio alemán.

En este caso, es un programa doble dedicado a un creador cada vez más presente en las programaciones, Alexander von Zemlinsky, cuya proximidad a Mahler y Schoenberg, aparte de la indudable calidad en sus composiciones, le ha puesto de moda en el mundo. Estas dos obras son Una tragedia florentina y El enano, esta segunda inspirada Las meninas de Velázquez. El montaje, procedente de Frankfurt, es muy interesante, concebido por Udo Samel.

El holandés errante, presentado por Yannis Kokkos (un director de escena a la baja pero siempre interesante) abre la temporada con un reparto en el que pesa Elisabete Matos. El francés Michel Plasson es siempre una garantía en el repertorio de su país, algo que podrá demostrarse en el Werther procedente del Teatro Regio turinés, donde Roberto Aronica y Jossie Pérez pueden dar juego.

Una nueva producción de Don Giovanni por Ros Marbá/Mario Gas es la aventura del Teatro en este año, en el que también habrá que tener muy en cuenta los dos títulos en concierto: Motezuma de Vivaldi, dirigido por Alan Curtis, y, sobre todo, La muerte de Tasso de Manuel García en reestreno contemporáneo y, a priori, máximo acontecimiento para la recuperación de nuestro patrimonio.

Bilbao
ABAO. Dentro del faraónico proyecto “Tutto Verdi”, que aspira a representar todos los títulos del autor italiano, le llega el turno esta temporada a la popular Aida y a la infrecuentísima Battaglia di Legnano, una de sus obras menos divulgadas por lo que siempre ofrece el atractivo de la incógnita. La primera procede de un montaje de Parma, con un reparto lleno de intérpretes desconocidos, con el Radamés de Salvatore Licitra como nombre más popular. La segunda vendrá avalada por dos importantes voces, como son Alessandra Rezza y Francisco Casanova, en una producción ad hoc que afrontará el asturiano Emilio Sagi, siempre hábil a la hora de intentar equilibrar las temibles irregularidades propias de cualquier creación.

El propio Casanova será quien se haga cargo en esta ocasión del temible Poliuto de Donizetti junto a la Cedolins en una nueva producción de Ignacio García, algo que resulta, como mínimo, tentador. Sin embargo, no será la única obra del autor de Bérgamo propuesta en Bilbao, ya que de su mano viene Anna Bolena con una ilustre figura, la cantante excepcional estadounidense June Anderson, que parece algo alejada del star-system.

Con ella, el indispensable en este tipo de roles, José Bros. Interesante propuesta resulta la de unir El castillo de Barba Azul de Bartók con Elektra de Strauss, lo que no deja de ser bastante coherente, aunque no suela hacerse nunca. Juanjo Mena en el foso y un reparto en el que brillan Ildiko Konlosi y ángela Denoke, son sus puntos más atractivos.

Oviedo
Palacio de la ópera. La más madrugadora entre nuestras temporadas ha sido la de la ópera de Oviedo que ya ha presentado con éxito un Tristán ambicioso, algo impensable en épocas no muy lejanas. A éste, le seguirá una pieza muy infrecuente y que se apoya en el renacer de su autor y en la tendencia cada vez más frecuente de recuperar obras exóticas decimonónicas: Thaïs de Massenet.

El reparto es, en principio, más que adecuado, ya que los medios de la estupenda soprano estadounidense Pamela Amstrong son más que suficientes para el temible rol. Además, para esta cita, viene acompañada de un artista valioso que domina las características idiomáticas de este repertorio, a pesar de ser poco conocido por estos pagos, como es el cubano Reinaldo Macías, otro nombre que confirma la proyección de los tenores hispanos. La producción de Roma no augura muchas aventuras y en el foso estará el correcto Alain Guingal.

Un hombre de la casa, Emilio Sagi, se hace cargo de Lucia di Lammermoor que contará con un buen duo, Désirée Rancatore y José Bros, dos figuras que pueden dar mucho en esta creación popular. Sin embargo, mucho más interesante es la temible Ifigenia de Gluck, obra de una increíble exigencia canora, en versión de Sagi y con Jane Glover a la batuta. Protagonista absoluta, la portuguesa Elisabete Matos. Carlos álvarez se alza como referente para el Macbeth verdiano en una múltiple coproducción dirigida por Micha van Hoecke, y el inevitable (álvarez manda) Miquel Ortega, en el foso.


Las Palmas
Teatro Pérez Galdós. El renacido Pérez Galdós entra también con fuerza, aunque sólo sea con un título que será servido nada menos que por Riccardo Muti en su debut en el foso en un teatro español. La obra es una auténtica joya de Domenico Cimarosa, Il ritorno di Don Calandrino, y Muti, que es un claro defensor del patrimonio italiano, se ha propuesto darle ahora un buen empujón.

El montaje es de Ruggero Capuccio, y vendrá con un reparto muy sólido, teniendo en cuenta la personalidad del director, con nombres como Laura Giordano y Marco Vinco. En la temporada de Amigos de la ópera se incluyen Lucía y Barbero.

Como culminación, aparece una Rusalka completa desde Praga y un Fidelio procedente del Maestranza en la producción de Mario Gas, con Pedro Halffter y Evelyn Hertlitzius como principales protagonistas.

Málaga
Teatro Cervantes. La ciudad andaluza se sube al carro de la lírica y va ganando poco a poco un terreno a lo que no es nada ajeno el prestigio de su cantante más internacional, Carlos álvarez. Porgy and Bess, en una colaboración de varios teatros españoles y con la Sinfónica de Navarra de gira, abre la temporada, en colaboración con el New Harlem Theatre.

Andrea Chénier de Umberto Giordano, que vuelve a ponerse de moda tras años de silencio, será el encuentro de la afición malagueña con su barítono, junto a nombres de la factoría Leoz como Jorge de León y Lola Casariego. El otro título operístico que se incluye es Otello que, hasta la fecha, sólo sabemos que será una nueva producción del Cervantes, a cargo de José Luis Castro, antiguo responsable del Maestranza, y con la batuta de Antonello Allemandi.

Jerez
Teatro Villamarta. Atención a este activo centro que, gracias a su director Francisco López, ha conseguido dar fuerza a un coliseo muy limitado. Norma será su primera apuesta en un montaje procedente de Pisa con Elisabete Matos que, este año, aparece como una de las grandes protagonistas de la temporada española. El principal atractivo de su Trovatore, dirigido por Alejandro Chacón, es la presencia de Cristina Gallardo-Domâs, una de las mejores sopranos de estos momentos en su repertorio. Un Orfeo de Monteverdi en concierto, a cargo de las huestes de La Venexiana, será seguido por sendos montajes, todavía no anunciados en su totalidad, de Romeo y Julieta y de La hija del Regimiento.

Santander
Palacio de Festivales. De igual manera que en Málaga, el Palacio de Festivales de Cantabria acoge esta temporada el Porgy and Bess, obra de Gershwin en la misma producción. Sin embargo, su gran apuesta para este curso, que acaba de comenzar, será Los cuentos de Hoffmann, dirigidos por ese todoterreno que es el británico Lindsay Kemp, con Ortega en el foso y un reparto encabezado por el tenor venezolano Aquiles Machado, la italiana Annamaria dell’Oste y María José Moreno.

Zurich, primus inter pares

Entre los codazos que se dan los grandes teatros mundiales por conseguir nombres de peso para sus repartos, las facilidades que consiguen la mayoría de los cantantes para obtener residencia fiscal en el país alpino, convierten a la ópera de Zurich en primus inter pares entre las nuevas producciones. Hay que destacar la recuperación de Clari de Halévy, en montaje de Patrick Courier/Moshe Leisher, con Adam Fischer en el foso y Cecilia Bartoli (y nuestro Carlos Chausson), como protagonistas. Del mismo Halévy se podrá asistir, en lectura de David Pountney, a una Juive con Shicoff y ángeles Blancas. Michel Plasson y Nicolas Joel miran hacia Le Cid de Massenet, con Isabel Rey, mientras que Harnoncourt-Kusej reviven la desconocida Genoveva de Schumann. Dos teatros italianos sacan sus mejores galas: La Scala con un Tristán por Barenboim-Chereau o un Trittico pucciniano con Chailly y Ronconi. Por su parte, el Maggio Musicale apuesta por una Elektra straussiana con Ozawa, Carsen, Urmana, Baltsa y Scandiuzzi. Londres presentará tres Tetralogías completas (con despliegue de nombres), mientras que Viena comienza la suya a manos de Welser-Most y Sven-Eric Bechtolf. Stuttgart se la juega con El holandés errante, el primer Wagner de Bieito, y otra Juive trasladada a la Segunda Guerra Mundial por Wieler-Morabito. En París, se nota la marcha de Mortier mientras que, si hay que señalar un montaje barroco, sin duda ése es el Giulio Cesare de Bruselas con René Jacobs (en la imagen) en el foso y los Herrmann como directores escénicos.

La ópera nueva emigra

Los teatros de ópera se han convertido en más que plataformas para la nueva creación en museos. Así que los estrenos llegan cada vez más con cuentagotas. La experiencia del británico Harrison Birtwistle garantiza que su Minotaur no sea una aventura extraña. Atención a Melancolía de Georg Friedrich Haas, buena o mala, carta de despedida para Mortier. San Francisco se decanta por Appomattox de Philipp Glass, quien parece recuperar estima entre los teatros norteamericanos. Houston no falla y este año será Last Acts, de Jacki Heggie, basada en una novela de Terrence McNally, que contará con la batuta de Patrick Summers, mientras que Frederica von Stade, siempre gran dama, será la protagonista de una obra pensada exclusivamente para ella.