Image: CDN, 40 años de fábulas bajo la arena

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Escenarios

CDN, 40 años de fábulas bajo la arena

21 septiembre, 2018 02:00

Isabel Dimas y Pepe Viyuela durante un ensayo. Foto: Marcos Gpunto

La desaparecida cafetería del María Guerrero fue punto de encuentro del gremio escénico. Paraban por allí Bódalo, Espert, Rodero, Julia Gutiérrez Caba... Ernesto Caballero y José Ramón Fernández la recrean a modo de ensoñación en Un bar bajo la arena, obra que conmemora las cuatro décadas del CDN.

Seguramente Marsillach estaría muy satisfecho si pudiera ver la pujanza de la institución que alumbró hace 40 años: el Centro Dramático Nacional. Y eso que salió de él apesadumbrado por toda la hostilidad que le causó sacar adelante a la criatura. Tuvo que lidiar básicamente con dos fuentes de animadversión. Los políticos que intentaban mangonearle y se toparon con su integridad artística. Y los teatreros que no eran convocados en sus programaciones y le juraron odio eterno. Cierto es también que su mal genio ayudó a incrementar los decibelios de las discusiones. Lo recuerda José Ramón Fernández en su último día de trabajo al frente del CDN, con el ánimo ensombrecido. "Lo pasó muy mal", revela a El Cultural, sentado junto a Ernesto Caballero en el sofá del despacho de este en el María Guerrero. Marsillach es uno de los ‘fantasmas' que aparecen en Un bar bajo la arena, la obra que han ideado para conmemorar el aniversario y que estrenan el próximo viernes 28.

Era un guiño obligado. Uno de tantos. Por la ensoñación que han manufacturado circulan una serie de totems de nuestra escena que dejaron su halo magisterial flotando sobre las tablas del María Guerrero desde los 70. Actores metidos en la piel de los personajes que les encumbraron: Nuria Espert como Doña Rosita, José Luis Gómez como Hamlet, Juan Echanove como el Pastor Bobo (El público de Lorca), Aurora Redondo como Sgricia (Los gigantes de la montaña de Pirandello), José Bódalo como Almudena (Misericordia de Pérez Galdós), José María Rodero como Max Estrella (Luces de bohemia de Valle-Inclán), Manuel de Blas como Goya (El sueño de la razón de Buero), Julia Gutiérrez Caba como Liuva Andreevna (El jardín de los cerezos de Chejov)… A ellos se les suman directores y autores como Lluís Pasqual, Mario Gas, José Luis Alonso, Víctor Conde… "Todos concurren en el bar que había debajo del escenario y al que se podía acceder por un pasadizo", explica Fernández.

"Durante las funciones o en los ensayos, cuando tenían un hueco, se dejaban caer para tomar algo, ataviados con las ropas de sus personajes. Había veces que se les iba el santo al cielo y tenían que ser reclamados con urgencia para que volvieran a escena".

El cdn ha hecho lo que tenía que hacer, algo revolucionario en españa". José Ramón Fernández

"Lo típico -recuerda Caballero- era tomar el canónico cubata de ‘motivación actoral' o el consabido bocata de queso con anchoas". Era pues un espacio donde la frontera entre la realidad y la ficción desdibujaba sus contornos. Hoy esa cafetería no existe. Es la sala de la Princesa, que tanto juego ha dado a los diferentes directores del CDN. En ella precisamente se va a representar esta obra. Pero como denuncia Filomena, una joven teatrera que irrumpe en la acción, "un teatro sin bar es una paradoja cósmica, un oxímoron". Caballero lamenta su desaparición: "Un punto de encuentro es clave". "El problema", añade Fernández, "es que tampoco enfrente hay un local de referencia para los parroquianos". La cafetería del Mariguerri, que así la bautizaron los cómicos, la abrió José Luis Alonso a principios de los 70. A Marsillach, por cierto, no le hizo gracia: regentaba muy cerca el Oliver, rompeolas entonces del faranduleo capitalino. Por desgracia, pasó a la historia a finales de los 90, cuando la sala se sometió a una remodelación tras sufrir un ataque de termitas. Era la época de Pérez de la Fuente y las maderas se caían a pedazos.

El juego pirandelliano planteado por Fernández es un festín para los actores, trece en total: Pepe Viyuela, Isabel Dimas, Janfri Topera, Francisco Pacheco, Daniel Moreno… Encarnan a su vez a intérpretes legendarios que les precedieron en el oficio. Cuentan tanto Caballero como Fernández que se ha creado en los ensayos un clima de complicidad extremo. Esa atmósfera ayuda a reflejar el vínculo tribal que hermana a los cómicos, unidos por su experiencia común sobre la cuerda floja. La detalla El Primo de Doña Rosita la soltera que intepretó Mario Gas en 1980: "Estamos jugando a ser gigantes y la mejor manera de aguantar el vértigo son esos compañeros que se ríen contigo, que convierten una tragedia en una zarzuela durante los ensayos, que te acompañan en esas noches de gira hasta el amanecer porque irse a dormir es la idea más triste del mundo. Y lo de ponerse en peligro al final acaba enganchando un poco".

No se trata de una exaltación nostálgica. La intención es enarbolar un homenaje que evidencie que la historia del teatro es un continuo y que para renovar hay que conocer primero lo que se hizo antes. "A mí me daba mucha rabia -afirma Caballero- cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático que no me dieran referencias. Imperaba un presente absoluto. Eso es muy de nuestra sociedad. Y así pasa: que salen muchos autores o directores alardeando de que han descubierto el Mediterráneo, cuando su vanguardia ya la inventaron otros hace décadas. Es algo que vemos mucho también en nuestros políticos, siempre haciendo tabula rasa de lo que dejaron los anteriores, incluido lo bueno". Su denuncia se resume en que muchos teatreros emergentes no tienen ni idea de quién es el padre al que deben matar. Es imposible para ellos completar el imperativo freudiano.

Acaso les convenga asomarse estos días a la renacida cafetería del Mariguerri. La escenografía brinda una experiencia inmersiva: el público siente que son clientes del anhelado local, una caja mágica en la que se dan cita casi medio centenar de presencias espectrales. Glorias de una institución que a sus cuarenta tacos exhibe, a juicio de Fernández, un balance casi impecable: "El CDN ha hecho lo que tenía que hacer en este tiempo. Eso es muy extraño, casi revolucionario, en nuestro país".

@albertoojeda77