Image: Ramón y Cajal académico

Image: Ramón y Cajal académico

Ciencia

Ramón y Cajal académico

150 años del nacimiento del premio Nobel de Medicina

17 abril, 2002 02:00

El 1 de mayo se cumplen 150 años del nacimiento de un nombre esencial en la historia de la ciencia española. Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1906 (que compartió con Camilo Golgi), Santiago Ramón y Cajal fue reconocido por sus investigaciones acerca de la estructura del sistema nervioso. El académico de Ciencias Pedro García Barreno destaca en este artículo su faceta de académico y su compromiso con la institución.

Los hechos descritos por Ramón y Cajal (1852-1934) en sus primeras publicaciones resultaban tan extraños que los histólogos de la época los cogieron con el mayor escepticismo. Sin embargo, el más interesado de los oyentes de Cajal durante sus explicaciones en la reunión de la Sociedad Anatómica Alemana, que se celebró en la Universidad de Berlín en octubre de 1889, fue Rudolph Albrecht von Külliker: el memorable patriarca de la histología alemana. "Pienso emprender -le dijo Külliker a Cajal- inmediatamente, ajustándome a la técnica de usted, una serie de trabajos de confirmación".

Obtuvo sendas cátedras, primero en Valencia en 1883 y luego en Barcelona en 1887, donde su fecunda actividad científica quedaría reflejada en su Historia de mi labor: "Y llegó el año 1888, mi año cumbre, mi año de fortuna", escribió Cajal. En 1892, don Santiago se trasladó a Madrid. Dos años después, la Real Sociedad londinense le encargó la Croonian Lecture: "La microestructura de los centros nerviosos". Premios, distinciones y reconocimientos internacionales marcaron los años siguientes, siendo el Doctorado Honoris causa por la Universidad de Cambridge, en marzo de 1894, el primer reconocimiento internacional a su labor. El año siguiente marca el punto de partida del reconocimiento interno. El día 31 de octubre de aquel año, 1895, el Secretario General de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, don Miguel Merino y Melchor oficiaba al Secretario de la Sección de Naturales instándole a cubrir la vacante producida por fallecimiento del Académico electo don Manuel María José de Galdo y López, doctor en Ciencias y en Medicina.

Tras el procedimiento administrativo marcado por los Estatutos, la citada Sección académica trasladó al secretario general de la academia la propuesta de "dos naturalistas", los Señores Pedro Palacios y Sáez, ingeniero de minas a quien avalaba, entre otros, don Julián Calleja Sánchez, y Pedro ávila Zumarán, ingeniero de montes. Mas ¿la providencia? hizo, acaso, que un suceso inesperado diera un vuelco a los acontecimientos. Ramón y Cajal comentaría años más tarde: "Un acontecimiento, muy lisonjero para mí, fue mi elección espontánea de miembro de la Real Academia de Ciencias, de Madrid. Esta designación tiene su anécdota, que referiré, porque honra mucho al patriotismo e independencia de la sabia Corporación.

Uno de los más conspicuos académicos, a la sazón recién llegado de Berlín, contó a sus compañeros que el gran Virchow, entonces en todo el esplendor de su gloria, habíale sorprendido con una pregunta que no pudo responder: ‘¿En qué se ocupa ahora Cajal? ¿Continúa sus interesantes trabajos?’ Confuso y algo avergonzado nuestro prócer académico de que en Berlín inspirara interés la labor de un español de quien él no sabía palabra, procuró, de regreso a la Península, satisfacer su curiosidad. Y de sus conversaciones con el sabio astrónomo D. Miguel Merino, el inolvidable secretario perpetuo, surgió el acuerdo de iniciar y defender mi candidatura para cierta vacante, a la sazón en litigio. Tengo, pues, el singular privilegio de ser académico a propuesta de Rudolph Carl Virchow y de don Miguel Merino".

En efecto, el Académico Señor Merino, haciéndose eco del reconocimiento europeo de Cajal supo sortear las normas preceptivas y presentó la candidatura de Don Santiago Ramón y Cajal. El pleno de la Real Academia correspondiente al mes de noviembre de 1895 aceptaba las propuestas de tres candidatos; las de los señores Palacios, ávila y Ramón y Cajal. La votación tuvo lugar a la semana siguiente. La plaza quedó vacante; ninguno de los candidatos logró obtener, en segunda votación, los quince votos necesarios.

Pocos días después se celebró una nueva sesión extraordinaria. Sesión que contó con la presencia de un académico más, el Sr. Acisclo Fernández Vallín, cuya presencia bien pudo ser decisiva en la elección de Ramón y Cajal como electo Académico Numerario. El cinco de diciembre de 1897 ingresaba Ramón y Cajal en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. "Franqueamos las puertas al perspicaz, animoso y afortunado reformador de la Anatomía general en los tiempos modernos", sentenciaba Julián Calleja y Sánchez en su discurso de contestación al de ingreso de Cajal. Respecto a su discurso, escribía Ramón y Cajal en Historia de mi Labor Científica: "La redacción del discurso de ingreso dióme ocasión de exponer , ex abundantia cordis, algunas reglas y consejos destinados a despertar en nuestra distraída juventud docente el gusto y la pasión hacia la investigación científica. Puse especial empeño en hacer amables y atractivas las tareas del laboratorio, y para lograrlo empleé un lenguaje llano, sincero y rebosante de entusiasmo comunicativo y de ferviente patriotismo. El éxito superó a mis esperanzas". Agotado rápidamente, el discurso fue reeditado con el título de Reglas y Consejos sobre Investigación Científica. Los tónicos de la voluntad. Libro consagrado a la juventud española. La Real Academia de Ciencias fue la primera, entre las diversas instituciones españolas, que reconoció la labor cajaliana. Luego, en noviembre de 1897 Cajal era elegido Académico de la Real de Medicina para ocupar la vacante de Mariano Salazar y Alegret, celebrándose la sesión de recepción el día 30 de junio de 1907. Por su parte, la Real Academia Española lo hizo en junio de 1905, aunque no llegó a leer el discurso de ingreso.

Entre 1897 y 1899 publica Textura del Sistema Nervioso del Hombre y de los Vertebrados; su obra más ambiciosa que completaría en 1904. Con los antecedentes del Premio de Moscú, en 1900, y de la Medalla de Oro de Helmholtz -su galardón más preciado-, adjudicada por la Academia Imperial de Ciencias de Berlín en 1905, el día 12 de diciembre de 1906 Ramón y Cajal dictaba, en Estocolmo, la Conferencia Nobel con el título Estructura y Conexiones de las Neuronas: "Conforme a la tradición a la que han permanecido fieles los ilustres conferenciantes honrados antes de mí con el premio Nobel, voy a hablar de los principales resultados de mis trabajos científicos en los campos de la histología y de la fisiología del sistema nervioso".

Tal fue la escueta entrada de Cajal al tema de su discurso en el que hubo frecuentes y corteses citas a Camilo Golgi, copartícipe del galardón. Mas no hubo correspondencia a la elegante actitud de Cajal. Casi a renglón seguido, a propuesta y fruto de esa airosa postura de Cajal y en honor a Echegaray, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales creó, en 1907, la medalla a la que se dio el nombre de su presidente y que constituye el premio máximo que puede conceder. Años después, la Comisión constituida a tal efecto, proponía a la Academia que otorgara el premio ‘Echegaray’ a Santiago Ramón y Cajal. Cuando Cajal recibió la notificación de la concesión del Premio Echegary, escribió al Secretario de la Corporación: "Siento recordarle mi deplorable estado de salud".

En sus últimos días Ramón y Cajal sufrió una afasia; ello le llevó a tener que hacer uso de cuartillas en las que, por escrito, daba vía libre a su pensamiento. Sirva como referencia una de sus últimas anotaciones en donde escribió: "Os han concedido algo más precioso que todas las excelencias sensoriales: un cerebro privilegiado, órgano soberano de conocimiento y de adaptación, que sabiamente utilizado aumentará hasta lo infinito la potencia analítica de vuestros sentidos. Gracias a él podréis bucear sobre lo ignorado y operar sobre lo invisible, esclareciendo en lo posible los arcanos vedados al hombre vulgar de la materia y de la energía. Y vuestras potencialidades inquisitivas distan mucho de haberse agotado; antes bien, crecerán incesantemente, tanto, que cada fase evolutiva del homo sapiens revestirá los caracteres de nueva Humanidad".