Antoni Tàpies: 'Objectes', 2003

Antoni Tàpies: 'Objectes', 2003

Arte

Tàpies y su huella

El que probablemente es considerado el más abstracto de los pintores de la época informal es también el que se autodefinía como realista

17 febrero, 2012 01:00

La desaparición de Antoni Tàpies ha tenido una gran repercusión y no sólo mediática, puesto que además de los especialistas, el público en general ha reconocido el valor de su obra y la riqueza de su aportación, lo que supone un acontecimiento a considerar. Porque si alguien a lo largo de su vida ha vivido en el centro de las polémicas, si su lenguaje plástico ha sido discutido y sus ideas políticas y sociales, reprochadas, éste ha sido Tàpies. Su compromiso con el informalismo más radical, su permanente voluntad de experimentación, su particular manera de entender el realismo, el personal entrecruzamiento que hizo entre lo abstracto y lo pop, desde una perspectiva autóctona; su apoyo a toda actitud que defendiera las libertades de pensamiento y de creación, su generosidad con todas las causas que apoyaran a la democracia y su enjundioso pensamiento estético, expresado a través de su obra literaria, fueron durante largo tiempo vilipendiados por los que defendieron o simpatizaron con la dictadura o por un público desconcertado ante la intensidad de su obra y de sus ideas, por ello ha sido impresionante ver cómo ahora los medios de comunicación, las instituciones, los museos, distintos colectivos del gremio, las múltiples personas anónimas que han acudido a la sede de su fundación para manifestar su condolencia alababan al maestro. Toda una paradoja que nos constata que con el paso de los años la tenacidad, la obstinación y la fuerza expresiva de Tàpies se han impuesto.

Los ochenta y ocho años que ha vivido Tàpies han dado para mucho, para crear una obra ingente, que ha recibido elogios y críticas radicales, y también todos los honores y gloria, de manera que en el momento de su muerte este insigne artista era miembro de varias academias, doctor honoris causa por varias universidades y marqués nombrado por la corona.

Los ochenta y ocho años que ha vivido Tàpies han dado para mucho, para crear una obra ingente, que ha recibido elogios y críticas radicales

Pero para mí el mejor reconocimiento que podría tener Tàpies es el de haber entrado definitivamente en el olimpo de los grandes artistas, aquellos que no son seguidores de una tendencia o corriente, sino que son capaces de innovar los lenguajes, de interpretar el espíritu de su época y plasmarlo en su obra. Y no hay ninguna duda de que en esto Tàpies ha sido paradigmático.

En estos últimos días se le han dedicado múltiples y por lo general bien informados artículos y suplementos, por lo que me parece innecesario dar más vueltas sobre la calidad de su obra. Sin embargo, desearía enumerar algunos de los factores constitutivos del cosmos tapiano que estoy convencido de que pervivirán como su legado. Entre estos destacaría, en primer lugar, la coherencia entre el hombre y la obra. Aquí podríamos repetir una vez más lo de la ética y la estética, porque las ideas de Tàpies y su compromiso están claramente expresados en su obra.

Otro aspecto estrechamente vinculado a su creación plástica es su proceso evolutivo. Realizó sus primeras obras en 1945, a los 22 años, y las últimas en el 2011, es decir, un año antes de morir. Una extensa trayectoria que le permitió vivir las últimas manifestaciones del surrealismo, junto con sus compañeros de Dau al Set, que se reflejaron en unas creaciones de claro acento kleeniano y mironiano; transitó intuitivamente hacia la abstracción formulando un peculiar lenguaje matérico, rotundo en la forma y en el fondo, y creó su propia versión del assemblage incorporando elementos de la vida cotidiana a sus obras, e hibridando así el expresionismo abstracto con las prácticas pop, de manera que si la versión americana del pop respondía al american way of life, la tapiana procedía del mundo menestral, del proletariado, de la atmósfera gris de la posguerra.

Otro principio presente en su obra es la radical defensa de la libertad de expresión que hizo a lo largo de su vida. Libertad de expresión en lo humano y en lo artístico, donde todo era posible, todo se podía experimentar, y lo llevó a no aceptar ningún límite. Esto le permitió hacer una obra plural, experimental, sin cortapisas, siempre en pos de la balzaquiana obra definitiva y probablemente inalcanzable. Sólo hay que hojear cualquiera de los libros y catálogos que se le han dedicado para ver cómo de un dramático expresionismo surrealista de los primeros años cuarenta del siglo pasado evolucionó hacia un mundo onírico enriquecido por el collage y el grattage, para adentrarse después en una abstracción cada vez más matérica y cada vez más integradora de signos y símbolos directamente relacionados con lo humano y con nuestro entorno cotidiano.

Esto nos lleva a constatar que el que probablemente es considerado el más abstracto de los pintores de la época informal, es también el que se autodefinía como realista. Tàpies afirmaba que toda su reflexión plástica procedía de la realidad, del mundo más tangible, por ello lo incorporaba a su manera en sus lienzos, ya fuera a través de objetos (un calcetín, una manta, un saco, una puerta, etc.) o de claras referencias figurativas como las múltiples alusiones al cuerpo humano. En este sentido, es emocionante escuchar las opiniones de Antonio López, puesto que son las más lúcidas y sensibles que he oído jamás sobre este aspecto de la obra de Tàpies.

Sin embargo, para mí el elemento más significativo de toda la creación de Tàpies es la presencia, siempre, de la especulación. Detrás toda su trayectoria hay mucho pensamiento, mucha filosofía, mucha estética, mucho análisis social, una gran profundidad ontológica. Su obra no es fruto del azar, ni de tanteos exclusivamente plásticos, es una obra avalada por múltiples artículos, extensas entrevistas y enjundiosos libros, entre los que cabe destacar La práctica de l'art (1970), L'art contra l'estètica (1974), Memòria personal (1977), La realitat com a art (1982), Per un art modern i progressista (1985), que ahora han sido editados como obra completa por Editorial Empúries y traducidos al castellano, al francés, al inglés y al alemán, lo que constituye una herencia perdurable de Tàpies, que sin lugar a dudas nos permite entender mejor su obra y su actuación.

Una obra con la que, debido a su generosidad, podremos rencontrarnos a partir de ahora en la sede de su fundación barcelonesa, donde se exhibirá su colección y donde hallaremos también su completa y excepcional biblioteca centrada en el pensamiento oriental, el arte antiguo y moderno, la filosofía del arte y relevantes libros de bibliófilo. Un legado realmente inestimable de un artista cuya obra siempre es una invitación a la inteligencia del espectador.