Letras

Patria, o el don de la necesidad

Lo mejor de 2016: Letras | Análisis

30 diciembre, 2016 01:00

Especial: Lo mejor del año

En narrativa, el libro más votado de este año era ineludible: Patria, de Aramburu, es una novela dotada de ambición literaria y moral, don de la oportunidad (o de la necesidad, si se prefiere) y una apuesta estilística lo suficientemente sofisticada en su clasicismo para encajar en el canon de la mayoría de lectores exigentes. Nunca hay, ni se necesitan, consensos absolutos cuando se discute sobre modelos narrativos, pero Patria presenta un encaje casi perfecto entre vocación y logro.

Apóstoles y asesinos de Antonio Soler y La carne de Rosa Montero inciden en recurrencias generacionales y jerárquicas que, en el caso del primer título, sirve también para representar el gran número de aportaciones notables a la literatura en castellano sobre Barcelona aparecidas este año, ya sea la histórica (la de Soler, pero también El cielo de los mentirosos de Juan Miñana), la de la Transición (Reyes de Alejandría de José Carlos Llop, Tuyo es el mañana, de Pablo Martín Sánchez, y Juegos reunidos de Marcos Ordóñez) o la de una generación que está a punto de no ser joven (Rayos, de Miqui Otero).

El nuevo volumen, magistral, de los Diarios de Emilio Renzi juega al juego del Yo como lo hace, en términos distintos, La vida del revés de Luisgé Martín, unas páginas que ejercen de espejo de muchas otras vidas condicionadas absurdamente por la homosexualidad. Y si pensamos en Piglia como gran patricio de las letras argentinas, Mariana Enriquez y sus perturbadores cuentos de terror Las cosas que perdimos en el fuego son representantes superdotados de un giro femenino devastador en esa misma literatura que incluye a Ariana Harwicz (Precoz). Patricio Pron es otra cosa, una peculiar imbricación de lo europeo con lo argentino a través de lo alemán, cuyo No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles se pregunta sobre la relación entre política y literatura; las respuestas que ofrece nos hacen pensar en un arco tenso que va de la literatura de Aramburu (otro germanófilo) a la de Pron, contrapuestas en varios sentidos.

La lista resalta una muestra de talento excelentemente crepuscular, el de Juan Marsé con la irónica Esa puta tan distinguida, al lado de otro emergente, el de Alicia Kopf, cuyo sobrecogedor Hermano de hielo obtiene belleza de la naturaleza indagatoria y sistemática de su proyecto. Que el regreso de Hipólito G. Navarro al cuento, La vuelta al día, cierre una lista que incluye a Enriquez habla desde luego del cambio de mentalidad crítico respecto del género.

Y en fin, en un año en el que las pequeñas editoriales están logrando que su sello sea tan indicativo de la salud de la narrativa en español como los nombres de los autores, resulta extraño que no haya ningún Candaya (Nefando de Mónica Ojeda o El espectáculo del tiempo de Becerra), Jekyll & Jill (desde luego, Magistral de Rubén Martín Giráldez, pero también Incertidumbre de Paco Inclán o Fábula de Isidoro de Fuertes), Aristas Martínez (El barbero y el superhombre de Colectivo Juan de Madre), Rata o Fórcola colándose en la lista.

Afortunadamente, su importancia creciente en nuestras letras sí se refleja en la lista de la mejor narrativa de autor extranjero, con la presencia de Caer, de Éric Chevillard (Sexto Piso) en quinto lugar, entre consagrados como Don DeLillo, Annie Proulx, Claudio Magris o Joyce Carol Oates. Claro que también los sellos independientes son culpables de algunas nuevas traducciones (Henry James, Sylvia Plath) y recuperaciones de verdadero mérito como la de Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou (Libros del Asteroide). Aunque, para rescate esencial, ninguno como el de los cuentos de Lucia Berlin, brutales como los mejores poemas de Bukowski.

En ensayo se han impuesto figuras más bien clásicas, con el último libro -una síntesis- de José Álvarez Junco sobre nacionalismos, esos Dioses útiles, con el que, dice, se despide del tema. Tanta reflexión sobre lo hispánico (Sergio del Molino, de alguna manera José Luis Pardo, Tortella, Ruiz Manjón o Xavier Andreu) habla, paradójicamente, de ese retorno a las "lógicas nacionales" que algunos ellos lamentan en sus trabajos. En los libros de Escohotado, Núñez Seixas y Gregorio Luri, los tres sobre el siglo XX, se observa un renovado interés, al menos académico, por las ideologías de masas.

También el siglo de las grandes guerras reina en ensayo extranjero: libros rigurosos, pero bien escritos, con cuidado en la narración, insertados en la fructífera tradición de la historiografía británica, como el de Kershaw. Dos grandes libros sobre Rusia en el cierre de un año que da paso a otro en que lo ruso -lo soviético, de cuya revolución se cumplen 100 años- redoblará su presencia entre nosotros, y una biografía de Kafka que marcará -ya lo está haciendo- un antes y un después.