La pelvis del gladiador con los orificios provocados por el mordisco de un león y un relieve que representa una 'venatio'.

La pelvis del gladiador con los orificios provocados por el mordisco de un león y un relieve que representa una 'venatio'. Universidad de Maynooth / Museo Británico

Historia

Hito en la arqueología del Imperio romano: hallan al primer gladiador devorado por un león en combate

Un cadáver del siglo III d.C. sepultado en la ciudad británica de York revela la primera evidencia física de un combate gladiatorio entre un humano y una fiera exótica.

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Además de los combates individuales, los espectáculos de gladiadores de la Antigua Roma incluían peligrosas exhibiciones con animales salvajes como leones, tigres, leopardos, osos o elefantes. Las fieras se utilizaban en algunas ocasiones como método de ejecución de condenados, que morían desarmados y devorados sobre la arena, pero en otras se soltaban en los anfiteatros como presas para ser capturadas por adiestrados cazadores (venatores). Y la función no siempre terminaba bien —o tal vez sí, si la satisfacción de los espectadores se medía en base a los litros de sangre derramada—.

Uno de esos finales terribles le correspondió a un individuo de entre 26 y 35 años sepultado en el siglo III d.C. en una necrópolis romana excavada en la ciudad británica de York, la antigua Eboracum: el estudio de sus huesos ha revelado marcas de mordiscos provocadas por un gran felino. Aunque era una escena conocida gracias a los relatos de las fuentes antiguas, las decoraciones de los mosaicos o las imágenes de los recipientes cerámicos, se trata de la primera evidencia arqueológica de un combate gladiatorio entre un humano y un león.

A un kilómetro al suroeste del centro de York, urbe fundada como una fortaleza de la Legio IX Hispana, se localizó a principios de siglo un enterramiento colectivo con 82 esqueletos de hombres jóvenes y robustos procedentes de distintas regiones del Imperio romano, según los análisis de isótopos. Al principio se pensó que podían ser las víctimas de una masacre en el año 211 ordenada por el emperador Caracalla, pero luego surgieron otras interpretaciones, como que podía tratarse de un cementerio para ejecutados o de soldados.

Mosaico pavimental con decoración de gladiadores y cazadores. Siglos III-IV d.C.

Mosaico pavimental con decoración de gladiadores y cazadores. Siglos III-IV d.C. Galleria Borghese

Pero los cadáveres presentaban evidencias de lesiones curadas relacionadas con episodios de violencia y algunos habían sido decapitados y sometidos a atípicos ritos funerarios que casaban con el universo de los gladiadores. Los resultados del estudio científico de ese posible venator o bestiarius, publicados este miércoles en la revista PLOS ONE, ratifican ahora la hipótesis.

"Las marcas de mordeduras fueron hechas probablemente por un león, lo que confirma que los esqueletos enterrados en la necrópolis eran gladiadores y no soldados o esclavos, como se pensó inicialmente, y representan la primera confirmación osteológica de la interacción humana con grandes carnívoros en un contexto de combate o entretenimiento en el mundo romano", explica Malin Holst, investigador de la Universidad de York y uno de los autores principales del artículo.

Holst añade que se trata de un hallazgo muy emocionante porque permite elaborar una idea más precisa de cómo era la vida de este tipo de gladiadores dedicados a la caza de bestias y porque confirma la presencia de grandes felinos, y posiblemente otros animales exóticos, en ciudades de la periferia de la Urbs. "A menudo se piensa que estos combates ocurrían en el imponente Coliseo de Roma, pero este último descubrimiento demuestra que este tipo de eventos iban mucho más allá del corazón del territorio romano", valora.

Probablemente existió un anfiteatro en la York romana, el lugar en el que Constantino el Grande fue nombrado emperador, pero todavía no se han identificado sus vestigios. Las fuentes sugieren que este tipo de espectáculos se celebraron hasta el siglo IV, quizá precisamente por la continua presencia de generales y políticos de alto rango en la urbe que no perdonarían los divertimentos de su lujosa vida social.

Orificios en la pelvis

El esqueleto analizado fue enterrado en una tumba junto a otros dos individuos en algún momento del siglo III d.C. y recubierto con huesos de caballo. Los análisis osteológicos mostraron que sufrió algunos problemas en la columna vertebral, posiblemente causados ​​por sobrecarga en la espalda e inflamación de pulmón, así como desnutrición infantil. Pero sobre todo llamaba la atención una serie de agujeros en la pelvis.

A través de un escaneo tridimensional de estas marcas, los investigadores pudieron determinar que se trataba de mordeduras de un animal. Las comparaciones con los mordiscos de distintas fieras modernas de un zoológico confirmaron que el gladiador fue atrapado por los colmillos de un león y que le provocó una serie de heridas compatibles con la muerte, aunque también podría reflejar la posibilidad de un cadáver convertido en carroña. La presencia de una especie tan exótica en la Britania romana revela, no obstante, la generosidad y los dispendios del emperador y los ciudadanos más acaudalados para entretener y ganarse el apoyo del pueblo.

"Durante años, nuestra comprensión de las luchas gladiatorias y los espectáculos con animales de la Antigua Roma se ha basado en gran medida en textos históricos y representaciones artísticas", resalta Tim Thompson, profesor de la Universidad de Maynooth (Irlanda) y otro de los responsables del trabajo. "Este descubrimiento proporciona la primera evidencia física directa de que tales eventos tuvieron lugar, transformando la percepción que teníamos de la cultura del entretenimiento romana en la región".

El último interrogante que quedaría por resolver es si este individuo murió combatiendo durante el espectáculo o ejecutado mediante la damnatio ad bestias. "Quizás nunca sepamos qué llevó a este hombre a la arena y dónde luchó para el entretenimiento de otros, pero es notable que la primera evidencia osteoarqueológica de este tipo de combates gladiatorios se haya encontrado tan lejos del Coliseo de Roma, que habría sido el Wembley del mundo clásico", sentencia el arqueólogo David Jennings.