El Cultural

La aventura de sus cartas

Clarin inédito. Espistolario

13 junio, 2001 02:00

Centenario de la muerte de "Clarín"

Teresa, la única obra de teatro de Clarín estrenada, recibió un furibundo ataque del crítico de El Liberal, a la que el escritor respondió con exasperada réplica. Escrita en forma de carta al director del periódico, Miguel Moya, solicita incluso "el amparo de la ley" para que sea publicada. Parece que al final se arrepintió y no llegó a enviarla. Poco después (se publicó el 13 de abril de 1895) escribió un palique para el Madrid Cómico en el que responde a todas las críticas recibidas. A Moya le dedica unas líneas que son una versión reducida y atenuada de la carta anterior: "Así como Sagasta explicó la crisis... bebiendo vasos de agua, usted debía explicarme (pero no lo necesito) por qué después de solicitar mi colaboración años y años sin decirme que la deje, se deja de publicar mis cuentos... y se publican esas cosas de Arimón y de Blasco contra mí"

Recuerda Adolfo Alas, hijo del autor de La Regenta, que a su domicilio ovetense "llegaban cartas, muchas cartas, que venían hasta de los rincones más desconocidos y apartados del mundo", de amigos y enemigos, estimadas y conservadas algunas y otras destinadas irremediablemente al cesto de los papeles, como sucedía con las que contenían "tantos recortes de papel para que me entere de que me ha insultado la prensa de tal o cual partido judicial". Son las debidas a sus colegas las de veras estimadas y, por lo mismo, conservadas, protagonistas de la aventura que andando los años, víctimas de traslados y pérdidas, quedaron en poder de Adolfo Alas, quien pensó publicar la "riquísima colección" de centenares de misivas a Clarín.

Andaba en ello antes de 1936 pero la guerra civil paralizó el proyecto al que volvería ya en los años 40 cuando, de mano de Ediciones Escorial, vieron la luz-1941 y 1943-los dos primeros y únicos volúmenes cuya continuación hizo imposible la muerte del preparador. El primero contenía cartas de Menéndez Pelayo, Unamuno y Palacio Valdés y el segundo daba completo el epistolario cruzado entre don Marcelino y don Leopoldo, buenos y leales amigos por encima de las diferencias, como destacaría Marañón en su prólogo, fechado en París, 1942: "¿Por qué no se iban a entender estos dos hombres representativos, no de dos bandos, sino de diferentes, pero leves matices de un mismo ideal?"

A la muerte de Adolfo Alas las cartas quedaron en manos de su viuda, María Cuervo, y en el domicilio del matrimonio: Somió, Gijón. Allí tuvieron oportunidad de verlas e incluso de copiar algunas Dionisio Gamallo Fierros, primero, y Marino Gómez Santos, después, los cuales dieron a conocer su texto. Gamallo lo hizo en el número 2 (20-111-1944) de La Estafeta Literaria: tres cartas inéditas dirigidas a Leopoldo Alas por Campoamor (1883), Zorrilla (1893) y don Juan Valera (1896) -quien declara alegrarse muy mucho "al notar la grande autoridad que usted tiene y la popularidad de que goza, a despecho de tantos temibles enemigos como se ha creado, ya a causa de algunas sátiras [...], ya a causa de la inusitada severidad con que a veces censura a prosistas y poetas"-: cartas "entresacadas de un epistolario inédito que, debidamente comentado, publicará en breve el escritor Gamallo Fierros". Gómez Santos utiliza en Leopoldo Alas "Clarín ". Ensayo bio-bibliográfico (Oviedo, 1952) fragmentos de cartas debidas a Pereda (1884) y Emilia Pardo Bazán (1885).

Recuerdo que un día del verano de 1964 Gamallo Fierros me telefoneó para comunicarme que acababa de comprar a la señora Cuervo, por 25.000 pesetas, el epistolario a Clarín y que pocos días después vino a enseñarme una breve muestra del mismo; la traía en su famosa y descomunal cartera, celebrada así por Dámaso Alonso: "tu inmenso carterón, con tanta ciencia y tanta poesía (¡del siglo XIX!) dentro". Fue Dámaso, director de Gredos, quien le brindó el respaldo de la editorial para publicarlo, los tomos que sean, en el orden que quieras disponer las cartas -que primero iba a atender a la cronología y más tarde (o viceversa) al orden alfabético de los corresponsales-, con una introducción presentativa del conjunto y anotadas sus piezas-muchas, muchísimas notas (se exigía Gamallo)-: a las insinuaciones gamallescas asentía Dámaso que, conocedor del temperamento de su amigo, le instaba para que pusiera manos a la obra , prohibiéndose esas distracciones -el centenario de un escritor, pongo por caso- a las que Dionisio se entregaba con facilidad. Volvió a cumplirse la maldición pues a su muerte ninguno de los tomos proyectados había visto la luz.

Sería en alguno de los diarios madrileños (Abc, Arriba) y ovetenses (La Nueva España, La Voz de Asturias) y en alguna revista (Magister, la Revista de Occidente) donde -entre 1956 y 1985- reveló Gamallo Fierros el texto de alguna de esas cartas, decorado el texto ajeno con sus sabrosos comentarios; son cartas de Galdós, Campoamor, Pardo Bazán, Santos Chocano, Navarro Ledesma, Valle-Inclán y José Martínez Ruiz (que aún no era Azorín), reducida pero ilustre representación de un conjunto epistolar-cartas "a"; falta la otra cara de la moneda; cartas "de"cuya suerte, fallecido Gamallo Fierros en enero del 2000, está en manos de sus herederos.

JOSé MARíA MARTíNEZ CACHERO