Luisa Freire, en los viñedos de Santiago Ruiz.

Luisa Freire, en los viñedos de Santiago Ruiz.

Vinos

Luisa Freire, la enóloga gallega reconocida 'Leyenda del año' por Tim Atkin: "Hasta el 98, Rías Baixas era una desconocida"

Al frente de la elaboración de los vinos de la bodega Santiago Ruiz durante 25 años, Freire le pasa ahora el testigo a Chema

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Por más de un cuarto de siglo, el nombre de Luisa Freire ha estado ligado a la evolución silenciosa de Rías Baixas, detrás de la elaboración de los vinos de la bodega Santiago Ruiz.

Hoy, recién jubilada y reconocida por el crítico británico Tim Atkin MW como 'Leyenda del Año', la enóloga gallega asiste, desde la distancia de una vida más tranquila, al homenaje que consagra una trayectoria marcada por la perseverancia, la curiosidad científica y un amor inquebrantable por las variedades blancas atlánticas.

La distinción de Atkin llega tras su cata de 266 vinos de 76 bodegas, y encuentra en Freire un ejemplo de carrera “distinguida”, cuyo broche final es la extraordinaria añada 2024 de los vinos de esta bodega en el corazón de la comarca O Rosal (Pontevedra).

Paradójicamente, ella misma confiesa que nunca imaginó que aquel viaje del crítico para “cantar los vinos de 2024” acabaría en un título tan rotundo: Leyenda del Año. “La 2024 fue una cosecha perfecta”, explica Freire. “Climatología, maduración, sanidad… todo acompañó. Una despedida soñada”.

De la biología molecular al corazón del Rosal

Pocas historias en el vino comienzan con una fusión empresarial de bebidas gaseosas. En 1991, tras la unión de Pepsi-Cola y Kas, Freire pierde su empleo y aprovecha el parón para retomar sus cursos de doctorado. "Mi vida ha sido un continuo reciclaje" confiesa Freire que quedó atrapada por el mundo del vino, "nunca tuve claro lo que era una adicción hasta que llegué a él".

La casualidad la lleva a la microbiología del vino, y desde ahí, directa a un nuevo mundo. “La vida es así”, dice. “Empecé en la Universidad de Vigo identificando y clasificando levaduras. En 1992 aún no sabíamos qué microorganismos había en nuestros propios viñedos”.

Luisa Freire, en los viñedos de Bodegas Santiago Ruiz.

Luisa Freire, en los viñedos de Bodegas Santiago Ruiz.

Era una época de ensayo y error. Rías Baixas apenas tenía cuatro años como DO. “Hasta el 98 Rías Baixas era una desconocida”, recuerda. “No teníamos referencias. Ni rendimientos óptimos, ni criterios claros de vendimia, ni formas establecidas de trabajar nuestras variedades autóctonas. Cada vendimia era un experimento”.

En 1999 llega la llamada decisiva: Santiago Ruiz, una bodega que entonces apenas elaboraba 90.000 litros. “Me atrapó su historia. Fue un pionero. Embotellaba y etiquetaba antes de que existiera la DO. Los vinos del Rosal eran su bandera”.

Lo que encontró allí no fue solo un proyecto técnico sino una manera de vivir. “Hicimos un equipo que no se movió en décadas. Una familia”, asegura. La longevidad del grupo explica parte del carácter de los vinos: coherencia, visión común y un respeto casi litúrgico por el viñedo.

El Loureiro, la uva incomprendida

Aunque el albariño reina, Freire tiene otra devoción: el Loureiro (o Loureira en O Rosal). Una variedad frágil, sensible, poco rentable y exigente en el campo. “Tienes que empezar a trabajarla desde que brota”, detalla.

“Pero el esfuerzo se ve recompensado”. Tim Atkin coincide con ella: en su informe destaca el monovarietal experimental de Loureiro que la bodega elaboró este año, confirmando el potencial de esta “uva blanca desconocida de Rías Baixas”.

La añada 2024 de Santiago Ruiz ha sido, en cierto modo, una firma en la historia de la bodega. Rosa Ruiz 2024 – 93 puntos: Procedente de un albariño de parcela única en suelo granítico, Atkin lo describe como un vino de estructura imponente, sabores vibrantes de lima y lemongrass, acidez sutil y un final salino de concha de ostra.

“Necesita botella”, insistía siempre Freire. Santiago Ruiz 2024 – 92 puntos: Cinco variedades autóctonas: 81% Albariño, Caíño Blanco, Treixadura, Godello y Loureira. Atkin destaca sus aromas de laurel, paladar de cítricos y textura jugosa. Freire lo resume mejor: “Un gran año para retirarse”.

Para Chema Ureta, su sucesor, Freire es una referencia profesional y personal y ahora el reto pasa por mantener la esencia: vinos que expresen el paisaje en el que nacen.

Chema Ureta, Tim Atkin y Luisa Freire en la bodega Santiago Ruiz.

Chema Ureta, Tim Atkin y Luisa Freire en la bodega Santiago Ruiz.

Santiago Ruiz, hoy bajo el paraguas de Sogrape, mantiene viva la visión del fundador: vinos que reflejan el alma del Rosal. De 90.000 litros, la bodega ha crecido hasta cifras muy superiores, con presencia en más de 70 mercados y una identidad reconocida en todo el mundo.

Freire entrega el testigo con serenidad. “Ya llegó el momento del relevo”, afirma. Y lo deja en manos de alguien cercano: “A Chema lo conozco desde hace casi 26 años”. A los 67 años, y después de una vida marcada por la precisión científica y la intensidad de las vendimias, Freire quiere algo sencillo: tiempo.

“Vivir”, dice sin rodeos. “Tomar cafés y vinos con los amigos, viajar, hacer tai chi, cuidar de mi perra, leer”. La jubilación no le pesa. “No me aburro nada”.

Su carrera es un recordatorio de lo que significa construir desde cero: observar, fallar, corregir y perseverar. Rías Baixas maduró con ella, y hoy la reconoce el mundo. Quizá por eso el título de Atkin no podría ser más justo. Leyenda del Año, sí. Pero sobre todo, la mujer que ayudó a convertir una región desconocida en un territorio imprescindible para los vinos blancos del mundo.