La nueva distinción de la Guía Michelin.

La nueva distinción de la Guía Michelin.

Vinos

La Uva Michelin, la nueva distinción del mundo del vino por la que apuesta la famosa guía gastronómica

Entre los criterios de evaluación que interpretan desde la cepa hasta la botella, se tendrán en cuenta desde la identidad a la constancia.

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A sus 125 años, la Guía Michelin vuelve a mover las placas tectónicas de la gastronomía mundial. Tras elevar a los altares culinarios a chefs y restaurantes con sus célebres Estrellas, y después de irrumpir en el ámbito hotelero con las Llaves, ahora dirige su foco hacia el vino, un territorio que la alta cocina considera inseparable.

Nace la Uva Michelin, una distinción inédita que promete convertirse en el próximo gran referente internacional para entender la excelencia vitivinícola, la cual no premia únicamente vinos, sino la maestría integral detrás de una bodega.

Desde viticultores y cooperativas hasta grandes casas matrices, la distinción reconoce tanto la regularidad como la visión, la técnica y la identidad de quienes crean algunos de los vinos más admirados del mundo.

La nueva distinción de la Guía Michelin que reconoce el mundo del vino.

La nueva distinción de la Guía Michelin que reconoce el mundo del vino.

La escala recupera el simbolismo tripartito que tanto peso tiene en la cultura Michelin:

Tres Uvas: Productores excepcionales. Una garantía absoluta año tras año.
Dos Uvas: Excelencia destacada dentro de su región, por calidad y consistencia.
Una Uva: Grandes productores que elaboran vinos de fuerte personalidad, brillantes en sus mejores añadas.
Recomendados: Bodegas fiables, coherentes y cuidadosas en su elaboración.

El objetivo de esta distinción es ofrecer a aficionados y profesionales un sistema de referencia global que permita recorrer regiones vitivinícolas con la misma confianza que hoy se navega el firmamento Michelin de restaurantes.

Cinco criterios de evaluación

Fiel a su metodología, la Guía establece una matriz de evaluación —rigurosa, transparente y universal— sustentada en cinco criterios fundamentales que interpretan el vino desde la cepa hasta la botella:

1. Agronomía: salud del suelo, armonía de la vid, cuidado del viñedo.
2. Dominio técnico: precisión en la vinificación, reflejo fiel del terruño, ausencia de defectos.
3. Identidad: capacidad del vino para expresar lugar, cultura y personalidad.
4. Equilibrio: interacción armónica entre acidez, taninos, madera, alcohol y dulzor.
5. Constancia: regularidad a través de varias añadas, incluso en años difíciles.

Cada decisión será tomada por un cuerpo internacional de inspectores especializados en vino: antiguos sumilleres, críticos, expertos en producción… profesionales que conocen los desafíos del viñedo desde dentro y que formulan sus dictámenes de manera colegiada e independiente.

El debut de la Uva Michelin estaba obligado a ser simbólico. Por ello, la Guía ha elegido dos regiones míticas para firmar su primer capítulo en 2026 con las que debuta Francia: Burdeos y Borgoña.

Borgoña es una región donde cada metro de suelo cuenta una historia. Sus fincas familiares, pequeñas en superficie pero inmensas en carácter, representan mejor que nadie cómo tradición y precisión pueden convivir para producir vinos que hoy son leyenda.

En contraposición, Burdeos es un universo de majestuosidad y tradición secular. Sus châteaux han construido un legado que trasciende fronteras, combinando innovación, prestigio y una capacidad única para definir estilos que se replican en todo el mundo.

Ambas regiones, emblemas del vino francés y global, se convertirán en el primer escenario donde la Uva Michelin dictará su veredicto.

La llegada de la Uva Michelin no solo impactará en la percepción de calidad, sino también en la manera de descubrir regiones, planificar viajes y entender las historias detrás de cada botella. Así como las Estrellas transformaron la gastronomía moderna, esta nueva distinción tiene el potencial de redibujar el mapa del vino, guiando tanto al curioso que se inicia como al coleccionista exigente.