Carlos Herrera en Casa Paco, Sevilla.

Carlos Herrera en Casa Paco, Sevilla.

Restaurantes

El bar de Sevilla que visita Carlos Herrera para ir de tapas: un mesón tradicional y familiar donde triunfa el rabo de toro

Ubicado en el barrio de Bami, el Mesón Casa Paco es un templo de la cultura andaluza y uno de los sitios de recreo del periodista radiofónico a la hora de sumergirse en el recetario patrio.

Más información: La tienda especializada en vinos y carnes que ha conquistado a Carlos Herrera: "Exquisitez absoluta. Menudo festín"

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Sevilla es conocida por su amplio repertorio de casas, algunas centenarias, donde la gastronomía se consagra con respeto y tradición. Templos del comer que se han ganado un sitio preferente en el directorio del mejor tapeo que son sitios de referencia para locales y visitantes.

Lo sabe bien el periodista radiofónico Carlos Herrera, natural de Almería, que hace buen uso de estos rincones donde se pone en valor el recetario local y nacional. En su agenda siempre hay tiempo para ir de visita a alguno de ellos en compañía de amigos que también valoran la buena mesa.

Uno de los últimos en recibirles ha sido el Mesón Casa Paco. Herrera se dejó caer hace unos días con un compañero de batallas en la barra como es para él José Luis Martínez, al frente de Gastronomía y Moda, con quien comparte una "amistad inquebrantable".

Carlos Herrera junto a José Luis Martínez en la barra de Casa Paco.

Carlos Herrera junto a José Luis Martínez en la barra de Casa Paco.

Esta casa, fundada en 1980 por Francisco Javier Jiménez Rodríguez, lleva desde entonces, como rezan en su página web, "dando lo mejor de la hostelería". Natural de Carmona, quien hace más de dos décadas decidió plantar en Sevilla este templo gastronómico de raíz andaluza.

A su lado, su esposa Loli Gómez, cocinera de raza, heredó de su madre la sabiduría de una cocina ancestral que mira a la huerta, al aceite de oliva y a las especias de la tradición árabe. Hoy, junto a ellos, ya trabaja la segunda generación: Paco Jiménez (hijo) y su pareja Marian Peña, que continúan el legado con el mismo cariño y la misma disciplina.

Un mesón que es historia de Sevilla

Ubicado en el barrio de Bami, muy cerca del Hospital Virgen del Rocío y a un paso de la Avenida de la Palmera, la complicidad familiar se percibe desde que uno cruza la puerta. En las paredes, fotografías taurinas, cabezas de toros bravos y el color albero componen una estampa tan sevillana como los aromas que llegan desde la cocina. Aquí la modernidad se entiende como respeto por la tradición.

La carta que los define es un despliegue de platos que van desde los pescados fritos o guisados en salsa, mariscos y conchas hasta cachopos y flamenquines, arroces, carnes de cerdo o cordero. No hay plato que se les resista. Su propuesta se puede explorar a partir de sus montaditos —como el matecaito, de

Algunos de los platos, incluido el rabo de toro, que trabajan en Casa Paco.

Algunos de los platos, incluido el rabo de toro, que trabajan en Casa Paco.

Pero entre los muchos platos que llenan la carta —siempre fiel a las mejores materias primas—, hay uno que se lleva todos los aplausos: elrabo de toro estofado, emblema de la casa y plato predilecto de Herrera cuando visita el local. Servido en su punto, meloso y profundo, resume en cada bocado lo que es la cocina de Casa Paco: a, fuego lento y producto honesto.

Pero el rabo de toro no está solo. Otras joyas del recetario andaluz conviven con él, como la lubina con nido de garbanzos de Ubrique y baño de azafrán, las perdices estofadas, el bacalao a la molinera o el arroz con bogavante. En todos ellos se aprecia ese delicado equilibrio entre lo tradicional y un sutil toque de vanguardia, “atrevido pero respetuoso”, como gusta decir a la familia Jiménez.

Aquí, un plato de queso es, sencillamente, un plato de queso: sin vinagretas de Módena ni decoraciones superfluas. Y un jamón de bellota se presenta solo, con su pan y sus picos. En Casa Paco, el protagonismo siempre lo tiene el producto y sus chacinas dan prueba de ello.

El Mesón Casa Paco cuenta con dos salones —uno con nueve mesas y barra, y otro más reciente con diez—, siempre animados por el trasiego de clientes habituales, vecinos del barrio y curiosos que llegan atraídos por el boca a boca.

El ambiente es familiar, cercano, con ese tono alegre y sincero que define a la buena hostelería sevillana. Quizás por eso, figuras conocidas como Carlos Herrera lo tengan como referencia.

Y si aún queda sitio después del festín, la carta de postres merece un capítulo aparte. Tartas caseras, natillas, flanes y dulces de cuchara con los que cerrar, literalmente, una comida de domingo incluso entre semana.