Sin duda el éxito de Txoko Getaria ha sido, a pesar de su larga edad y trayectoria - su parrilla fue la primera en encender sus brasas, que comenzaron a arder en 1953- saber evolucionar y adaptarse a la actualidad dictada por la cocina. Su particular forma de mimar la cocina tradicional a base de pescados y mariscos lo ha convertido en referente de la costa guipuzcoana y ahora, momento en el que celebran su 70 aniversario, también en Mejor Asador del año, así lo han querido los premios Más Gastronomía del Diario Vasco. 

En la cuna de los asadores y parrillas no es tarea sencilla abrirse paso para acabar coronando el Olimpo. Ahora para Enrique Fleischmann todo son alegrías o así debería ser. Posiblemente la única tragedia en esta historia es la partida de Lourdes, que nos sirvió el día de nuestra comida, estando a las puertas de su jubilación. De los años que ha trabajado en Txoko ya casi ni se acordaba, son muchos, pero no hay duda de que la manera que tenía de entender el servicio todos ellos habría sido sin duda la receta para ganarse la fidelidad de sus clientes.

Fleischmann lleva 11 años al frente de Txoko, junto a su esposa, Maialen Gereka, tras coger el testigo de su suegro y seguir así alimentando el fuego que había mantenido vivo el negocio para posicionarse, a día de hoy, por su producto, cocina y ubicación, en una inmejorable experiencia en la costa guipuzcoana.

Txoko_terraza

Oda continua al producto

Con el puerto de Getaria a sus pies y el mar Cantábrico de testigo, Txoko Getaria ha construido una carta basada en el producto local que procede de las aguas que lo bañan. El producto se mantiene, la técnica también, aunque con matices. Aquí Fleischamann lleva por bandera la tradición, pero su entusiasmo por la gastronomía deja también paso a la vanguardia. 

Su parrilla lleva en activo desde 1953.

Su carta no descuida los imprescindibles que acostumbran a componer las propuestas de lo asadores, aunque va más allá. Hay clásicos como son la sopa de pescado o las anchoas en salazón (que en marzo apenas inauguraban la temporada), y entre otros entrantes como las croquetas de la amona o el pastel de cabracho, destacan unas almejas a la marinera, cuya receta -por supuesto, secreta- se sirve de un pesto de almendra para que no dejes de mojar pan. 

Lenguado y anchoas recién traídas del puerto de Getaria.

También le dan a los arroces, como el de bogavante o el negro con sepia y ali-oli. Y, por descontado, al solomillo y a la txuleta vasca. Otra muy buena alternativa y muy solicitada. 

Por su parrilla, la primera que se instaló en Getaria según consta en los registros oficiales, pasan frescos y lustrosos pescados como el besugo, el rodaballo, el rape, la lubina o el lenguado. Este último, al igual que al resto, lo terminan con la clásica bilbaína que obtienen de sus colágenos. Un espectáculo ver cómo sus lomos se separan de la espina durante su servicio en sala. Su carta de vinos es amplia, pero le dedican especial mimo a los txakolis de la zona. 

Un maravilloso lenguado tras pasar por la parrilla.

Una comida para disfrutar de principio a fin y llevársela para el recuerdo. Por algo su compromiso con la calidad, el sabor y el servicio, sabiéndose adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia, les han valido un premio. 

El interior de Txoko Getaria.