El patio del restaurante de la Clínica Buchinger en Marbella.
Así se hace el ayuno en la Clínica Buchinger, líder en el mundo: "Un señor se fue porque no le servimos alcohol"
Con 6.000 pacientes al año de más de 60 países, Ángel León entre ellos, y 100 años de experiencia, tiene una de sus sedes en Marbella.
Más información: Ayuno intermitente: qué es y cómo practicarlo con seguridad
En un rincón soleado de Marbella, rodeada de buganvillas en flor y con vistas al Mediterráneo, la Clínica Buchinger Wilhelmi lleva medio siglo perfeccionando una práctica ancestral el ayuno terapéutico.
Su prestigio la ha convertido en referente mundial para quienes buscan no solo perder peso, sino también limpiar cuerpo y mente, alcanzar equilibrio emocional y, en muchos casos, rediseñar su estilo de vida.
Fundada en 1973 y con pacientes de más de 70 nacionalidades, esta institución combina la tradición médica alemana con el arte de la hospitalidad mediterránea.
“El ayuno es mucho más que dejar de comer, es un proceso de transformación interior”, repiten los médicos de la casa, entre ellos los descendientes del doctor Otto Buchinger, pionero en esta disciplina.
El programa estándar oscila entre 10 y 21 días, aunque algunos huéspedes optan por la versión “exprés” de 10 días. Durante ese tiempo, la ingesta calórica se reduce drásticamente: caldos vegetales, infusiones y pequeñas raciones de yogur o zumos frescos.
La piscina que preside el amplio jardín de la Clínica Buchinger.
“El cuerpo busca su homeostasis, su equilibrio natural”, explican los especialistas, que aseguran que el cerebro también se beneficia de una suerte de “limpieza de neurotoxinas”.
Los efectos son visibles: piel luminosa, mejor descanso, claridad mental. “Es como ordenar un trastero interior lleno de objetos que ya no sirven”, resume una de las psicólogas de la clínica.
La sala de ayuno y reposo de la clínica.
Eso sí, no todo el mundo está preparado: “He visto a pacientes que al terminar reservan mesa en un restaurante de moda o que se escapan a por churros con chocolate”, confiesa entre risas Germán, uno de los masajistas del equipo.
La experiencia cotidiana
El día a día en Buchinger tiene algo de retiro espiritual. Las mañanas empiezan en la enfermería, siguen con caminatas bajo el sol marbellí y tratamientos personalizados: yoga, hidroterapia, masajes o arte terapia.
Muchos huéspedes se desplazan en albornoz, considerado el uniforme no oficial de la clínica, buscando la máxima comodidad.
Las comidas, cuando se rompen los días de ayuno, sorprenden por su nivel gastronómico. No se trata de comida de hospital: la cocina, dirigida por el chef Fernando Sánchez y un equipo de 20 cocineros.
Ofrece platos ovolactovegetarianos de entre 800 y 1.200 calorías diarias, preparados con productos procedentes de su propio huerto. “Una buena alimentación comienza en la tierra en la que se cultivan los alimentos”, defiende Sánchez, que lleva 15 años al frente de los fogones.
El desayuno llega en bandeja y para comer las hortalizas protagonizan el menú.
Las mesas del comedor, asignadas desde el primer día, son escenarios de tertulia sosegada. Se habla de destinos vacacionales, de las mejores habitaciones para evitar demasiado sol, o del pan de trigo sarraceno “que no hincha”, como comenta una clienta antes de regresar a Madrid.
Entre la salud y el lujo discreto
La media de edad ronda los 50 años, aunque cada vez llegan más ejecutivos jóvenes que buscan escapar del estrés. No en vano, “el estrés es la nueva enfermedad”, reconocen en la clínica. Pero tiene solución, advierte el doctor Younes Regragui, "depende también de ciertas costumbres que hacemos fuera del trabajo".
El 70% de los pacientes son repetidores fieles, algunos desde hace décadas. Entre los ilustres visitantes figuran nombres de la alta gastronomía como Ángel León.
"Hoy nos consideramos una escuela de salud, la gente viene a buscar soluciones, a entender su salud y ver un poco que les podemos dar después de haber ido a diez digestivos", explica Regragui sobre un perfil frecuente que acude con esa patología, donde un "80% es consecuencia de la mala alimentación".
Casona de Antares.
El ambiente de exclusividad se refuerza con las instalaciones: cuatro edificios rodeados de jardines, piscina climatizada todo el año a 27 grados, laboratorios propios y hasta una casa independiente, Antares, para quienes desean desconectar aún más en clave espiritual.
"Trabajamos en grupo, con médicos, nutricionistas, psicólogos, terapeutas, consultores, fisios... cuando abordo una terapia no es solo desde mi punto de vista" aclara Regragui, que trabaja con un gran equipo cualificado de especialistas que trata al paciente en conjunto.
En Antares se ubican salas para tratamientos de belleza, clases de arte, vitaminoterapia o psicología, para acompañar el proceso. "Cuando estamos ayunando no hay comida que cubra nada, por lo que tenemos mayor conciencia emocional" explica una de las psicólogas sobre los beneficios de acudir a terapia durante el ayuno.
A este proceso que llama la "limpieza de nuestro trastero interior", desde la clínica se centran "en la terapia breve y pensar en soluciones. Intentamos ir hacia objetivos concretos para dar un servicio que sea no por rápido menos eficaz, pero que sea eficaz rápidamente".
En el edificio principal conviven, además de varias salas para hacer ejercicio, otras consultas, como la de Fernando Fierro, que lleva siete años en la clínica, a cargo de la acupuntura médica, con la que "estoy activando un punto que va a lograr que vuelvas a como estabas al principio, sana, armónica, feliz y sin ninguna molestia", explica
Una de las terrazas con las que cuentan algunas de las habitaciones.
En Buchinger se cuida cada detalle, pero hay líneas rojas inamovibles. El alcohol, por ejemplo, no entra en los menús ni en las celebraciones internas.
“Un señor se fue porque no le servimos alcohol”, cuentan entre anécdotas la jefa de nutrición de la clínica, recordando que el compromiso con el método exige renunciar a ciertos placeres inmediatos.
El ayuno, advierten los médicos, no debe entenderse como un sacrificio forzado sino como una elección consciente. “No se trata de imponer un ‘tengo que’, sino de abrir la puerta al ‘puedo’”, explican.
Así, tras la estancia, muchos pacientes logran mantener los hábitos adquiridos durante tres meses o más, hasta que la rutina o la motivación flaquean.
Una filosofía de vida
El secreto de la Clínica Buchinger quizá no esté tanto en lo que se elimina —la comida, el alcohol, las pantallas— como en lo que se gana: tiempo, silencio, escucha del propio cuerpo.
“Ayudar a la gente te ayuda a ti también”, asegura Sonia Colón, profesora de arte terapia y ejemplo de cómo un entorno amable puede evitar cuadros de depresión o ansiedad.
Una de las clases de arte que se imparten en el centro a cargo de Sonia Colón.
El éxito de esta clínica reside en haber convertido el ayuno en una experiencia integral: médica, gastronómica, emocional y espiritual. Y es que, como recuerda uno de sus doctores, “es una pena pensar que el ayuno solo sirve para bajar de peso. En realidad, nos enseña a vivir mejor”.