El plato de las abuelas gallegas que arrasa en invierno: listo en 20 minutos y cargado de proteínas

Cada vez hay más interés por recuperar las recetas de antes, la cocina de las abuelas con productos locales y de temporada. Cocina rica y sin complicaciones hecha con cariño y con ingredientes fáciles de conseguir. Pero recuperar los platos que se guisaban hace décadas no está reñido con adaptarlos un poco a la vida de ahora.

Caldo gallego, la mejor receta para reírte del invierno

Uno de los ingredientes más utilizados por nuestras abuelas ahora es un bien escaso que constantemente buscamos optimizar. Después de haber tachado un cuarto del siglo XXI en el calendario, el tiempo se ha convertido en un artículo de lujo y, para muchos, es complicado dedicar a la preparación de alimentos la cantidad de horas que empleaban nuestras abuelas.

Esa velocidad a la que se desarrolla la vida en estos tiempos no quiere decir que las recetas de las abuelas tengan que perderse, pues ahora tenemos herramientas y recursos que ellas no tenían. Disponemos de medios para tomar atajos que nos permiten saltarnos algunos pasos o hacerlos mucho más rápido consiguiendo resultados muy parecidos.

Una receta equilibrada con ingredientes típicamente gallegos

La receta de hoy, que toma el atajo de utilizar garbanzos cocidos de bote para ahorrar los dos pasos más largos de su elaboración -remojo y cocción de la legumbre-, combina con éstos con dos ingredientes icónicos de la cocina gallega como son los grelos -un superalimento de temporada rico en fibra y con pocas calorías que casi nadie consume fuera de Galicia- y pulpo, un molusco rico en proteínas que aporta una cantidad importante de colágeno. Con estos tres ingredientes y algunos condimentos se puede preparar un platazo en aproximadamente 20 minutos que es perfecto para los días de frío.

Los garbanzos con pulpo y grelos forman un plato muy completo desde el punto de vista nutricional, combinando legumbres, mariscos y verduras en una receta equilibrada y rica en nutrientes esenciales. Los garbanzos aportan una buena cantidad de proteínas vegetales (alrededor de 8-9 g por cada 100 g), además de fibra dietética, que mejora la digestión y ayuda a mantener la saciedad. También son una fuente destacada de minerales como el hierro, el magnesio y el potasio, esenciales para el sistema nervioso y la función muscular.

El pulpo es un alimento bajo en grasas y rico en proteínas de alto valor biológico (aproximadamente 17 g por cada 100 g), además de ser una excelente fuente de minerales como zinc, yodo y selenio, que favorecen el metabolismo y el buen funcionamiento de la tiroides. Su contenido calórico es moderado, lo que ayuda a mantener un equilibrio energético en el plato.

Los grelos, finalmente, aportan ácido fólico y antioxidantes, además de un ligero amargor que equilibra los sabores del plato y mejora la digestión.

En total, una ración de este plato aporta entre 400 y 500 kcal. Su combinación de proteínas, fibra y grasas saludables hacen que sea una opción nutritiva y saciante que podría servir para una comida completa sin necesidad de servirla con otras guarniciones. Además, al no contener ingredientes ultraprocesados ni azúcares añadidos, es una receta que podría formar parte de una dieta equilibrada.

Algunos cambios que se pueden hacer en la receta

Dependiendo de los gustos y necesidades de cada uno y también del tiempo del que se disponga para cocinar, es posible hacer algunas adaptaciones de la receta que proponemos, que es la versión más sencilla. 

Se puede preparar un sofrito más elaborado, añadiendo tomate rallado y cocinándolo con la cebolla pochada hasta que se evapore toda su agua. Se puede sustituir el pimentón dulce por pimentón ahumado, que dará una capa extra de sabor y se puede añadir alguna guindilla al sofrito -que retiraremos al final- para dar un toque picante al plato.

En vez de caldo de pescado, puede emplearse un fumet casero de pescado y marisco. En el caso de no encontrar grelos, bien sea por vivir lejos de Galicia o porque éstos no estén en temporada, se pueden sustituir por otras verduras de hoja verde como kale -berza rizada- o, incluso, espinacas frescas.