¿A quién no le gustan las patatas fritas? Y, ¿a quién no le gusta salir a tomar unas tapas y pedir unas patatas bravas? Las papatas bravas son, sin duda, la tapa española por excelencia. La esencia de este plato aparentemente sencillo es la combinación de unas papas crujientes por fuera y cremosas por dentro, y una salsa deliciosa.

Aunque parezca complicado conseguir una salsa brava genuina, es muy fácil de hacer, y siempre sale riquísima. Por lo que, sin liarnos demasiado podremos ofrecer a nuestros amigos y familiares, una cena de tapeo dominada por las bravas.

Preparación de patatas bravas

Para preparar nuestra receta fácil de patatas bravas comenzamos poniendo una cazuela con abundante agua en el fuego. Mientras, pelamos las patatas, las lavamos y escurrimos, y las cortamos en dados de unos 6 cm de grosor. Cuando el agua rompa a hervir, vertemos las patatas y las cocemos durante 5 minutos. Posteriormente, las escurrimos y las metemos en la nevera para que se enfríen rápidamente.

En este tiempo, procederemos a colocar una sartén con abundante aceite al fuego, cuando el aceite esté muy caliente echamos las patatas, que habremos sacado previamente del frigorífico, y bajamos el fuego o la temperatura de la vitrocerámica. Las freímos unos 10 minutos o hasta que estén doradas. Las volvemos a escurrir, para quitar el exceso de aceite, y las volvemos a meter en la nevera. Subimos el fuego, de nuevo, y pasados 5 minutos, las volvemos a poner en la sartén, sin bajar el fuego, durante 2 minutos. Las sacamos, las ponemos en un plato con papel absorbente y reservamos.

Por otra parte, procederemos a elaborar la salsa brava. Para ello, cortamos una cebolla en cuadraditos muy pequeños, y la echamos en una sartén con una cucharada de aceite de oliva caliente. Cuando esté transparente, ponemos una o dos cayenas, según el picor que deseemos. Retiramos la sartén del fuego y echamos una cucharada de pimentón, removemos para que se mezcle bien con la cebolla, y vertemos el vaso de tomate y una cucharadita de azúcar, para corregir la acidez del tomate. Volvemos a ponerlo al fuego, a nivel medio, y lo cocinamos durante 5 minutos, sin dejar de remover.

Pasado este tiempo, incorporamos una cucharada de harina disuelta en un vaso de agua fría, mezclamos bien, y cubrimos con agua. Añadimos el colorante, y cocinamos otros 15 minutos más. Al final de la cocción echamos una cucharadita de vinagre, removemos. Cuando la salsa esté templada, la trituramos con una batidora, y la vertemos en una salsera o bol pequeño.

Para emplatar, colocaremos las patatas bravas en una fuente o plato amplio, y ponemos un poquito de salsa por encima. Servimos junto a la salsera, y ya podemos degustarlas.

Resultado

Como siempre que hago las patatas bravas en casa, no sobró nada, ni una sola patata, ni un gramo de salsa. Esta deliciosa tapa es un plato perfecto porque gusta tanto a los mayores como a los más pequeños de la casa. Es ideal como entrante, pero también como guarnición de una carne a la plancha o un pescado al horno.