
La receta típica de Cuaresma que mi abuela cocinaba siempre: fácil, con mucha proteína y deliciosa
La receta típica de Cuaresma que mi abuela cocinaba siempre: fácil, con mucha proteína y deliciosa
Con garbanzos y el 'pata negra' de los mares, es uno de los guisos más reconfortantes típicos de estas fechas.
Más información: El truco de Karlos Arguiñano para que los garbanzos queden mucho más apetecibles
Con la llegada de la Cuaresma, los platos tradicionales a base de pescado cobran protagonismo en las mesas de muchos hogares. Entre ellos, el bacalao, en sus distintas versiones, se erige como el rey indiscutible de la temporada. Ya sea en su variante fresca, como el prestigioso skrei noruego, o en su versión salada, este pescado es un imprescindible en la gastronomía cuaresmal.
En mi familia, la receta que mi abuela preparaba cada año, y después prepararía mi madre, tenía un papel especial: sencilla, nutritiva y llena de sabor, era un plato reconfortante que reunía a todos en la mesa, además de ser una de las más consagradas tradiciones de Cuaresma en España.
Se trata de un potaje de garbanzos, con espinacas y bacalao, una receta que no solo es parte de la tradición, sino que también es una fuente inigualable de proteínas, vitaminas y minerales esenciales.
El bacalao: un superalimento en la cocina de Cuaresma
Como bien señalan los expertos, el bacalao es un pescado magro con una cantidad mínima de grasas e hidratos de carbono, lo que lo convierte en un alimento ligero pero muy nutritivo. Su alto contenido en proteínas y ácidos grasos Omega-3 lo hace ideal para mantener una alimentación equilibrada.
Además, aporta vitamina A, crucial para la salud ocular e inmunológica, y vitamina B12, esencial para la formación de nuevas células. En el caso del bacalao salado, su proceso de curado con sal y tiempo realza su sabor y le aporta textura, lo que resulta un pescado perfecto para este tipo de recetas.
Potaje de vigilia: tradición y sabor en un solo plato

Los ingredientes del potaje de vigilia.
Tenemos ante nosotros la receta más tradicional de la Semana Santa que ha pasado de generación en generación en muchas familias españolas. Y la magia que esconde detrás, clave en su exitosa transmisión, es que su preparación es sencilla y los ingredientes son accesibles, lo que lo convierte en un plato ideal para quienes buscan mantener viva la tradición sin complicarse en la cocina. Y, ni que decir tiene, estar bien alimentado.
Ingredientes
- Bacalao salado noruego desalado, 300 grs
- Garbanzos, 300 grs
- Espinacas, 250 grs
- Cebolla, 2 ud
- Ajo, 4 dientes
- Huevo, 1 ud
- Pan, una rodaja
- Pimentón de la Vera, 1 cdta
- Laurel
- AOVE
- Sal
Paso 1
En una olla rápida, añadir un litro de agua, 2 dientes de ajo pelados, la hoja de laurel y los garbanzos ya remojados. Poner a fuego alto y cuando comience a salir vapor, bajar a fuego bajo y cocinar 15 minutos.
Paso 2
Para preparar el sofrito, picar fino uno de los dientes de ajo y pelar el otro. Pelar y picar la cebolla en juliana pequeña.
Paso 3
En una sartén, añadir el aceite de oliva virgen extra y freír el ajo a fuego medio. Cuando estén dorados, retirar el diente de ajo entero.
Paso 4
Añadir la cebolla y sofreír. Salar al gusto y cuando esté pochada, apagar el fuego y dejar atemperar un poco el aceite. Añadir una cucharadita de pimentón de la Vera y remover bien para que se integre perfectamente con el sofrito. Reservar.
Paso 5
En un cazo pequeño, hervir el huevo que se utilizará al final.
Paso 6
Pasado el tiempo de cocción de los garbanzos, dejar que salga el vapor de la olla antes de abrirla. Pasar el caldo colado a otra olla junto a los garbanzos, la hoja de laurel y los ajos y calentar a fuego medio. Añadir el sofrito y remover. Añadir las espinacas.
Paso 7
Añadir los tozos de bacalao noruego desalados y mover por las asas para que mezclen bien todos los ingredientes. Bajar a fuego bajo y en 5 minutos estará listo el potaje.
Paso 8
En una sartén con un poquito de aceite de oliva, freír la rebanada de pan hasta que esté dorada y crujiente.
Paso 9
En un mortero echar el pan frito desmenuzado y el diente de ajo reservado. Hacer un majado y añadir a los garbanzos con las espinacas y el bacalao. Pelar el huevo cocido, cortar en pequeños trozos y añadir a la olla a la cazuela justo antes de servir en la mesa.
Este plato es un verdadero emblema de la Cuaresma: humilde en su origen, pero rico en nutrientes y sabor. En cada cucharada, el recuerdo de mi abuela y sus manos sabias en la cocina se hace presente, transmitiendo el legado de una receta sin fisuras que nunca defrauda y alimenta siempre el alma.