Todo el que lleva poco tiempo usando una vitrocerámica de inducción lo ha pensado: “Tengo una vitrocerámica caprichosa”. En realidad, lo primero que piensas cuando cocinas con una vitrocerámica de inducción es “esto se ha roto”. Pero rápidamente ves que no, que unas veces funciona y otras no, así que crees que tu vitro te está tomando el pelo.

Trae instrucciones, claro, pero no explican por qué mi vitrocerámica, que ayer funcionaba perfectamente cuando puse un cazo de caldo con fideos en una zona determinada, hoy no detecta el cazo de ayer en la misma zona. Tampoco entiendo por qué si hace un rato la sartén con las patatas para la tortilla iba perfectamente en esa otra zona, ahora, tres minutos después, la dichosa vitrocerámica dice que ni en esa zona ni en ninguna que, si quiere tortilla cuajada, vuelva usted mañana.

Me he pasado una semana, el mismo tiempo que llevo viviendo en esta casa, discutiendo con esa vitrocerámica. Así que igual no es caprichosa sino sensible. O lo mismo no es sensible sino rebelde. O vaga. O le gustaba más la anterior inquilina y la echa de menos. O qué sé yo. Como ella no entraba en razones, he buscado en Cocinillas y en este artículo de Mer Bonilla tengo parte de la respuesta. A la inducción, el tamaño sí le importa. Así que ya he renovado cazos y sartenes con el diámetro adecuado. La otra parte de la respuesta, lo de por qué unos días ese cazo le valía en ese mismo hogar y otros no, lo iré descubriendo como se descubren las cosas importantes: con la convivencia.

Como no me fío todavía de la vitrocerámica, por si acaso, tengo a punto el horno. En cuanto llegué, lo limpié a fondo, lo rocié de KH-7 y estuve ahí un rato pensando en mis cosas mientras quitaba grasa requemada. Qué pereza más grande da limpiar el horno. Creo que no soy muy dada a usarlo para no tener que limpiarlo después. Luego, vi este artículo para limpiarlo con bicarbonato. Así que me guardo el truco para la próxima, porque normalmente el KH-7 siempre funciona mejor en mi imaginación que en la realidad.

Decía que ya tengo a punto el horno. Y conociendo los caprichos de la vitrocerámica y los sustos que me pega el lavavajillas, más me vale que vaya haciendo alguna recetilla o el día que lo quiera usar por necesidad, seguro que, como sus amigos los otros electrodomésticos, me va a liar alguna.

El lavavajillas funciona perfectamente, pero yo, que ando por casa siempre en silencio y concentrada en algo, me pego unos sustos tremendos cuando ese chisme se pone a pitar para avisarme de que ha acabado. Es un electrodoméstico tan eficaz como insistente. Pita y pita y pita para decirte que ya están los platos limpios.

Quizá este fin de semana haga alguna de las recetas con horno que hay aquí mismo, en Cocinillas. Una que me llamó mucho la atención el día que la publicamos fue la receta del pollo asado que dio Danny Salas para que te quede crujiente por fuera y blando por dentro. La verdad es que cuando he asado pollo en casa queda rico de sabor, pero sí que le falta el puntillo crunchi a la piel.

Una cosa que me gustaba mucho hacer al horno con esas habilidades culinarias que tenía cuando era estudiante era las empanadillas. Me sentía yo la ayatolá del nutricionismo, una lideresa de lo healthy, con mis dieciocho añicos y manejando con esa soltura un horno, evitando las frituras. También eran un hit mío de aquella época las pechugas de pollo con tomate y manchego al horno. Es muy sencillo de hacer: pones un poquito de aceite en la bandeja del horno para que no se pegue, colocas los filetes de la pechuga de pollo, les añades un poquito de pimienta, los cubres con salsa de tomate y rematas cada filete con una loncha de queso manchego. No les pongas sal porque con el tomate y el queso ya quedan saladitos.

En aquel momento —insisto, es receta de estudiante—, el tomate frito que usaba era el más barato que encontraba en el súper, pero ahora ya tenemos más traza y podemos hacer algo más elaborado, como un pisto manchego o esta salsa de tomate para pizza.

Y si quieres guardar un poco las formas, que la Navidad está a la vuelta de la esquina y mejor no empezar tan pronto con los excesos, estas cigalas al horno tienen poquísimas calorías. Cigalas… o unas gambas también nos valen.