Los bocadillos de Casa Jesús Mari.

Los bocadillos de Casa Jesús Mari. Bar Casa Jesús Mari (Facebook)

Actualidad gastronómica

El bar más mítico de Pamplona para comer en San Fermín: arrasan sus bocatas a 7€ y una bebida que casi nadie conoce

A pocas horas del chupinazo y de quitarse el pañuelo rojo de la muñeca para atárselo al cuello en honor a San Fermín, os traemos el mejor bar para reponer fuerzas durante las fiestas más famosas de Pamplona.

Más información: Los 8 restaurantes de Pamplona donde comer los mejores pinchos: de steak tartar, txuleta o anguila.

Publicada

En el corazón del casco viejo de Pamplona, en la calle San Agustín, se encuentra un pequeño establecimiento que ha logrado convertirse en toda una institución gastronómica durante los últimos 25 años.

El Bar Casa Jesús Mari es mucho más que una simple taberna: es el epicentro de unos de los mejores bocadillos de la ciudad y el hogar de una bebida tan especial como desconocida para muchos visitantes.

Alberto Díez Ruiz, José Luis Lizarraga Armendáriz y Luis Garceche Herreros tomaron las riendas de este emblemático local en 1998, cuando decidieron apostar por un negocio que ya funcionaba bajo el nombre de Casa Jesús Mari desde 1985.

La historia del nombre sigue siendo un misterio, pues ninguno de los propietarios originales se llamaba así, pero los actuales dueños decidieron mantener la denominación que ya era conocida y respetada en la ciudad.

Durante sus primeros años, el establecimiento era principalmente un bar de fiesta que además ofrecía bocadillos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, los bocadillos se convirtieron en el verdadero protagonista, hasta alcanzar el estatus de 'los bocadillos más famosos de Pamplona'.

La transformación fue tan exitosa que actualmente el bar puede servir hasta 400 bocadillos en un sábado cualquiera.

Los bocadillos más famosos de Pamplona

El bocadillo estrella es el Especial de la Casa, que incluye bacon, jamón york, tomate, queso, calabacín, mostaza y pimientos verdes del piquillo.

El interior de Bar Casa Jesús Mari.

El interior de Bar Casa Jesús Mari. Bar Casa Jesús Mari

Este bocadillo, que actualmente cuesta aproximadamente 7 euros, representa la esencia del local: ingredientes de calidad combinados con una preparación casera inigualable.

Todos los bocadillos son aptos para celíacos, excepto los que llevan pan normal, ya que toda la carta (exceptuando el pan tradicional) es sin gluten. Esta inclusión ha convertido al bar en un referente para personas con intolerancias alimentarias.

El misterioso chupito Akelarre

Pero Casa Jesús Mari no es famoso sólo por sus bocadillos. El establecimiento esconde un secreto líquido que pocos conocen: el chupito Akelarre.

Esta bebida, creada por los propios dueños nada más entrar al bar en 1998, se ha convertido en la bebida estrella del establecimiento.

Los chupitos 'Akelarre'.

Los chupitos 'Akelarre'.

El Akelarre es un chupito de fórmula secreta compuesto por tres licores, nata y canela. Los propietarios mantienen en secreto la receta exacta, convirtiéndolo en una bebida casi legendaria entre los habituales del local.

Su nombre, que evoca las reuniones místicas de brujas, añade un halo de misterio a esta creación que complementa la experiencia gastronómica del bar.

Un clásico de San Fermín

Durante las fiestas de San Fermín, Casa Jesús Mari cobra un protagonismo especial. Su ubicación estratégica en el casco viejo, muy cerca del frontón Labrit y de la Plaza de Toros, lo convierte en parada obligatoria para los pamploneses y visitantes que buscan un bocadillo de calidad antes de los eventos festivos.

El éxito de Casa Jesús Mari no ha pasado desapercibido. En 2021, el establecimiento recibió un Solete de la Guía Repsol, reconocimiento que destaca aquellos lugares que "despiertan una sonrisa" y "seducen por su cercanía y propuesta apetecible".

A diferencia de otros establecimientos del casco viejo, Casa Jesús Mari ha mantenido su ambiente familiar y acogedor; un lugar donde se puede ir tanto para encuentros entre amigos como para una parada rápida antes de una noche de fiesta.

Su decoración sencilla y su ambiente auténtico lo convierten en un refugio de la gastronomía tradicional pamplonesa.