
Aceiteras.
La inspección que sufren bares y restaurantes por las aceiteras rellenables
La ley, que tiene una década de vigencia, ha obligado a la Junta de Andalucía a intensificar las inspecciones durante 2025.
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En las mesas de muchos bares y restaurantes andaluces, un pequeño recipiente de vidrio o plástico que, a veces, pasa desapercibido, concentra uno de los debates más intensos en el ámbito gastronómico y agroalimentario: la aceitera rellenable.
Aunque prohibida por ley desde hace una década, su uso persiste en algunos establecimientos, lo que ha obligado a la Junta de Andalucía a intensificar las inspecciones durante 2025.
La Dirección General de Consumo ha puesto en marcha una campaña que contempla la inspección de más de 900 establecimientos de hostelería en toda la comunidad autónoma, con un objetivo claro: comprobar el cumplimiento de la normativa que prohíbe servir aceite de oliva en envases reutilizables.
La ley exige que estos aceites se presenten en envases etiquetados, con un sistema de cierre inviolable que impida su relleno. Una medida que busca no solo garantizar la trazabilidad del producto, sino también proteger la calidad del aceite y los derechos del consumidor.
Una ley con una década de vigencia… y aún incumplida
Esta cruzada normativa no es nueva. La normativa sobre aceiteras no rellenables con el propósito de salvaguardar uno de los productos más emblemáticos de la gastronomía española: el aceite de oliva virgen extra.
Sin embargo, según reconocen tanto el sector oleícola como las autoridades, una práctica que no solo va en contra de la ley, sino que también desprestigia al producto y pone en entredicho la experiencia del comensal.
Pedro Barato, presidente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, expresó recientemente su preocupación por la situación durante una reunión en Jaén con el consejero de Agricultura, Ramón Fernández-Pacheco.
En ese encuentro, Barato no dudó en calificar como “inadmisible” el grado de incumplimiento y pidió una vigilancia más estricta. “El consumidor tiene derecho a saber de qué calidad es, y si procede de oliva virgen extra o no. La ley no es un simple formalismo: es una garantía para todos”, subrayó.
Inspecciones más allá del aceite
La campaña de inspección andaluza, que se extenderá hasta diciembre, no se limita al control de aceiteras.
También vigila el cumplimiento de normativas relativas a precios visibles (incluidos los impuestos), disponibilidad de hojas de reclamaciones, cumplimiento de las medidas sobre alérgenos, venta por peso de ciertos alimentos, y más.
En la campaña de 2024, se realizaron 1.451 actuaciones en 798 establecimientos, con un 18,7% de expedientes por incumplimiento.
Entre las irregularidades más frecuentes detectadas el pasado año, destacan la ausencia de cartas de precios visibles, la falta de hojas de reclamaciones o la omisión de información obligatoria sobre alérgenos.
Sin embargo, lo que más preocupa a las autoridades en esta campaña es el uso indebido de aceiteras, un detalle que puede parecer menor, pero que tiene implicaciones importantes en términos de salud pública, transparencia y respeto por el producto.
¿Por qué importa tanto el tipo de aceitera?
Más allá del cumplimiento legal, la normativa protege un pilar esencial de la dieta mediterránea y de la identidad culinaria andaluza: el aceite de oliva.
Utilizar envases rellenables no solo impide al consumidor conocer el origen y calidad del producto que se le ofrece, sino que también puede dar pie al fraude alimentario. El relleno con aceites de inferior calidad, incluso mezclas de orujo o refinados, sin etiquetado visible, supone un engaño.
Además, para los miles de agricultores y productores oleícolas andaluces, cumplir esta ley significa defender un sector que representa una parte esencial de la economía rural y de la marca España en el mundo.