Las salinas de Vadofresno.
La apreciada sal que nace a 250 kilómetros del mar en un pueblo de Córdoba gracias al ingenio de los romanos
Un producto considerado 'oro blanco' para la gente local, símbolo de la cocina de la zona.
Más información: El sencillo truco que usan los cocineros para salvar las recetas cuando se han pasado con la sal.
En la campiña baenense, entre campos de olivos bañados por el sol, se extiende un paisaje marcado por un legado milenario: la sal. Baena (Córdoba, Andalucía) ha vivido siempre bajo su influjo, un recurso que brota de la tierra como prueba de antiguos mares desaparecidos.
Allí, el blanco de las salinas no es sólo un color, sino el reflejo de un oficio que ha moldeado la identidad de esta tierra, sostenido por generaciones y generaciones de salineros.
Estas salinas de interior, alimentadas por manantiales subterráneos ricos en sal, han sido explotadas desde tiempos antiguos, con evidencias de uso que se remontan a la época romana.
La sal, herencia de un mar desaparecido
En su apogeo, Baena contaba con más de 20 salinas activas, como las de Cuesta Paloma o El Granadillo. Estas instalaciones eran fundamentales para la economía local, ya que la sal se usaba para la conservación de alimentos o la alimentación del ganado.
Sin embargo, con el paso del tiempo y la industrialización, muchas de estas salinas cayeron en desuso, y hoy en día sólo unas pocas mantienen cierta actividad, principalmente por tradición y esfuerzo de sus propietarios.
La sal de las salinas de Vadofresno.
En las salinas, el salinero (último eslabón de una cadena generacional) supervisa la evaporación del agua en pozas de piedra, donde la salmuera se convierte lentamente en escamas blancas. Es un trabajo que ha resistido al tiempo, manteniendo viva una tradición que une al ser humano con la tierra.
Vadofresno: donde la historia y la sal se encuentran
Junto al río Guadajoz (el Salsum Flumen de los romanos), en la pedanía baenense de Albedín, las salinas de Vadofresno destacan por su valor histórico y natural. Aquí conviven vestigios de norias árabes, huertas centenarias y un paisaje donde el agua dulce y salada crean un equilibrio singular.
Visitar Vadofresno es adentrarse en el mundo de la sal. El recorrido muestra el proceso artesanal de extracción, desde el manantial salino (rico en minerales) hasta la obtención de sales gourmet, cada una con su propio carácter.
Pero lo más llamativo es su huerto salado, donde cultivos como la Salicornia (conocida como "espárrago de mar") crecen en un entorno inusual, demostrando cómo la agricultura puede adaptarse incluso a terrenos salinos.
Un acompañante de lujo en la gastronomía local
En Baena, la sal no sólo sazona, también une. Es el vínculo entre el aceite de oliva virgen extra, los vinos de la zona y los productos de la huerta, dando forma a una cocina con raíces profundas.
Cada grano guarda siglos de historia, desde los romanos hasta los campesinos que hoy mantienen viva esta tradición. Un viaje, en definitiva, para quienes creen que el lujo no está en el oro, sino en el tiempo detenido.