El bar más antiguo de Sevilla donde disfrutar de su tapa de garbanzos más emblemática durante la Feria de Abril

El bar más antiguo de Sevilla donde disfrutar de su tapa de garbanzos más emblemática durante la Feria de Abril

Actualidad gastronómica

El bar más antiguo de Sevilla donde disfrutar de su tapa de garbanzos más emblemática durante la Feria de Abril

Abierto desde hace más de 360 años, el Rinconcillo es toda una institución del tapeo en la capital hispalense.

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La Feria de Abril de Sevilla en 2025 se celebrará del 6 al 11 de mayo, aunque el pistoletazo de salida (gastronómicamente hablando) será protagonizado por tradicional cena del 'pescaíto' prevista para la noche del lunes 5 de mayo.

Una Portada engalanada con más de 20.000 bombillas, trajes de flamenca por doquier, casi 450.000 metros cuadrados de recinto festivo, más de dos millones de visitantes cada año, alrededor de 90.000 farolillos… Todo está cuidado al detalle para celebrar una de las fiestas más importantes de Andalucía a la que peregrinan desde puntos de toda España.

Más allá de pasear entre las más de 1.000 casetas que se despliegan por el recinto ferial, hay muchas maneras de disfrutar de Sevilla durante una de sus mejores épocas del año. Además de entregarse al rebujito, asistir a un espectáculo de flamenco y bailarlo como si lo llevaras en las venas, dar un paseo por el Guadalquivir o visitar el Alcázar, su Catedral o la Giralda, ir de bar en bar por Triana es una de las planes en la lista.

El Rinconcillo, en el corazón de Sevilla.

El Rinconcillo, en el corazón de Sevilla.

En las cercanías del barrio, en la esquina de las calles Gerona y Alhóndiga, hay un rincón que parece ajeno al paso del tiempo. Allí se alza imperturbable desde 1670 El Rinconcillo, el bar más antiguo de Sevilla, donde cada año los visitantes se congregan no solo por el embrujo de su historia, sino por un festival de taperío andaluz que se ve representado por recetas como esta: las espinacas con garbanzos.

Durante la Feria de Abril, cuando la ciudad entera se convierte en una celebración de sus raíces, El Rinconcillo se transforma en parada obligatoria para quienes desean saborear esa Sevilla eterna. Los camareros, con impecable destreza, siguen anotando las comandas en la barra de caoba con tiza, como se hacía hace más de un siglo, en un gesto que parece coreografiado por la historia.

Un ritual de sabor y memoria

En un pequeño plato de barro, humeante y perfumado, es donde se sirven estas espinacas con garbanzos. Una receta cuya esencia proviene de la cocina andalusí, donde el comino, el ajo y el pimentón se entrelazan con una suavidad que solo el tiempo ha sabido perfeccionar. De ese legado conservan otras muchas elaboraciones propias.

Aunque la Feria ofrece una infinidad de propuestas culinarias —desde el gazpacho más refrescante hasta las pavías de bacalao más crujientes—, pocos platos logran el consenso unánime que despiertan las espinacas con garbanzos del Rinconcillo.

Surtido de tapas, entre las que se encuentran sus garbanzos con espinacas.

Surtido de tapas, entre las que se encuentran sus garbanzos con espinacas.

El ambiente del bar añade aún más profundidad a la experiencia. Botellas centenarias, jamones colgantes, tapices del siglo XVII y suelos de loza de Tarifa componen un decorado que rivaliza con cualquier museo.

Subiendo a la planta superior, donde el restaurante ofrece un ambiente más señorial, las tapas y cocina tradicional siguen siendo protagonistas. Allí, rodeado de ladrillo visto, sillas de enea y ventanales típicos, el visitante puede completar su experiencia en un entorno donde cada rincón cuenta una historia.

El Rinconcillo, en Sevilla, abierto desde 1670.

El Rinconcillo, en Sevilla, abierto desde 1670.

Más allá de su relevancia gastronómica, El Rinconcillo encarna un patrimonio cultural intangible. La pervivencia de sus costumbres, el respeto por la autenticidad de su cocina y la fidelidad a sus raíces lo convierten en mucho más que un bar: es una cápsula del tiempo comestible.

Durante esta Feria de Abril, entre rebujitos y sevillanas, no hay mayor homenaje a la ciudad que sentarse en la barra de caoba del Rinconcillo, dejarse envolver por la historia y saborear esa mítica tapa que ha conquistado generaciones. Porque en Sevilla, hay placeres que no cambian. Y este, sin duda, es uno de ellos.