Marbella Club, un jardín del edén a pie de playa que se nutre de un huerto propio con más de 300 hortalizas

Marbella Club, un jardín del edén a pie de playa que se nutre de un huerto propio con más de 300 hortalizas

Actualidad gastronómica

Marbella Club, un jardín del Edén a pie de playa que se nutre de un huerto propio con más de 300 hortalizas

Este hotel, icono del lujo marbellí, celebra su aniversario con la ampliación de su finca para albergar un proyecto de jardinería y cultivo sin precedentes en la zona. 

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Si el lujo verdadero reside en lo que no se ve, en lo que se siente y se saborea con calma, entonces el Marbella Club lleva más de 70 años redefiniendo ese concepto desde la Costa del Sol. Enclavado entre el Mediterráneo y la Sierra Blanca, este mítico resort no solo ha sido el refugio de la aristocracia y la jet set internacional, sino que hoy también es un referente de sostenibilidad, gastronomía consciente y conexión con la tierra.

La más reciente y ambiciosa apuesta del hotel —la extensión del proyecto a la Finca Ana María— no es solo un nuevo jardín, sino una declaración de intenciones. A tan solo unos pasos del mar, un vergel de 50.000 metros cuadrados da vida a más de 300 variedades de frutas, verduras y hortalizas.

Tomates “huevo de toro”, coles de mil formas, guisantes dulces, alcachofas que se convierten en kombucha y hasta vinagre de ciruela hecho en casa: todo se cultiva, se recolecta y se transforma en este paraíso hortícola donde el pasado y el futuro dialogan entre aromas de jazmín y tierra húmeda.

La historia de Marbella Club

Retratos del pasado recuerdan la historia del hotel.

Retratos del pasado recuerdan la historia del hotel.

A mediados de los años 40, el príncipe alemán Maximiliano Eugenio de Hohenlohe visitó Marbella después de escuchar a su primo Ricardo Soriano hablar maravillas de esta zona del Mediterráneo. Durante una ocasión, visitando la zona, con el fin de tomar un descanso después de un agotador día de pesca, se resguardó debajo de la sombra de unos árboles que encontró.

Ese sitio, en aquel momento llamado la finca Santa Margarita, es donde se acabaría erigiendo este icono del lujo e historia de Marbella. Fue Alfonso, su hijo, quien acudió al año siguiente para poner en marcha su construcción. La primera casita que edificó, como refugio mediterráneo de la familia Hohenlohe, es la que ahora ocupa un fabuloso kids club donde es imposible que nadie sienta remordimientos al dejar ‘solos’ a sus hijos.

Alfonso, que había estudiado agricultura y estaba muy bien relacionado, comenzó a invitar a gente en su casa, pero dado que no podía acogerlos a todos, comenzó construyendo un pequeño motel de 20 habitaciones. Una especie de club del que toma el nombre el hotel, inspirado en el típico motel californiano con su plaza y sus calles. Guiños que forman parte de las etapas de la vida del príncipe, como la correspondiente a México, desde donde se trajo la primera pista de padel que tuvo Europa.

Varios de los salones en el edificio principal del hotel.

Varios de los salones en el edificio principal del hotel.

Poco a poco, el motel, austero y sin grandes lujos en sus inicios, comenzaría a hacerse famoso por la celebración de sus populares fiestas temáticas. De ellas ahora queda el recuerdo que viste tantos rincones del hotel con fotos en blanco y negro. Las decoradoras Marie Caroline Williams y Paola Gallardi tienen la culpa del exquisito gusto con el que están ahora decorados.

En los 70, los "competidores a nivel destino eran la Costa Azul de Francia o la costa de Italia" y aquí los clientes podían fluir con libertad y privacidad, y “eso es lo que hoy en día es lo que el hotel sigue ofreciendo”, explica la directora de comunicación del hotel.

El restaurante El Patio.

El restaurante El Patio.

Ese espacio, según el hotel fue creciendo, pasaría a ubicar, además de la imponente recepción que da la bienvenida a la llegada al hotel, varios salones, así como las exclusivas tiendas de grandes firmas como Chanel o Loewe; el salón de belleza; una tienda de regalos de la que cuesta salir, y El Patio, uno de los restaurantes principales.

La entrada a la tienda de regalos del hotel.

La entrada a la tienda de regalos del hotel.

Ocho espacios gastronómicos en un solo hotel

El Patio, el Grill, El Olivar, Summer bar, la coctelería Rudi's, Finca Ana María, el Beach Club y El Chiringuito son los ocho espacios gastronómicos con los que cuenta el hotel. Fuera de temporada, junto al Summer bar, el único que cierra es El Chiringuito, ya que al estar a pie de playa puede verse afectado por las inclemencias del tiempo.

La coctelería Rudi's.

La coctelería Rudi's.

Cocina de finca: del huerto al plato (sin escalas)

La gastronomía de Marbella Club ya era célebre por su elegancia sin ostentación, pero ahora es también un ejemplo de cocina regenerativa, viva y cambiante. “El Olivar”, el restaurante liderado por el chef Andrés Ruiz, ha sido trasladado a la Finca Ana María, junto a una piscina de adultos envuelta en naranjos y silencio. Allí, el menú no se imprime, se escribe a diario en pizarra según lo que la tierra ha querido regalar esa mañana. Todo es efímero, todo es único.

El huerto de la Finca Ana María.

El huerto de la Finca Ana María.

El restaurante se nutre directamente del huerto, sin intermediarios. Y lo que no se consume fresco, se transforma en el recién estrenado Olivar Lab, un laboratorio culinario donde se experimenta con fermentos, encurtidos, mermeladas y conservas caseras bajo una filosofía de aprovechamiento total. Nada se desperdicia; todo se transforma. Es la “despensa de la abuela”, elevada a arte contemporáneo.

El restaurante El Olivar.

El restaurante El Olivar.

SustainTable: cuatro estaciones, una sola tierra

Pero no es solo lo que se come, sino cómo se celebra. Con su puesta en marcha, la Finca Ana María es también sede de las SustainTables, una serie de encuentros a cuatro manos que reúnen al chef wellness del hotel, Andrés Ruiz, con talentos de la talla de Coco Montes, Iago Pazos, Iris Jordán o Jesús Segura.

Una oda al producto local, al sabor estacional y a la conciencia ecológica que invita a redescubrir la cocina desde el respeto absoluto a su origen. Todo ello orquestado junto al ecologista Alejandro Orioli y la Fundación Arboretum, quienes han creado un ecosistema en el que biodiversidad y hospitalidad se dan la mano.

Una ventana a la despensa del hotel Marbella Club.

Una ventana a la despensa del hotel Marbella Club.

Más que lujo: un estilo de vida

El Marbella Club nunca ha seguido las modas. Su lujo se mide en detalles: en el pan de masa madre horneado en el nuevo Obrador mientras aún amanece; en el paseo por los jardines subtropicales que el príncipe Alfonso mandó poblar de especies exóticas traídas por amigos viajeros; en los vinos seleccionados por Ángel González —uno de los cinco mejores sumilleres de España— para las La Concha Conversations Wine Series, donde se celebra al vino como expresión cultural y artística.

No es casual que los niños tengan su propio huerto en el Kids Club, ni que los adultos puedan vivir experiencias como el Kitchen Garden o la ruta sensorial del tomate. Tampoco lo es que detrás de la parrilla siga el legado de Roque, hijo del maestro asador que ya cocinaba para las estrellas que llegaban en Rolls Royce.

Este rincón de la Milla de Oro, que comenzó siendo una casa de veraneo en 1946, hoy se reinventa sin perder la esencia. Lo hace respetando sus raíces, pero con la vista puesta en el futuro: un turismo más consciente, una cocina con alma y un estilo de vida en sintonía con la naturaleza.