La falta de relevo generacional amenaza el saber hacer de los maestros del ron ligero cubano

La falta de relevo generacional amenaza el saber hacer de los maestros del ron ligero cubano

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La falta de relevo generacional amenaza el saber hacer de los maestros del ron ligero cubano

Fue un español, Facundo Bacardí, el creador de la primera fábrica de ron en Cuba.

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Entre barriles impregnados de historia y aromas de caña añejada, un grupo selecto de artesanos lucha por mantener viva una de las tradiciones más emblemáticas de Cuba: el saber hacer del ron ligero. Sin embargo, el relevo generacional de los maestros roneros está en peligro, y con ello, el futuro de un arte que ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Un oficio que se hereda con el tiempo

Osmany Cardentey, de 50 años, es uno de los cinco aspirantes a maestro del ron en la isla. Su camino no ha sido fácil. Lleva más de 18 años inmerso en el universo del ron cubano, aprendiendo pacientemente cada detalle de un proceso que combina tradición, experiencia y un profundo conocimiento sensorial. “Es sentir la pasión y estar dispuesto a defender esa cultura que nos hace únicos”, asegura Cardentey en una entrevista con EFE, con la convicción de quien ha encontrado su vocación.

Ser maestro ronero no es una meta que se alcance con rapidez. Según Asbel Morales, uno de los expertos de mayor prestigio en Cuba, “no hay una obra completa si no se deja preparado el camino para la próxima generación”. Y es que la transmisión de conocimientos en este oficio no sigue un plan de estudios formal, sino que es una enseñanza basada en la práctica y la experiencia acumulada.

Fotografía de una especialista en la calidad del ron inspeccionando barriles de añejamiento, en la destilería cubano-francesa Havana Club en San José (Cuba) EFE Ernesto Mastrascusa

Fotografía de una especialista en la calidad del ron inspeccionando barriles de añejamiento, en la destilería cubano-francesa Havana Club en San José (Cuba) EFE Ernesto Mastrascusa

El Movimiento de Maestros del Ron Cubano, la comunidad que agrupa a estos guardianes del saber hacer, está compuesta por apenas 14 personas: dos primeros maestros, siete maestros y cinco aspirantes. Un número reducido para garantizar la continuidad de una tradición que se ha mantenido por más de 150 años.

El desafío del relevo generacional

El mayor reto que enfrenta la industria del ron cubano es la falta de jóvenes que se interesen por este oficio. A pesar del prestigio y la importancia cultural del ron ligero, pocos cubanos están dispuestos a dedicar décadas a un aprendizaje riguroso y exigente. Se necesita una formación integral que abarca desde el conocimiento de la caña de azúcar hasta la ciencia de la fermentación, la destilación y el envejecimiento. Además, el maestro ronero debe desarrollar un sentido del olfato y del gusto excepcional, afinado con años de práctica.

El proceso de selección es extremadamente riguroso. No basta con tener conocimientos técnicos; los aspirantes deben demostrar una verdadera vocación y un compromiso absoluto con la tradición. “En la medida en que empiezas a descubrir el proceso, te apasionas y te enamoras”, explica Cardentey. Sin embargo, la pasión no siempre es suficiente cuando las oportunidades económicas en otras áreas de la industria alimentaria o el turismo resultan más atractivas para las nuevas generaciones.

Un legado en peligro

El ron ligero cubano no es solo una bebida; es parte de la identidad nacional. Su origen se remonta al siglo XIX, cuando el español Facundo Bacardí perfeccionó el proceso de destilación en Santiago de Cuba, dando nacimiento a un producto que conquistaría el mundo. Hoy, las grandes marcas como Havana Club, Ron Santiago y Cubay dependen de la pericia de los maestros para mantener la calidad y el carácter único de sus destilados.

Pero sin relevo generacional, este conocimiento corre el riesgo de diluirse. La UNESCO reconoció en 2022 la importancia del saber hacer de los maestros del ron ligero cubano, pero la distinción no basta para asegurar su supervivencia. Se necesitan estrategias concretas para atraer y formar a nuevas generaciones, garantizar condiciones laborales atractivas y promover este oficio como un patrimonio vivo y dinámico.

Mientras tanto, en la ronera San José, los aspirantes como Osmany Cardentey continúan su aprendizaje, con la esperanza de convertirse en los futuros guardianes de este arte. Para ellos, el ron no es solo una bebida, es historia, identidad y cultura. La pregunta que queda en el aire es: ¿habrá suficientes jóvenes dispuestos a recoger el testigo?