Cuando A Coruña fue el epicentro comercial del planeta gracias a las especias

El 20 de septiembre de 1519, cinco naves con 250 hombres partían de España. La expedición tenía el propósito de abrir una ruta comercial con las islas de las especias por occidente, buscando un paso entre el océano Atlántico y el océano Pacífico con el que cumplir el sueño del almirante Cristóbal Colón. Pero aquellos héroes no solo cumplirían aquel sueño, sino que acabarían superándolo en la mayor aventura marítima de todos los tiempos. Finalmente, tras haber recorrido 42.000 millas, dos vueltas al mundo, el 6 de septiembre de 1522, una nave escorada y desarbolada, llegaba al puerto de Sanlúcar de Barrameda. A bordo tan solo 18 escuálidos hombres y 3 indios de las islas Molucas. El comandante de aquella extraña expedición, que decía llamarse Juan Sebastián Elcano, afirmaba que eran los supervivientes de la armada de Magallanes. Lo habían conseguido. Habían vuelto a casa tras consumar una de las mayores gestas de todos los tiempos, la circunnavegación de la Tierra. Para fiscalizar el comercio de especies por esta nueva ruta, el emperador Carlos I decidió que una sola ciudad era idónea para aquel cometido: A Coruña, convirtiendo a esta pequeña villa en el epicentro comercial de todo el planeta.

En 1503, los Reyes Católicos decidieron fundar la Casa de Contratación de Indias en Sevilla con el objetivo de controlar y registrar todo el comercio castellano con América, pero una vez que los españoles fueron conscientes que aquellas tierras no eran las Indias a las que los portugueses ya habían llegado navegando hacia el este, la monarquía española trató de organizar distintas expediciones navales para encontrar un paso marítimo alrededor de América. Este paso lo encontraría la flota de Magallanes, que regresó a España comandada por Juan Sebastián Elcano aquel 6 de septiembre de 1522.

Desde ese momento, el monopolio de las especias recayó en la Casa de Contratación de Sevilla, sin embargo, las abusivas tasas impuestas por esta y la lejanía del norte de Europa, los grandes consumidores de especies, fue el estímulo necesario para elegir un nuevo puerto desde el que controlar este monopolio.

Y ese puerto era A Coruña.

A principios de diciembre de 1520, nobles gallegos, convocados por el arzobispo de Santiago, se reunieron en la población de Melide para elevar al rey, entre otras cuestiones, la posibilidad de que A Coruña tuviera la Casa de la Especiería. Ahí se aglutinaría todo el comercio de especias que iba a abrirse a raíz de la expedición de Magallanes-Elcano. La solicitud explicaba que la ciudad era un puerto muy seguro, era válido para buques de gran calado (algo que no tenía Sevilla), estaba cerca de los mercados clave de especies del norte de Europa y además el poder del rey en la ciudad estaba fuera de toda duda, algo que no podían decir otros puertos.

La idea era dividir el comercio entre dos ciudades y dos instituciones. Sevilla y su Casa de la Contratación continuarían gestionando el comercio con la Indias Occidentales (América), mientras A Coruña y su nueva Casa de la Especiería cumplirían el mismo cometido con las Indias Orientales.

Según esta petición, todas las naves que participasen en este novedoso comercio de especias, deberían partir y retornar al puerto de A Coruña. El rey, que ya había sido informado de estas pretensiones en las Cortes que había celebrado en la ciudad en mayo de aquel mismo año, recibió la petición y la hizo llegar al Consejo de Indias.

Una importante figura de la época también apoyaba la creación de esta Casa de la Especiería en A Coruña, García Jofre de Loaísa, quien, junto con un poderoso grupo de comerciantes, se comprometió a sufragar y comandar una expedición a las Islas Molucas para tomar posesión de ellas para la corona española.

A pesar de las claras ventajas de este proyecto, se dejó enfriar en la nevera hasta el regreso de Elcano en septiembre de 1522, momento en que se retomó y el Consejo de Indias le dio su visto bueno, a pesar de las quejas de los andaluces, que intuían el negocio que se iban a perder.

En una capitulación con fecha 22 de diciembre de 1522, Carlos I otorga a la Casa de la Contratación de A Coruña la trata de la Especiería, siendo parte de los privilegios o derechos de dicho organismo la organización de sus flotas y expediciones, lo que provocó que la ciudad recibiera un importante impulso en su economía, así como un incremento en su exposición a ataques piratas.

García Jofre de Loaísa partiría en 1525 de A Coruña en su expedición para hacerse con el control del comercio de especias, pero de los siete barcos y 450 marineros que se hicieron a la mar, tan solo regresarían 24 hombres y un barco, once años después. Por mucho que le pese a los ingleses, en la segunda circunnavegación de la historia a la Tierra. Entre los muertos, el propio Loaísa y Elcano.

Cuando llegaron, la Casa de la Especiería de A Coruña ya había dejado de existir. El emperador tenía frentes abiertos en media Europa y sus gastos eran enormes, así que decidió vender sus “derechos” a las especies a Portugal en un acuerdo conocido como el Tratado de Zaragoza, que se firmó en 1529, lo que supuso la desaparición de la institución coruñesa.

De esta manera el sueño de los nobles gallegos de obtener poder y riqueza gracias a las especias se vio truncado. Pero a pesar de que su efímera existencia, jamás debemos olvidar que hubo una época en que A Coruña tuvo el control del comercio de las especias en Europa y que, durante siete años, fue uno de los epicentros comerciales del mundo. ¿Cuántas ciudades pueden decir lo mismo?

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

• es.wikipedia.org
• lavozdegalicia.es
• laopinioncoruna.es
• 1001especias.com
• elkanofundazioa.eus
• eldebate.com
• afundacion.org
• vcentenario.es
• armada.defensa.gob.es
• artehistoria.com
• abc.es
• libertaddigital.com