¿Oa, oa, oa, Iniesta a la Moncloa?

¿Oa, oa, oa, Iniesta a la Moncloa?

La tribuna

¿Oa, oa, oa, Iniesta a la Moncloa?

El autor reflexiona sobre los efectos que podría tener en las urnas el hecho de que hubiera elecciones generales en junio y la campaña coincidiera con la Eurocopa de Francia.

16 abril, 2016 01:58

La polvareda que se levantó en las elecciones de 1986 con aquella especie de propaganda subliminal a favor del PSOE en el telediario de TVE!  La madrugada anterior España había vapuleado 5-1 a la poderosa Dinamarca de Laudrup en el Mundial de México. En el resumen del partido que ofreció el telediario, mientras Butragueño marcaba uno de los cuatro que anotó, aparecieron sobreimpresionadas en mayúsculas, en la parte inferior de la pantalla, las siglas PSOE. El partido de Felipe González trataba de revalidar su mayoría absolutísima de 1982 después de haber vencido la batalla del referéndum de la OTAN en marzo.

¿Fue una utilización artera, una manipulación de la televisión pública en plena campaña electoral? No olvidemos que el partido, de octavos de final, se disputó el jueves 18 de junio, y las elecciones serían cuatro días después, el domingo 22. El entonces director de Informativos defendió siempre que fue un lamentable fallo técnico y habrá que creerle, pero siempre quedará una pequeña duda… y la anécdota para el recuerdo. No en vano la Wikipedia, en la voz “Elecciones Generales de 1986”, le dedica un epígrafe entero al famoso gol, cuyo autor fue coreado en las calles al grito de “¡Oa, oa, oa, el Buitre a la Moncloa!”.

Resultados malos en la fase de grupos podrían provocar reacciones generalizadas de pesimismo colectivo

Valga esta larga introducción porque, si todo sigue su curso previsible, el próximo 26 de junio nos va a pillar votando… con la Eurocopa de Francia en los talones. Si España pasa a octavos de final como primera de grupo, el partido lo jugaría a las nueve de la noche del sábado 25. En otro caso, jugaríamos el 26 o el 27. Y en cualquier caso vayamos a la cuestión mollar. ¿Pueden acontecimientos de tanta repercusión social influir en el voto? ¿Son, somos, los votantes sensibles a los estados de ánimo que pueden provocar, para bien y para mal, los resultados de la Selección española de fútbol? (Dando por sentado que hagamos un 5-1 o algo parecido en octavos, cosa que está por ver pues los más pesimistas ni siquiera nos ven en octavos).

Resultados desalentadores, malos o calamitosos en la fase de grupos podrían provocar reacciones generalizadas de pesimismo colectivo en la masa futbolera, que no es exigua en España. La psicología social, sin que yo sea un experto consumado en esas lides, funciona en ocasiones por impulsos que provienen de contextos reales o percibidos. No sería raro escuchar comentarios del estilo: “es que ya ni en fútbol”, “a dónde vamos a parar”, “esto es un desastre”, “seguimos yendo para abajo”, “que se largue Del Bosque como todos los políticos”, y añadan ustedes mismos cualesquiera otros de índole similar. Un estado de ánimo así podría, por ejemplo, propiciar un mayor abstencionismo, que a su vez beneficiaría a unos o a otros según lo determinara la varita mágica de los cocientes del señor d’Hondt.

La instalación de un estado de ánimo en la psicología colectiva de un país puede tener efectos políticos

Recordemos un caso que me parece paradigmático de cómo la instalación de un estado de ánimo generalizado en la psicología colectiva de un país puede tener efectos políticos notables. ¿Recuerdan el “España va bien” de la etapa gloriosa de Aznar? Lo que empezó siendo una especie de eslogan fabricado en Moncloa para resumir el entonces llamado milagro económico que nos metió en el euro, acabó convirtiéndose en una especie de mantra repetido hasta la saciedad por unos y por otros, por tirios y troyanos, por los favorables al PP… ¡y por los rivales aunque fuese solo para intentar desmontarlo! Abundaban los chistes, los sketches de humor en televisión (era la época de los guiñoles de Canal Plus) y los comentarios en la calle en boca de la gente corriente. Fue todo un éxito que se instaló, gustara o no, se compartiera o no, se dijera en serio o en broma, en la memoria colectiva del país.

Algo parecido, aunque esta vez para mal, ha ocurrido más recientemente con “los recortes de Rajoy” o el grito “No a los recortes”. Permítaseme una anécdota personal al respecto. Estaba yo corriendo la maratón de Barcelona en 2012. Transcurría en un momento dado la carrera por el Eixample, cerca de la Sagrada Familia. Allí las calles forman unas perfectas cuadrículas y, al dar los corredores un giro de noventa grados para tomar una calle a la derecha, un corredor listillo aprovechó para trazar una hipotenusa en vez de ir por los catetos y ganar así un par de segundos y algunas posiciones. Oí entonces justo a mi espalda a un compañero de fatigas que le recriminó la conducta gritándole: “No a los recortes”. Suscitó las carcajadas de todos.

Las opiniones compartidas por sectores sociales extensos llegan a calar en el modo de ver la realidad

Vemos, pues, que para bien o para mal, los estados de ánimo, las opiniones compartidas por sectores más o menos extensos o por grupos determinados llegan a calar en el modo de ver o enfocar la realidad. No podemos desechar a priori que el fútbol pueda influir en unas elecciones. Si “España va bien” en la Eurocopa, ¿por qué cambiar? (Y léase esto en el doble sentido deportivo y político). Ciertamente es algo que pertenece más al subconsciente colectivo, pero el subconsciente existe y actúa, no nos engañemos.

Eso sí, tampoco seamos ingenuos, porque no sólo de fútbol vive el hombre y los problemas reales son otros más importantes y la gente sabe discernir, especialmente cuando estamos en una crisis política e institucional, y aún también económica, profunda. Aunque Iniesta-de-mi-vida vuelva a hacer de las suyas, quizás el horno no esté para muchos bollos balompédicos. Pablo Iglesias no pasaría a votar al PP,  de eso pueden estar seguros. Concedamos, no obstante, el beneficio de la duda porque el ser humano tiene un componente emocional a la par que racional.

Posdata. Dicho todo lo cual, recuérdese que España ganó el Mundial de Sudáfrica en plena depresión… y de ella no salimos hasta varios años después si es que hemos salido.

*** Carlos Barrera es profesor titular de Comunicación electoral de la Universidad de Navarra.

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