Depende de la entidad y del tipo de producto. La mayoría de las cuentas sin comisiones tienen una serie de condiciones que el titular debe cumplir para que sean gratuitas, desde domiciliar la nómina hasta mantenerla abierta un periodo mínimo de tiempo, o ser menor de una edad determinada.

Cuando esas condiciones se dejan de cumplir, la cuenta empieza a tener distintos costes. Hay que tener especial cuidado con aquellas que vinculan la eliminación de las comisiones a requisitos temporales, como una permanencia o un límite de edad, puesto que una vez rebasado, el producto comenzará a tener costes de forma automática.

En el caso de las cuentas sin comisiones que vinculan esa eliminación de costes a una nómina o ingreso mensual recurrente de otro tipo, la única precaución que debe tener el titular es asegurarse de seguir depositando en la cuenta la cantidad mínima requerida en el caso de que su situación laboral cambie.

Por otra parte, también existen cuentas sin comisiones ni condiciones que son gratuitas para siempre, aunque son las menos comunes.

Para averiguar si tu cuenta sin comisiones es gratuita para siempre, o conocer los requisitos que tendrás que cumplir de forma permanente para que así sea, puedes consultar la información sobre el producto en la Ficha de Información Precontractual antes de contratarla o en el propio contrato si ya la has abierto.

Un usuario puede tener tantas cuentas sin comisiones como desee, pero normalmente no podrá contratar el mismo producto en la misma entidad, aunque sí tiene la posibilidad de acceder a otros que también sean gratuitos en ese banco.

Asimismo, puede contratar cuantas cuentas sin comisiones quiera en entidades distintas.

Eso sí, debe tener en cuenta que en todas ellas deberá cumplir con los requisitos impuestos por la entidad para librarse de las comisiones, algo que puede llegar a ser difícil si se mantienen abiertos varios productos de características similares. Por ejemplo, si dos de las cuentas exigen la domiciliación de ingresos recurrentes para ser gratuitas, es complicado que el titular pueda cumplir con esa condición, y el resultado puede ser que acabe pagando por alguna de ellas.

Domiciliar la nómina significa recibir todos los meses de forma automática tu sueldo en tu cuenta bancaria. Para que esto sea posible, lo único que tienes que hacer es comunicarle a tu empresa tu número de cuenta y facilitarle el certificado de titularidad bancaria emitido por la entidad, con el que se avala que, efectivamente, los datos del trabajador y del titular coinciden.

Sí, algunos bancos permiten que usuarios sin un sueldo puedan contratar y beneficiarse de las ventajas de su cuenta nómina siempre que tengan otro tipo de ingresos mensuales recurrentes mínimos aceptados por la entidad, como una pensión, una prestación de cualquier tipo o beneficios por una actividad como autónomo.

No todas las entidades aceptan a usuarios sin nómina para este tipo de cuentas, por lo que es importante revisar este aspecto en el documento informativo del producto o en el contrato del mismo.

Se trata de bancos 100% digitales, sin oficinas físicas, cuya operativa se realiza por completo a través de internet o, como mucho, mediante llamadas telefónicas. Sus clientes gestionan todos sus trámites y consultas mediante la página web o la aplicación móvil de la entidad. Todo esto hace que basen su negocio en las nuevas tecnologías, con multitud de procesos automatizados y herramientas digitales bastante optimizadas.

Al automatizar muchos procesos, permitir que sus clientes hagan por ellos mismos otros tantos (gracias a plataformas digitales intuitivas y sencillas) y no tener oficinas físicas, estos bancos digitales se ahorran muchos costes, motivo por el que sus productos suelen ser más baratos. De hecho, los neobancos son los que más cuentas sin comisiones ofrecen sin condiciones, o con muy pocas.

Las cuentas bancarias de la mayoría de los neobancos son exactamente iguales que las de los bancos tradicionales, con un IBAN español y la posibilidad de realizar todas las operaciones bancarias más habituales. Eso sí, hay que tener en cuenta que algunas de estas entidades digitales tienen licencia bancaria y otras no. En este segundo caso no se les considera bancos como tal, sino entidades de dinero electrónico. Por ello, es recomendable que antes de contratar un producto financiero con este tipo de empresas compruebes si tiene la citada licencia o no.

Las principales diferencias entre ambos tipos de entidades radican en el uso de la tecnología y los costes. Aunque la banca tradicional está cada vez más digitalizada, aún mantiene muchos procesos analógicos y, sobre todo, muchas sucursales físicas, en buena medida porque muchos de sus clientes así lo demandan. Al mantener esas oficinas con servicios presenciales, necesitan de muchos más trabajadores que los neobancos, y ambas cosas encarecen sus costes. Por ese motivo, los bancos convencionales suelen tener tarifas más altas y mayor número de comisiones, y sólo ofrecen algunos de sus productos de forma gratuita si el usuario cumple con una serie de requisitos más o menos exigentes.

Esa mayor apuesta por la tecnología de los neobancos no quiere decir que los servicios digitales de los bancos tradicionales sean peores, puesto que el sector lleva muchos años inmerso en un proceso de transformación para adaptarse a los nuevos tiempos y, en muchos casos, sus herramientas electrónicas son tan buenas, y a veces incluso más, que las de los neobancos. Pero la banca convencional no puede depender tanto de ellas porque tiene clientes mucho más diversos que los neobancos.

Y esa es otra de las grandes diferencias entre ambos, los clientes a los que se dirigen. Los neobancos pueden echarse por completo en manos de la tecnología porque se enfocan en un público muy concreto, aquellas personas que se sienten cómodas en un entorno digital y pueden utilizar sus aplicaciones móviles y webs sin el más mínimo problema. Las entidades tradicionales, en cambio, están abiertas a todo tipo de usuarios, por ello han desarrollado sus herramientas digitales pero no pueden dejar de lado a aquellos que precisan de sucursales para realizar sus operaciones o sus consultas de forma presencial.

Así pues, las principales diferencias entre los bancos tradicionales y los neobancos serían el uso de la tecnología, sus precios y los clientes a los que se dirigen. Por lo demás, las cuentas sin comisiones de unos y otros, más allá de las condiciones particulares de cada uno, se pueden utilizar para realizar cualquier tipo de trámite bancario, desde domiciliaciones a transferencias pasando por el uso de tarjetas de débito o crédito.