Alberto Garzón, ministro de Consumo del Gobierno de España

Alberto Garzón, ministro de Consumo del Gobierno de España

Política GOBIERNO

Pedro Sánchez, harto de Alberto Garzón, no puede cesarlo por el anexo que pactó con Pablo Iglesias

PP, Vox, Ciudadanos y una amplia corriente del sector ganadero piden la dimisión o el cese del ministro de Consumo.

6 enero, 2022 06:44

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Las palabras de Alberto Garzón en The Guardian sobre la exportación de "carne contaminada" por parte de las "macrogranjas españolas" han provocado una oleada de descontento entre los ministros socialistas del Gobierno. Principalmente en el propio presidente y en Luis Planas, que encarna la cartera de Agricultura. "Malestar", "desacreditación de España en el extranjero"... La consigna dictada por Moncloa para salir del paso ha sido la siguiente: "Garzón no hablaba como ministro, sino como ciudadano".

Así lo han expresado en público la titular de Educación, Pilar Alegría, o la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez. Sin embargo, el propio Garzón ha terciado para decir que, por supuesto, habló como ministro. Lo que ha sido interpretado como un desafío en Moncloa y ha redundado en el hartazgo de Sánchez.

Detrás de esa consigna poco convincente incluso para los propios miembros del Gobierno –Garzón fue entrevistado en The Guardian precisamente por su condición de ministro– se encuentra el pacto de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Sánchez no puede cesar a los integrantes de la cuota morada.

En términos oficiales, Sánchez sí puede hacerlo. Porque es prerrogativa del presidente del Gobierno elegir a los ministros, que luego el Rey nombra de manera simbólica. Pero el pacto que en su día suscribió con Iglesias, supuso la transferencia de esa competencia al lado morado. A través del 'anexo', de la parte del acuerdo no publicada. Dos gobiernos en uno. Cada uno elige a los suyos. Dicho de otro modo: si Sánchez cesara a Garzón, dispararía al corazón del Ejecutivo.

Así quedó de manifiesto con el paso atrás de Manuel Castells, que abandonó la cartera de Universidades por "motivos de salud". En ese instante, fue el frente morado quien eligió como sustituto a Joan Subirats y luego se lo comunicó a Sánchez.

Conviene resaltar que dentro del cupo morado existen, a su vez, otras cuotas: la de Izquierda Unida –Garzón–, la de los comunes catalanes –ellos se encargaron de encontrar a Subirats para suplir a Castells–... Cada uno gobierna 'sus' ministros.

De ahí que Sánchez tenga las manos atadas para abordar una hipotética destitución de Alberto Garzón. Para ello debería negociar con Yolanda Díaz, que es quien comanda el lado morado de la coalición. Eso no está sobre la mesa, ya que la vicepresidenta ha respaldado a su compañero.

"Sánchez no puede tocar ahí. Los ministros de Unidas Podemos se eligen en Unidas Podemos", apunta un miembro del Ejecutivo en conversación con EL ESPAÑOL. La última vez que Garzón encendió la polémica de la carne, tuvo que intervenir el propio presidente del Gobierno. Lo hizo con una broma muy seria: "Donde me pongan un chuletón al punto... eso es imbatible".

Ahora llueve sobre mojado, pero los ministros socialistas se han puesto de perfil. Han repetido que Garzón no hablaba como titular del Gobierno y que Moncloa tiene clara su opinión sobre la industria ganadera, que es una manera leve e indirecta de desautorizarle.

El clamor de los barones

Quienes sí han expresado con libertad la opinión mayoritaria en el PSOE han sido barones autonómicos como Javier Lambán o Emiliano García-Page. El presidente de Aragón ha dicho por escrito que se trata de unas "desgraciadas e insensatas declaraciones"; una "agresión directa a una parte importante de la economía aragonesa". "El que las hace no puede ser ministro de España ni un día más. Es en sí mismo un insulto a la inteligencia", ha apuntado en Twitter.

El presidente de Castilla-La Mancha, a su vez, ha apostillado: "El ministro debe rectificar. No se puede hacer propaganda negativa de un sector tan importante en el exterior".

Guillermo Fernández-Vara, el presidente de Extremadura, no ha intervenido esta vez, pero cuando Garzón animó a reducir el consumo de carne, le invitó a visitar una dehesa extremeña.

El PP ha reaccionado rápido y ha redactado sendas mociones en Aragón y Castilla-La Mancha para votar la reprobación del ministro: "Si sus presidentes han escrito eso, que lo vote el PSOE en los parlamentos".

"Conspiración de ultraderecha"

Esta es la traducción de lo que dijo Alberto Garzón a The Guardian: "Los creadores de las macrogranjas encuentran un pueblo en un pedacito despoblado de España y ponen 4.000, 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Después contaminan el suelo, luego el agua y exportan esa carne de mala calidad de estos animales maltratados".

Lejos de rectificar, el ministro de Consumo ha publicado en su cuenta de Twitter una versión más extendida y ha lamentado que el periodista británico tuviera que "acortar" sus respuestas por "falta de espacio".

Garzón ha llegado a vincular a la "masculinidad" las críticas a sus posturas sobre la carne; dejando entrever que esa oposición viene de hombres que temen ver afectada su virilidad por comer menos carne. Tanto él como Pablo Echenique atribuyen lo que llaman un "bulo" a la conjunción de dos motores sociales, la "ultraderecha" y el "lobby" de las "macrogranjas".

La oposición pide en bloque el cese o la dimisión del ministro de Consumo. “Igual Pedro Sánchez debería plantearse cerrar el Ministerio de Consumo. Los 60 millones de euros al año que nos cuesta podrían servir para financiar un plan de sostenibilidad del sector ganadero, como hemos solicitado en las enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado”, dice Milagros Marcos, portavoz de Agricultura del PP.

"Desconoce la realidad del sector. Habla sin fundamento, de oídas, dejándose llevar por los mantras más rancios y anticuados de la izquierda, sin importarle un bledo las millones de familias que viven de la ganadería", arguye Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos.

A través de la moción de uno u otro partido, el Congreso de los Diputados votará próximamente una proposición no de ley –es decir, sin efectos vinculantes– referida a la reprobación de Garzón.