Image: Permafrost

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Novela

Permafrost

Eva Baltasar

11 enero, 2019 01:00

Eva Baltasar. Foto: Elcros

Traducción de Nicole d'Amonville. Random House. Barcelona. 2018. 144 páginas. 16,99 €. Ebook: 7,99 €

En 2018, el entusiasmo de la inteligentísima editora María Bohigas supo convertir un debut en el fenómeno literario catalán del año: hablo de Permafrost, de la poeta Eva Baltasar (Barcelona, 1978), que ahora aumenta la onda expansiva de su éxito con la impecable traducción española que firma Nicole d'Amonville. El título es una metáfora perfecta que equipara las capas de suelo permanentemente congeladas con la distancia que la protagonista experimenta respecto del mundo. La novela relata en primera persona, bajo una apariencia entre la memoria y lo poético, el proceso formativo de una mujer hipersensible, incrédula ante la mentira de las convenciones, los fármacos antidepresivos o la familia. Es alguien que se sitúa en "un límite" incómodo entre el amor y la muerte, entre el miedo y el encuentro con las otras personas; que siente el impulso suicida tanto como el sexual, a cuyo nacimiento asistimos en una escena de masturbación adolescente muy bien resuelta. Ahora, esa chica de doce años ha cumplido los cuarenta sabiendo qué es importante y cómo albergar pensamientos crueles.

A pesar de su acidez y humor negrísimo, el libro quiere seducirnos más de lo qeu está dispuesto a admitir

Los comentarios a Permafrost abundan en el lesbianismo del personaje, un matiz relevante pero no decisivo. En cambio, tiende a descuidarse su condición de historiadora del arte con vocación creativa frustrada. En los últimos años han aparecido voces femeninas que encaran la literatura vinculándola a lo artístico: pienso en la argentina María Gainza o la argentino-mexicana Verónica Gerber, así como las catalanas Alicia Kopf y la propia Baltasar. En los tres primeros casos, el planteamiento conduce a revisiones insólitas de la estructura narrativa y del papel de lo metafórico o visual en el lenguaje. ¿Vale ese juicio para Permafrost? En parte. A fin de cuentas, el libro se abre con una cita de El malogrado de Thomas Bernhard, cuyo título incide en la idea de expectativa truncada. Nuestra protagonista pudo ser artista, pero no lo fue. Su escritura de apariencia instintiva y explícita (esa a la que algunos califican genéricamente como "honesta") podría equivaler al actionpainting de Jackson Pollock, como el mismo texto sugiere. Sin embargo, su arquitectura está más domada de lo que parece. Puede que el libro juegue a desentenderse de una trama "fuerte" pero, visto en perspectiva y tras leer su final (que es un golpe de efecto eficaz aunque algo decepcionante), cabe ponerlo en duda.

Del mismo modo, esa alusión a la "honestidad" de su prosa, si entiendo bien lo que intentan decir las reseñas que aplican el término, me parece discutible. En Permafrost hay pasajes revestidos de obviedad ordenadora, salpicados por tópicos y hasta ocurrencias (pienso en la reacción al embarazo de la hermana, su comentario a la "melanoma" o el chiste comparando peinados masculinos con el sistema operativo de Apple): todo ello le resta peligro a las aristas más incómodas, y por eso valiosas, de la escritura. Es evidente que el texto asume con talento el ejemplo bernhardiano del humor negrísimo, ligado al vituperio hiperbólico y al asco ante el ser humano en sociedad, algo (en el fondo) no tan alejado de la compasión. A cambio, su fraseo es contenido, el ritmo cómodo, y la acidez no nos reta sino que nos quiere de su lado. En definitiva, el libro quiere seducirnos más de lo que está dispuesto a admitir.

Si convenimos en estos desencuentros con la propuesta, hay que celebrar por otra parte sus ráfagas más brillantes: hay dos imágenes (unas mejillas comparadas con la rodilla gastada de un Jesús de porcelana, unos dientes blancos como espaldas de novicias) que justifican por sí solas un libro. Y se da una lucidez fría pero candente, admirable, en su aproximación al detalle: unos clínex estampados, la leche que bebe una niña o la superficie de la bañera abren grietas insalvables y genuinas. En esos momentos, Permafrost está a la altura de la recepción que ha recibido.

@Nadal_Suau