Letras

Los libros del año Miguel Hernández

Las publicaciones en torno al autor se multiplican en el centenario del poeta

18 febrero, 2010 01:00
El oficio de poeta. Miguel Hernández
Autor: Eutimio Martín.
Editorial: Aguilar, 2010.
Precio: 25 euros
Páginas: 700.

Eutimio Martín no rehúye las aristas que espinan la trayectoria biográfica de Miguel Hernández: su carácter personal, no exento de una cierta pretensión, y sus altibajos ideológicos, que arrancan con una poesía con una clara dimensión contrarrevolucionaria hasta desembocar en todo lo contrario. El lector no encontrará en este libro una visión ingenuamente romántica del autor de Viento de pueblo.
Miguel Hernández. ¡Dejadme la esperanza!
Autor: Fernando González Lucini.
Editorial: Ediciones Autor.
Precio: 18 euros
Páginas: 193.

Ediciones Autor abre su colección monográfica de Canción y literatura con un volumen dedicado a Miguel Hernández uno de los poetas en lengua española más musicados. Más de cien solistas y grupos musicales, de los más diversos estilos, han hecho canciones de sus poemas. Algunos de los más renombrados son Joan Manuel Serrat, Enrique Morente, Jarcha, Mocedades...
Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. (Reedición)
Autor: José Luis Ferris.
Editorial: Temas de Hoy
Precio: 21 euros
Páginas: 604

José Luis Ferris rastrea la biografía del poeta alicantino. Por el libro circulan las mujeres que inspiraron sus encendidos versos de amor. La presunta envidia que le tenían Federico García Lorca, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Quiénes evitaron que fuera fusilado a pesar de la condena a muerte que pesaba sobre él. Y quiénes se encargaron de que no saliera nunca de la cárcel.
Miguel Hernández. 1955 (Reedición)
Autor: Concha Zardoya.
Editorial: Nortesur.
Precio: 16 euros
Páginas: 233.

La poetisa chilena Concha Zardoya publicó en 1955 uno de los primeros análisis de la vida y la obra de Miguel Hernández. Su libro, que ahora reedita Nortesur, constituye un homenaje biográfico y un desagravio crítico de la figura del poeta de Orihuela. Zardoya intentó desamordazar su poesía de la leyenda de fatalidad en que estaba envuelta.