Bret-Easton-Ellis

Bret-Easton-Ellis

Letras

Glamourama

17 octubre, 1999 02:00

Bret Easton Ellis

Traducción de Camila Batlles. Ediciones B. Barcelona, 1999. 541 páginas. 3.200 pesetas

En 1985 se publicó en los Estados Unidos una inquietante novela, Menos que cero, donde se despellejaba a la opulenta sociedad norteamericana y se mostraba en carne viva el vacío existencial y la total carencia de valores familiares de la opulenta sociedad californiana. La recepción crítica fue ciertamente ambivalente. Por una parte se criticaba sin reservas la visión pesimista y la dureza y crueldad con que el autor reflejaba a la juventud norteamericana; por otra parte, se era un tanto condescendiente por mor de la edad del novelista, veinticuatro años, y que todavía era un estudiante universitario.

Después vino Las leyes de la atracción (1987) y posteriormente, en 1991, vio la luz American Psycho, obra con la que alcanzaría la popularidad y que supondría el definitivo “reconocimiento” de su autor, Bret Easton Ellis, como el nuevo novelista maldito de las letras norteamericanas de este fin de siglo. El argumento de la novela y la forma de narrarlo sembró el escándalo. Su protagonista, Patrick Bateman, un afortunado joven ejecutivo de veintiséis años, un triunfador que se mueve en el mundo de las finanzas de Wall Street como pez en el agua, tan sólo logra obtener placer sexual asesinando con una saña inimaginable a las mujeres que se cruzan en su vida. El escándalo fue tal que incluso hubo quien solicitó la prohibición de su venta o cuando menos que no se diera ninguna publicidad ni se mostrara en los escaparates de las librerías. Y las feministas más radicales lo declararon oficialmente “persona non grata”.

Los confidentes fue su siguiente entrega, una colección de trece relatos más que una novela propiamente dicha que no logró despertar la expectación de publicaciones previas. Este sucinto repaso al corpus “ellisoniano” tiene su razón de ser como necesario antecedente para entender la desigual acogida, con preponderancia de las negativas, de su última novela, Glamourama (1998), que acaba de publicarse en España cuando está prevista la visita del autor para finales de mes.

Glamourama es una novela estructuralmente mucho más compleja que las anteriores, pues el giro de la trama que acontece hacia la mitad de la obra puede incluso crear la ilusión de encontrarnos en otra novela distinta a la que veníamos leyendo. Pero no adelantemos acontecimientos.

'Glamourama' no logra aproximarse a 'American Psycho' ni a 'Menos que cero', pero los diálogos de Ellis en esta novela son los más vertiginosos que podemos encontrar en narrador alguno

La vida narra la vida de Victor Ward, un joven neoyorkino que se gana la vida como modelo y encargado de las relaciones públicas de una discoteca de moda. Como los jóvenes de Menos que cero, y como Bateman, el protagonista de American Psycho, Victor ha conseguido a sus veintisiete años todo cuanto de material puede ofrecerle la vida, y no se ruboriza al afirmar que “soy muy bueno en la cama”... y, sin embargo, siente que le falta algo.

Victor también se caracteriza por adolecer del mínimo atisbo ético (todo es estético) y no duda en intentar abrir su propio club con el total desconocimiento de los propietarios del lugar donde trabaja. Pero las cosas no salen como esperaba y acepta un trabajo para encontrar a la modelo Jamie Fields, de la que no se sabe nada desde hace dos meses, cuando se fue a Inglaterra.

Y es a partir de este punto donde encontramos la nueva trama a la que me refería anteriormente. A bordo del Queen Elisabeth II viaja a Inglaterra y encuentra a Jamie, pero descubrirá la verdad de un nuevo mundo, el de las modelos, que detrás de todo el glamour de la fama y las pasarelas esconden una realidad tremendamente dura, la del terrorismo internacional.

En Glamourama encontramos las mismas premisas narrativas de obras anteriores. En cuanto al argumento, la clase alta vuelve a ser el segmento social donde fija su punto de mira. Respecto al estilo continúa narrando, como en el resto de sus obras, en primera persona, utiliza las frases cortas y los diálogos son los más vertiginosos (tal vez resulte para muchos un tanto exagerado pero en algunos pasajes incluso ha llegado a recordarme ni más ni menos que al propio Hemingway) que podemos encontrar en narrador alguno. Todo en Glamourama, tanto estilo como argumento, aderezado con un continuo reto a lo políticamente correcto, de manera que frases del tipo “Jamie no quiere follar y comienza a mamármela” sea lo más suave y transcribible que podemos encontrar.

Tal vez Glamourama no logre aproximarse a American Psycho y mucho menos a la que considero su mejor novela, Menos que cero, pero a mi juicio la crítica norteamericana se ha aproximado a ella un tanto cegada por las formas. sin entender la verdadera dimensión de la sátira de Ellis, algo que Mar Ramón puso de manifiesto en una interesante tesis que publicó sobre este autor.

Los objetivos, las intenciones de Ellis en sus novelas son las mismas que las del aclamado Paul Auster; sin embargo cada uno toma caminos, modelos distintos, para poner de manifiesto la desesperación, el vacío que caracteriza a la autocomplaciente sociedad norteamericana. Utilizando la pluma como bisturí ambos diseccionan al paciente, pero Ellis no utiliza anestesia. Y claro, eso siempre duele.