Ariel-Goldenberg

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Teatro

Adiós a Ariel Goldenberg, director de los años gloriosos del Festival de Otoño

El sempiterno gestor de la cita madrileña, dueño de un gran olfato y una interminable agenda, ha fallecido en Francia a los 70 años

14 julio, 2021 19:20

Ariel Goldenberg no ha podido superar el linfoma que los médicos le detectaron hace apenas cinco meses. Ha fallecido este miércoles a los 70 años en Nimes (Francia), donde residía, en compañía de su mujer, Andrea Jakobsen. Este argentino de origen judío y nacionalidad española, que hablaba varios idiomas, disponía de una de las agendas más completas del teatro internacional, lo que le permitía tratar con familiaridad a Peter Brook o Baryshnikov. Gracias a sus contactos y a su olfato para detectar las tendencias hizo del Festival de Otoño de Madrid una de las citas teatrales más internacionales que permitía conocer lo que se cocía escénicamente en el mundo. 

Llegó en los años 80 con apenas veinte años a Madrid, acompañando a una compañía gala que José Luis Gómez había programado en el Teatro Español que entonces dirigía, y ya comenzó a trabajar con la Asociación Cultural Caballo de Bastos que gestionaba entonces la sala Cadarso y que acababa de organizar en primavera el primer Festival Internacional de Teatro de Madrid. Tras una primera edición ruinosa, la incorporación de Goldenberg les permitió una brillante segunda edición con la presencia de compañías tan célebres como Kantor, los brasileños Macunaima y Pina Bausch, entre otros. El festival tomó entonces un rumbo favorable y una velocidad de crucero en sus siguientes ediciones, permitiendo, por ejemplo, que los madrileños conocieran por primera vez a la compañía de Brook, cuando presentó en el María Guerrero su obra L’os. Luego el maestro inglés volvería con su célebre Mahabharata años después, pero ya contratado por el Festival de Otoño que la Comunidad de Madrid había comenzado a organizar.

Goldenberg obtuvo la nacionalidad española gracias a un decreto del Gobierno, pero lo cierto es que tuvo tantas residencias como trabajos. Dirigió un tiempo el Festival de Teatro de Münich, y poco después, en 1989, se trasladó a París cuando le nombraron director del Teatro de Bobigny, que convirtió en un escenario de referencia y donde se mantuvo durante dos lustros. En la década de los 90 Alicia Moreno tomó las riendas del Festival de Otoño de Madrid y tuvo el buen ojo de nombrarle asesor. Es cuando, por ejemplo, nos visita por primera vez la compañía Ex Machina del canadiense Robert Lepage, con su fascinante y aclamada Elsinore. A partir de entonces conoceríamos periódicamente, en cada edición, sus obras, dejando un recuerdo indeleble con su Trilogía de los Dragones, de nueve horas de duración. 

Cuando Moreno asciende en el escalafón político y es nombrada consejera de Cultura en el gobierno de Ruíz Gallardón, Goldenberg ocupa su puesto, en el que permanecerá quince años, hasta 2015. Entonces también le ofrecen la dirección del gran Teatro Chaillot de París, si antes no necesitaba de intermediarios para acceder a cualquier compañía del planeta, son ahora los artistas los que intentan llamar su atención. En su primera etapa al frente del Festival de Otoño, diría que hasta 2008, la programación dura casi tres meses, no hacía falta viajar al extranjero para conocer las tendencias escénicas porque Goldenberg las traía, y encima en las mejores condiciones posibles para verlas, subtituladas.

Había ediciones en las que conseguía reunir desde grandes compañías como la Comedie Française o la Royal Shakespeare Company (celebérrima su programación del Siglo de Oro) a otras más desconocidas procedentes de los países del Este, como los rusos del Teatro Maly que dirige Lev Dodin y la del ruso Fomenko, o la del polaco Kristian Luppa y el lituano Nekrosius. El festival era un banquete escénico que permitía detectar los contrastes de las distintas escuelas teatrales europeas y ver su evolución. También estaba muy atento a otros géneros, como la danza, el circo, la performance o el teatro físico y excluía programar música porque ya había muchos escenarios en Madrid ofreciéndola. Recuerdo extraordinarias compañías, de las mejores, que he visto de aquella época y que, de hecho, siguen viniendo: DV8, Jan Fabre, Complicité, Cullbert Ballet, el Nederlands Dans Theater, Emma Dante, Les sept doight de la main, Volskbühne... la lista es abrumadora.

En sus últimos años el Festival de Otoño experimentó cierto declive, pero dentro de sus limitaciones Goldenberg siguió sirviendo exquisitos platos escénicos, atento como estaba a las últimas tendencias. Los cambios políticos impusieron un recambio en la dirección. Aquellos gloriosos años no han vuelto

@lizperales1