Carlos Palacio, 'Pala'. Foto: Juan Pinilla

Carlos Palacio, 'Pala'. Foto: Juan Pinilla

Música

Carlos Palacio, 'Pala': "La canción de autor no atrae al gran público, pero sí a un público grandioso"

El cantautor y poeta colombiano, Premio Nacional de Música en su país y ganador de tres premios de poesía consecutivos en España, actúa este miércoles en Madrid y el viernes en Cádiz

10 mayo, 2023 09:32

La peripecia vital de Pala, nombre artístico del colombiano Carlos Palacio (Yarumal, Antioquia, 1969), se parece un poco a la de su amigo y compañero de profesión Jorge Drexler: estudió medicina, pero colgó la bata blanca para abrazar su verdadera vocación: la música. Estaba acabando los estudios cuando asistió a un parto y en ese mismo momento supo que no se dedicaría a la medicina. Lo dejó todo y se marchó al Instituto Superior de Arte de La Habana, y volvió a Medellín convertido ya en cantautor, oficio que le permite aunar la música y la palabra, sus dos grandes pasiones.

Premio Nacional de Música en su país, Pala tiene en España una base aún no muy grande pero sí muy fiel de seguidores, además de grandes amigos cantautores como él, entre ellos el mencionado Jorge Drexler, Javier Ruibal, Coque Malla, Pedro Guerra, Rozalén, Marta Gómez o El Kanka. Todos ellos colaboran en su último disco, El siglo del loro, una audaz recopilación de sonetos escritos por él mismo y convertidos posteriormente en canciones. Una muestra de la excelencia que puede alcanzar la unión de la palabra y la música.

El vínculo de Pala con España se ha afianzado con una extraordinaria sucesión de galardones poéticos: en 2020 ganó el Miguel Hernández que otorga la Comunidad de Valencia; en 2021, el Antonio Machado de Baeza; y en 2022, el José de Espronceda de Almendralejo. Además, estos días el cantautor y poeta colombiano está de gira en nuestro país cantando canciones y recitando poemas sobre los escenarios. Tras sus conciertos de Barcelona y Bilbao en los últimos días, este miércoles 10 actúa en la sala Galileo Galilei de Madrid y el viernes 12, en la sala Pay Pay de Cádiz.

Aunque Pala considera que un poema y la letra de una canción son cosas distintas (la segunda puede permitirse más licencias que el primero), “a veces se nos olvida que la poesía solo se desposó al papel hace cinco siglos” y que “siempre fue parte de la oralidad”.

Dice Pala que mucha gente lo llama sonetista, a pesar de que solo uno de sus seis poemarios publicados hasta ahora es de sonetos, además de este disco en el que también demuestra sus grandes dotes de rapsoda al incluir algunos de ellos recitados con el único fondo sonoro de su ciudad, Medellín.

Aunque en realidad ha cultivado con mayor frecuencia el verso libre, el soneto le parece a Pala un tipo de composición poética que, al establecer un corsé formal —ya saben, 14 endecasílabos organizados en dos cuartetos y dos tercetos—, no limita la creatividad, sino que la estimula. “Es una fabulosa herramienta para adiestrar el músculo de la rima, el ritmo y los acentos, algo que le viene muy bien a la canción”.

Pregunta. El siglo del loro comienza con un poema, Qué tontos, en el que dice que “no existen canciones salvadoras ni penas que se curen con sonetos”. ¿Es irónico o realmente no cree en el poder sanador de la música y la palabra?

Respuesta. En ese poema intento desprenderme de esa obligatoriedad que se le impuso a las canciones. En generaciones anteriores se pensó que una canción podía cambiar el mundo, y eso no creo que le haga bien a la canción, que en el mejor de los casos plantea una pregunta o te permite cuestionarte ciertas cosas. Dicho esto, claro que hay momentos de conexión bellísimos. Hay ciertas rutas vitales que se pueden transitar de una manera más amable de la mano de una canción. Pero yo trato de quitarle toda pretensión y toda grandilocuencia a mi oficio.

P. Usted tiene mucha relación con cantautores y poetas españoles o residentes en España. ¿Cómo se fue forjando esa conexión?

RCreo que se debe al hecho de que los cantautores ya no somos las rockstars que fuimos hace unas décadas. A mediados del siglo pasado éramos el mainstream. Cuando eso acabó, se establecieron otro tipo de vínculos, cierta camaradería muy genuina que nos permite abrazarnos de lado a lado del Atlántico. Cuando mis colegas van al otro lado, nosotros allá los recibimos con los brazos abiertos, y así me siento yo cuando vengo acá.

PEso de que los cantautores ya no son estrellas como antiguamente, puede verse como una derrota o como una forma de resistencia romántica. ¿Cómo lo vive usted?

RAunque soy un pesimista de bandera, el punto en el que se encuentra el oficio lo miro con mucho optimismo. Yo no soy nada conocido en los grandes medios, pero en virtud de los nuevos tiempos de las tecnologías de la comunicación y las redes sociales, he podido desarrollar una carrera ya muy dilatada que me permite vivir dignamente de mi oficio. Eso hace 20 años era imposible, yo no hubiera podido vivir de la música sin fichar por una discográfica. Además, creo que la gente que se conecta con estas canciones, lo hace de una manera profundamente genuina. No es el gran público, pero es un público grandioso”.

P. ¿Cómo decidió cambiar la medicina por la música?

R. Fue la única epifanía que he tenido en mi vida. El momento justo en que decidí ser músico y no médico fue cuando estaba atendiendo un parto, justo al final de mi formación médica. Recuerdo esa sensación de no querer hacer eso más en la vida. Me quedaba un año para graduarme y me parecía una tontería no terminar. Trabajé un año como médico para ahorrar dinero y me fui a estudiar música a Cuba. De eso ya han pasado más de 25 años y no he vuelto a ejercer la medicina.

P¿Por qué decidió estudiar música en el Instituto Superior de Arte de La Habana?

R. Porque tiene un alto prestigio y porque yo quería estudiar específicamente un área de la música popular que se enseñaba allí y en la Universidad Berklee en Estados Unidos. Elegí Cuba por una diferencia de tres ceros en el coste de los estudios.

P. ¿Cómo recuerda aquella etapa de formación musical?

R. Yo le debo al Instituto Superior mi formación como músico, sin lugar a dudas, pero lo más grande que yo recuerdo de Cuba son dos cosas. En primer lugar, que me permitió dejar de ser médico, ya que si me hubiera quedado en Colombia mi familia y mis colegas no me habrían dejado de llamar para hacer trabajos de médico. Yo salí de Colombia como médico y regresé como músico, y eso se lo debo a Cuba. Y en segundo lugar, me dio un adiestramiento fabuloso en el afecto genuino. Llegué a Cuba en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente del país, en los años 90. En un entorno de austeridad, recibí enseñanzas de humanidad y generosidad que nunca terminaré de agradecer.

P¿Cree que España presta la suficiente atención a las manifestaciones culturales de Latinoamérica?

R. Depende del área de la cultura a la que nos refiramos. En el mundo de la canción de autor es imposible desconocer que solamente persisten a estas alturas dos grandes circuitos para los cantautores. Uno está en México, algo que responde al tamaño del país, y el otro es España, porque aquí se fundó la canción de autor, de modo que persiste cierto circuito que te permite estar más o menos vigente. Entonces, en este ámbito, sí que hay conexión entre ambas orillas del Atlántico. Pero creo que haría falta que en España se abrieran más los ojos a las manifestaciones culturales del otro lado, más allá de ciertas cosas llamativas.

P. La música en español tiene cada vez más peso en el mundo, y el vehículo para ello está siendo el reguetón y la música urbana. Pongamos como ejemplo la sonadísima colaboración entre dos compatriotas suyas, Shakira y Karol G. ¿Cómo se lleva con esos géneros?

R. No puedo ser indiferente al asunto, porque yo vengo justo de Medellín, que es hoy la meca del reguetón. A mí no me gusta, pero gracias a él el entorno de la música en mi ciudad se ha profesionalizado de una manera insospechada. Hace diez años era imposible encontrar más de un técnico en pirotecnia de escenario; hoy hay cincuenta. Hay veinte estudios de alto perfil y hay ingenieros de sonido increíbles. Es imposible no alegrarse de que cuando uno va a Budapest, a Estambul o a Tokio suene música hecha en mi ciudad. Me alegra que a los chicos que hacen este tipo de música les vaya bien.

PUsted es también el fundador del colectivo poético La Cofradía de la Palabra. ¿En qué consiste?

R. Es un grupo de Facebook que abrí casi a regañadientes. La empresa que maneja mis redes y mi imagen digital me insistió durante un par de años para que abriera un grupo para propiciar la escritura de formas clásicas, como los sonetos, y yo me pasé esos dos años diciéndoles que estaban locos, que a nadie le interesaría eso. Y fue una gran sorpresa porque a día de hoy es el grupo más grande del mundo de escritura de formas clásicas en español. Somos más de 2.000 miembros de 16 países que todos los días publicamos sonetos, madrigales, liras, décimas… Eso demuestra que las redes sociales sirven para muchas cosas, entre ellas darle buena salud a estas formas que parecían desaparecidas.