Jacobo  Castellano

Jacobo Castellano Javier Carbajal

Arte

Jacobo Castellano inaugura su mayor exposición: "Mi trabajo consiste en pensar con las manos"

El escultor muestra más de 60 obras en la Sala Alcalá 31 de Madrid, donde nos encontramos con retazos de su cotidianidad, maderas exquisitas y objetos encontrados.

16 septiembre, 2024 02:20

Ni modela, ni esculpe. Eso dice él, que su trabajo es hacer dialogar a los objetos. Jacobo Castellano (Jaén, 1976) nos confiesa que, sin embargo, para esta exposición ha vuelto a coger las gubias y a mancharse las manos con las barras de óleo.

Su escultura y su pintura –esta última abandonada tras intoxicarse con aguarrás en la facultad de Granada– resuenan en una vibración similar, la de lo roto que se recompone, la de lo cotidiano desvelado.

Feliz y ansioso por inaugurar, nos muestra su trabajo con un entusiasmo contagioso. Atravesamos las dos monumentales puertas de la entrada, réplicas de las de su propia casa y, curiosamente, también hogar de la comisaria de la exposición, Tania Pardo.

Nos referimos a la famosa 'Casa de las flores' diseñada por Secundino Zuazo en 1931 y que aparece, incluso, en un poema de Pablo Neruda. La exposición El espacio entre los dedos es una metáfora de su espacio doméstico. Nos invita a conocerlo.

Una vez dentro nos ofrece pan, aceite de sus olivos de Jaén, leche y exquisitas maderas de sapeli, olivo, ébano e iroko que, al mirarlas, parecen cobrar vida.

Pregunta. ¿Qué hay en “el espacio entre sus dedos”?

Respuesta. Seguramente, por el número de piezas, mi mayor exposición hasta la fecha: sesenta y pico obras. Creo que hay un 70 %, más o menos, de obra nueva, producida por la Comunidad de Madrid, y un 30 % de trabajos recuperados. Conservo conmigo mis piezas más emocionales y disfruto poniendo en conversación lo nuevo y lo antiguo sin que me genere ninguna nostalgia. Me ayuda a comprobar que sigo siendo el mismo.

Un detalle de las herramientas de Castellano en Alcalá 31. Foto: Javier Carvajal

Un detalle de las herramientas de Castellano en Alcalá 31. Foto: Javier Carvajal null

P. ¿Por qué ese título?

R. Hace referencia al juego de ilusionismo que engaña a los niños haciéndoles creer que hemos partido nuestro pulgar por la falange en dos, escondiéndolos con el índice, mientras alejamos y acercamos ambas partes y ese juego les resulta hipnótico. La tensión aparente entre rotura y reconstrucción es la esencia de mi trabajo.

P. ¿Cómo se enfrenta uno a un espacio tan especial como Alcalá 31?

R. Los artistas suelen comentar que es la sala más difícil donde han trabajado, por la cantidad de columnas y su imponente presencia arquitectónica. Este planteamiento se convierte en una lucha contra la sala. Yo entendí que el espacio tiene que ser mi amigo, así que lo resolví levantando un gran muro, algo sencillo pero certero. El muro genera un arco que dialoga con la gran ventana que, por cierto, descubrió Manuel Segade para la exposición de Juan Muñoz.

P. ¿Cómo pinta un escultor?

R. Después de mi intoxicación dejé la pintura y me centré en los objetos, concretamente en los muebles de casa de mis abuelos. Un buen amigo, Abraham Lacalle, me comentó que existían unas barras de óleo y volví a ella de un modo muy primitivo: arrastrando el material, dejando huellas, generando capas, pintando los reversos.

Una de las piezas clave de la exposición: 'El Pelele'

Una de las piezas clave de la exposición: 'El Pelele' Javier Carbajal

Hay mucha fisicidad también a la hora de pintar. Soy un poco cobarde, porque así no tengo que decir que lo que hago es pintura, pues con todas esas capas las obras adquieren cierta tridimensionalidad... Entonces Tania Pardo me animó a tirarme al barro.

P. Cuéntenos más.

R. Pues ella, viendo que yo tenía estas pinturas en mi estudio, me sugirió ir al Museo del Prado y usar el museo como herramienta. “Allí me vas contando cómo ves a ciertos pintores”, dijo. A mí me encantó su propuesta y así lo hicimos, en unas nueve sesiones. Esa es la gran labor de un comisario, que saque de ti lo mejor, las zonas dormidas que cada uno tiene, ¿no? Y mi lectura de los cuadros fue la de un escultor. Entonces vemos a Zurbarán, vemos a Sánchez Cotán, vemos a Goya y yo mientras me preguntaba: ¿a qué huele este bodegón?, ¿qué humedad rezuma ese búcaro?, ¿cuánto pesa un cuadro?

P. ¿Eso importa?

R. Para los escultores es fundamental, porque si pesa demasiado no lo podemos manipular. El escultor siempre tiene una demanda física, nos preguntamos constantemente cuánto pesan las cosas. Es la pregunta más importante.

“El fondo más trágico o más cruel de la pintura es el fondo del perro de Goya. Es una losa”.

P. Sus cuadros parecen fondos de pinturas clásicas.

R. Yo siempre he dicho que el fondo más trágico o más cruel de la pintura de todos los tiempos es el fondo del Perro semihundido de Goya de las Pinturas negras. Es una losa. Tiene un peso específico. Lo que decía antes, ¿cuánto pesa un cuadro? Ese fondo tiene todo el peso del universo y lo carga la mirada del perro que lo activa.

P. ¿Cómo surgen sus piezas escultóricas?

R. Mi trabajo tiene su germen en la serrería. Ya me conocen y me paso horas allí viendo los maderos, hasta que encuentro uno. Luego, en el taller pueden pasar meses hasta que veo la idea definitiva. Yo siempre hablo de pensar con las manos, sobre el terreno. Para mí la experiencia en el estudio es vital, no soy un artista proyectista.

Cuando compro esa madera no te puedo decir cómo va a terminar. Esto es muy casual. Las piezas van diciendo lo que quieren y lo que no. Muchas veces le pregunto a la obra qué quiere. Y ella misma se va colocando.

Jacobo Castellano ante la réplica de las puertas de 'La casa de las flores'.

Jacobo Castellano ante la réplica de las puertas de 'La casa de las flores'. Javier Carbajal

Esta pieza [se refiere a Aceite, un madero precioso de cuatro metros por uno y medio con una oquedad natural que rellena con aceite de sus olivos de Jaén] estuvo en el estudio un año y pico y al final, al darle la vuelta, descubrí qué era lo que necesitaba.

P. ¿En quién se fija?

R. ¡Pues yo siempre digo que en los mejores! [risas]. Un artista que me ha cambiado la vida es el belga Thierry de Cordier. Es radical en cuanto a la finalización de texturas y tiene una gama muy, muy flamenca, muy dura, muy de Flandes, oscura, tenebrosa. También trabaja mucho la idea de casa.

P. Usted suele decir que juega a crear.

R. Sí, es mi base de trabajo. Baudelaire tiene un texto fantástico El juguete pobre o La moral del juguete. En él habla de cómo crece un niño a nivel emocional a través del juego.

Al final, cuando el niño rompe el juguete, que siempre hay momento en que lo rompe, está buscando el alma del mismo, porque piensa que es un ente vivo, y cuando se da cuenta que no hay nada, deja de ser niño. El juego es un aprendizaje y es transversal a todos los animales y a mi propia existencia, a la de todo el mundo.

Jacobo Castellano

Jacobo Castellano Javier Carbajal

P. ¿Qué va a hacer después de esta exposición?

R. Tengo ganas de tener tiempo para pensar, para ver lo que hemos hecho en estos últimos años. Quiero trabajar la cerámica, piedra, arena, el espacio público, probar nuevos materiales resistentes... Bueno, abrir nuevos caminos. Ha sido un año bastante ajetreado.

P. ¿Cómo valora su trayectoria hasta ahora?

R. Yo creo que no he acertado nunca; lo que tampoco he hecho ha sido equivocarme demasiado. Estoy en paz conmigo mismo.