Stanislavblog por Liz Perales

Fidalgo y su anticuada retórica

27 mayo, 2016 17:52

Que Habrás de ir a la guerra que empieza hoy, escrito y dirigido por el también poeta Pablo Fidalgo (Vigo, 1984) y estrenado ayer dentro del Festival de Otoño, se promocione como el mejor espectáculo del año en Portugal durante 2015 no es buen síntoma de la salud del teatro luso. Este monólogo sobre la vida de un exiliado republicano español me pareció un relato tejido de lugares comunes, de humilde factura técnica y, lo peor, con una visión maniquea de la Guerra Civil y el período republicano.

Las casi dos horas de duración solo se ven recompensadas por el emotivo final que impone el actor luso Cláudio da Silva al contarnos su vida y la de su familia, exilidados angoleños en Lisboa que pierden su patria y sus raíces y se sienten extraños en el lugar de acogida. Es el momento más emocionante, nos vincula al presente y une su drama con el del personaje que ha interpretado. Reconozco que Da Silva hace un esfuerzo importante, no sólo por lo que se le exige -decorar el escenario con un ejército de pequeñas figuras de papiroflexia agachándose cada vez que las deposita y a la vez que interpreta su texto-, también porque es todo un reto que nos lo sirva en español y de manera bastante comprensible.

Nuestra Guerra Civil es siempre tema espinoso, pero esta obra pretende que el público asuma el símbolo de lo que representó la II República en su totalidad, sin crítica. El autor siempre puede escudarse en que no está escribiendo Historia. Ya lo creo que no, pero él juega al  teatro-documento o la performance, entendida como teatro sin ficción: imagina las ideas y pensamientos de un familiar,  un republicano que fue encarcelado, escapó de ser fusilado por los pelos y terminó como exiliado en Argentina, sin poder volver jamás a España y sin apenas contacto con su familia.

Podemos comprender la herida y la soledad del personaje, apreciar incluso momentos líricos, pero la retórica política es para echarse a temblar, sobre todo cuando oímos cosas del estilo: la República fue una época idílica en la historia de nuestro país,  la gente pasaba la vida en los cafés y en las calles. O Fidalgo no ha leído nada de Historia, cosa que dudo, o su selección de historiadores no ha sido precisamente muy contrastada (y eso que ya se encarga él de criticar a los revisionistas al comienzo del espectáculo).

Es sorprendente que 85 años después de su proclamación y fatal desenlace, la II República Española siga manteniendo ese aura de prestigio frente a cualquier otro periodo histórico de nuestro país. Hay que recordar que nada más declararse se inició una de las etapas más inestables y violentas, con asaltos a iglesias y conventos, y con una creciente tendencia a la radicalización social que derivó en la guerra fraticida. Este aura se puede entender porque, como algunos ensayistas han señalado, el prestigio de la II República es más estético que moral, la actividad política se transformó en una actividad estética: la República resultaba más moderna, más vanguardista, más joven, más rupturista… que todos los periodos anteriores. Pero lo preocupante es que jóvenes generaciones como la de Fidalgo, él es de 1984, sostengan todavía esta visión estética de la Historia.

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