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Tesoros de la Nueva España

La exposición 'Tornaviaje' muestra en el Museo del Prado la riqueza del arte producido en América durante el periodo virreinal e incide en un tema candente como la colonización y las relaciones de dominación sobre las culturas indígenas

12 octubre, 2021 05:33

Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España. Museo del Prado

Paseo del Prado, s/n. Madrid. Comisario: Rafael López Guzmán. Hasta el 13 de febrero

El Museo del Prado no rehúye las cuestiones candentes. No lo hizo cuando en 2020 acogió la muestra Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931). Ni tampoco ahora, con la recién inaugurada: Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España, una muestra de la riqueza del arte producido en América durante el periodo virreinal. En mi modesta opinión, muchas de las críticas que se vertieron sobre la primera exposición ignoraban la perspectiva acrítica expresada en el título, que indicaba que se limitaba a mostrar cómo fueron las cosas y no como deberían haber sido. Pero los museos generan ideología y limitarse a mostrar los errores pasados es perder una oportunidad para forjar imaginarios nuevos. Haber programado en paralelo otra muestra de las creaciones femeninas silenciadas, heterodoxas y marginadas de ese periodo –que, no tengan dudas, existieron– hubiera sido justo y necesario.

Tornaviaje incide en otro tema de actualidad: el de la colonización y las relaciones de dominación sobre las culturas indígenas. Esto cuando varios grupos políticos del Ayuntamiento de Barcelona llevan años proponiendo desmontar el monumento a Colón, como ya se ha hecho en varias ciudades de Estados Unidos y recientemente en Ciudad de México. Reevaluar la herencia de cultura y horror que supuso la colonia es una tarea complicada, que requerirá muchas aproximaciones. Hace algunos años el Museo Reina Sofía acogió Principio Potosí, ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?, en la que una serie de artistas contemporáneos, partiendo de obras de la pintura colonial andina, analizaban la inmisericorde explotación de aquellos recursos naturales y humanos como uno de los motores de la modernidad. Tornaviaje, a su vez, propone: “valorar las aportaciones artísticas desde el Nuevo Mundo a España […] poniendo en valor objetos en su contexto, al modo de ver y mirar en esos momentos en la península ibérica”. Una visión más apacible e igualmente necesaria. La capacidad extractiva de clase alta de la colonia era enorme y a España enviaron legados, caridades y alardes de riqueza. También los mejores pintores de la colonia quisieron hacer llegar sus méritos a la metrópoli. Fuera de marco (o sería inmanejable) quedan aquellos informes administrativos o científicos que estuvieron dotadas de contenido artístico, aunque alguna muestra –interesantísima– hay. El resultado de reunir todos estos elementos es abrumador. Y al mismo tiempo insuficiente. A la vista de lo visto, quieres más.

'Tornaviaje' incide en un tema candente: la colonización y las relaciones de dominación sobre otras culturas

La muestra se articula en cuatro secciones. La primera, 'Geografía, conquista y sociedad'. Ahí figura ese Quadro de Historia Natural, Civil y Geográfica del Reyno de Perú (1799) tan científico como entretenido y primoroso. También encontramos varios ejemplos de la denominada Pintura de Castas, que administraba una terminología a inéditas variantes de mestizaje (español con india: mestizo; mestizo con española: castizo… y así hasta chino con india: saltatrás). Y aquí tropezamos con una de las joyas de la muestra, expuesta como pieza del mes hasta hace poco en el mismo museo: el Biombo de la Conquista de México, realizado a finales del siglo XVII. En sus dos caras representa, por un lado, la conquista de Tenochtitlán y por el otro la ciudad de México. Muestra pues nociones centrales de la cultura de las élites criollas de la capital de la Nueva España (una mezcla de lealtad política y conciencia de su singularidad que desembocaría en el proceso de independencia).

Anónimo: 'El abrazo ante la Puerta Dorada', 1676-1725

La segunda sección, 'Imágenes y cultos de ida y vuelta' muestra las devociones coloniales cuyo culto se trasladó a España, desde la Virgen de Guadalupe, primera aparición celestial americana, a su primera santa, Rosa de Lima. De esta última hay un lienzo hipnótico, concebido como un trampantojo de equilibrada geometría. Cristóbal de Villalpando, Miguel Cabrera o Juan Patricio Morlete son los tres pintores mejicanos que representan ese barroco novohispano que llegó a casas y conventos españoles. Más interesantes son las piezas de ajuar del siguiente apartado, 'Las travesías del arte', y las del último, 'Impronta indiana', piezas de culto cuya riqueza corre pareja del primor y la originalidad, y que testimonian la impresionante capacidad creativa de las culturas prehispánicas. Alberto Durero, citado en el catálogo, evoca la impresión que causaron a los europeos: “Estas cosas son más bellas que las mil maravillas (…) y en mi vida he visto nada que me haya alegrado tanto el corazón como estos objetos. Porque he descubierto en ellos aspectos extraordinarios y me he quedado admirado ante el sutil ingenio de los hombres de países remotos”.

La imponente medialuna antropomorfa de plata, el crucificado de más dos metros realizado en pasta de maguey (cuya liviandad le hacía especialmente manejable), los trabajos de plumería, que conservan el colorido tres siglos después de su realización… No habría sobrado algún ejemplo de mestizaje cultural tan deslumbrante como los Códices de Indias o incluso las ilustraciones de Primer nueva corónica y buen gobierno (1616) de Felipe Guamán Poma de Ayala, redactada en español y en quechua.

El conjunto de obras de la muestra, procedentes de todos los rincones de España, algunas de ellas sacadas por primera vez de clausuras y palacios, es una pieza fundamental de una memoria perdida. Vale la pena la visita.