Arte
Arte de los 80 y 90: de la ilusión al desencanto
Fischli & Weiss: Sin título (Rata y oso, durmiendo), 2007
El Museo Reina Sofía inaugura una nueva exposición de su colección, la que agrupa el arte de los 80 y 90. Algunos de los artistas de la exposición reviven las décadas del gran cambio en el arte en España.
Mínima resistencia es, también, el título que Manuel Borja-Villel, Rosario Peiró y Beatriz Herráez han dado a esta cuarta revisión de la colección del museo centrada en los 80 y los 90. Décadas cargadas de fechas clave: la llegada del Guernica a España en 1981; el inicio de ARCO y el triunfo socialista en el 82; la creación del Centro de Arte Reina Sofía y la inclusión de España en la Unión Europea en 1986; la exposición Magiciens de la terre y la caída del muro de Berlín en 1989; la Expo en Sevilla, los Juegos Olímpicos y los Carryings de Pepe Espaliú del 92; la Bienal del Whitney del 93; la exposición Años 90. Distancia cero ideada por José Luis Brea en 1994...
Es la primera de las revisiones previstas en el museo y presenta algunas de las nuevas adquisiciones hasta ahora no mostradas. El guiño a Fischli & Weiss tiene mucho que ver su capacidad transgresora del absurdo y la parodia, su reivindicación en el lado amateur del arte y su búsqueda constante de lugares de resistencia en la creación artística. Un hilo conductor y una posición que comparten muchos artistas nacionales e internacionales, más de 60 en total, que dan cuerpo a esta exposición: de Mike Kelley a Rogelio López Cuenca, de Louise Lawler a Patricia Gadea, de Pello Irazu a Jo Spence, de Miralda a Raymond Pettibon...
A cinco de ellos les preguntamos por el significado de esos años 80 y 90 en el arte, por su recuerdo de esa época en la que en España estaba casi todo por hacer. Una breve historia del arte contada en primera persona.
Ángel Bados
Luego llegaron los 90 y todo cambió. Todo se canalizaba mediante la tecnología y la caída del muro en 1989 provocó un cambio total en la política. En el transcurso de una década a otra, cada artista tuvo que buscar su propia vía y afectó al trabajo que habíamos llevado a cabo años antes en el estudio. En España aparecieron los primeros museos, la primera feria, lo que hoy conocemos como industria cultural. Para bien y para mal. Para bien porque los museos y las exposiciones abrieron el arte al público, aunque pasado el tiempo hemos visto que toda esa actividad necesita de una producción y recursos que no tenemos. Desde los años 80 el artista lleva reivindicando un compromiso social y político, un arte político, aunque hoy esa idea hay que cogerla con pinzas. Pasa por un compromiso que es difícil de encontrar. ¿Qué le sucedió al arte español? Cada artista está tratando de saberlo de la manera más humilde posible...
Juan Ugalde
Retrato del presidente Reagan, 1987 (detalle)
En los 90 la ilusión fue cayendo. Fue el momento del disparate, de las Olimpiadas del 92 y los macro eventos culturales de pacotilla. Una España en crisis en la que ya sonaba "que todo va bien". Apareció el "arte político". A nivel cultural, las muchas iniciativas que había en Madrid fueron pasando a ser un caciquismo local. Hoy el artista casi tiene que pagar por exponer y el tema de las ayudas en un desierto absoluto. Con el paso de los años, se ha abierto una fractura entre el arte y la sociedad. En los 80 había un interés cultural extraordinario, mucho más alto de que hay ahora. Cada vez más vamos a una sociedad de consumo con la cultura por los suelos.
Cabello/Carceller
Bollos, 1996 (detalle)
Los 90 fueron diferentes, exposiciones como El sueño imperativo, comisariada por Mar Villaespesa, o libros como El andrógino sexuado de Estrella de Diego anunciaban un cambio radical, parecía que íbamos hacia un lugar al que después no hemos conseguido llegar, en gran medida por lo espectacular del arte en los 2000 y su provinciano despilfarro. Los primeros 90 supusieron para nosotras el descubrimiento de lo queer, de la filosofía de la estética y la teoría del arte, de las prácticas activistas, de las artistas feministas de los 70, del trabajo en colaboración... apoyándonos en ello intentamos resquebrajar un entorno conservador (sobre todo en Madrid), que se resistía a las prácticas artísticas comprometidas. Y se resistió duramente, porque aquello que la teoría promovía no tenía un equivalente en la producción más visible, no era fácil ser artista teórico y nuestros referentes sí eran artistas teóricas.
Fue salir fuera lo que nos ayudó a articular un lenguaje interdisciplinar, alejado de un formalismo vacuo, y a defender unas prácticas que cuestionan los modos hegemónicos de representación, más allá de la imagen, que emplean la teoría sin complejos. Vídeos como Bollos, que ahora exhibe el Museo Reina Sofía, fueron absolutamente incomprendidos, pasando prácticamente desapercibidos, y muchos trabajos de los años 90 ni siquiera se han vuelto a exponer, aunque algunos de ellos han tenido mejor recepción y han sido analizados más fuera del país que dentro. En fin, como nos anticiparon las Guerrilla Girls, siempre hemos trabajado sin la presión del éxito.
Rogelio López Cuenca
Do not Cross Art Scene (No Cruzar, escena de Arte), 1991 (detalle)
Todo esto fue antes de que apareciera internet y cambiara el modo de relacionarnos. Por aquel entonces intercambiábamos casetes por correo y diversas áreas culturales estaban mucho más interrelacionadas. En cada provincia había un revista literaria. Madrid empezó a ser un sitio al que ir. Creo que en esa década es cuando más visité la ciudad.
En los años 90 los fuegos artificiales se fueron desvaneciendo. Siempre insisto en que todo dimensión artística tiene una política. En ese momento la exposición que supuso el regreso al escenario político fue El sueño imperativo. Recuerdo que fue escandalosa. Fue un momento en que vimos nacer una industria cultural con la creación de centros y museos abiertos en cada provincia de España. Aunque pronto entró en crisis, hasta hoy. Que se estén dirigiendo centros de arte y museos desde la política, la privatización en la cultura, es síntoma de la muerte de un modelo.
Pep Agut
Hércules [Autorretrato en devaluación económica y plusvalía cultural], 2008 (detalle)
Hoy la situación del arte ha cambiado mucho. Primero por la eclosión de internet. Los niveles de información son mucho más grandes y complejos, pero deben servirnos como algo positivo. Genera la posibilidad de trabajar en equipo. El mercado del arte también ha cambiado mucho; se ha convertido en un juego de superestrellas y eso asfixia un poco a los artistas que estamos lejos de estas cuestiones. Artistas que no sólo elegimos producir objetos y venderlos.