Arte

Ellsworth Kelly, las cosas tal cual son

colours, rivers and plants

23 noviembre, 2006 01:00

The amazon, 2005

Galería La Caja Negra. Fernando VI, 17. Madrid. Hasta el 10 de diciembre. De 5.100 a 9.100 euros

Ellsworth Kelly nació el 31 de mayo de 1923 e hizo su primera exposición individual en la Galería Arnaud, de París, en 1951, el mismo año en el que el grupo de "Los irascibles" -de Kooning, Gottlieb, Reinhardt, Pollock, Motherwell, Still, Newman y Rothko, entre otros- posaron para la cámara de Nina Leen y aparecieron en la misma revista Life que dos años antes consagró a Pollock como el pintor de la América nueva.

Kelly sostenía ya a finales de los años cuarenta que su pretensión principal era "presentar" los objetos por sí mismos, tal cual, sin más retórica ni inflación de contenidos. Ver hoy alguna de sus piezas de 1950 reafirma esa idea germinal y la traslada hasta la actualidad sin menoscabo alguno ni de su potencia formal ni de la sensualidad que proyectan.

Se ha señalado en reiteradas interpretaciones la herencia matissiana del color de Kelly, así como su inteligencia, sutileza y alegría, pero cabría hacer otro tanto o incluso incidir más aún en la importancia del dibujo en la obra de ambos artistas.

Y es quizá por ese poderío figurativo de la línea, por lo que advertía Robert Hughes, por ejemplo, la influencia de un pintor ornitológico, John James Audubon (1785-1851) en la sensibilidad norteamericana y en artistas como Kelly, y basaba ese ascendiente en "su calidad abstracta: su sentido del perfil, la colocación, el ritmo y el vigor gráfico", cualidades todas que podemos atribuir a la obra de éste último y que resulta indudable y patente en la serie Sunflower, ahora expuesta. Girasoles sin receptáculo floral, circunscritos al baile alterno de sus hojas en el tallo y a la cara, bien haz, bien envés, que exponen a la mirada; por no tener no tienen siquiera nervaduras y apenas parecen denticuladas, son sólo trazo. Es decir, perfil, colocación, ritmo y vigor gráfico. Un lujo.

Y, también, en el trazo y la mancha como estructuradores de la imagen y transmisores del sentido de la forma. Así el impresionante conjunto de litografías States of the River, de 2005, inspiradas en algunos de los ríos que han marcado la historia de la humanidad Rhin, Nilo, Támesis, Amazonas, Mississippi, Hudson, Sena y Yang-tsé. En éste último, el trabajo directo sobre la piedra hace del trazo transmisor de metáforas visibles. Los 6.300 kilómetros de la arteria principal que atraviesa China se hacen rectángulo blanco y negro denso, espeso y terroso, como la vida y el comercio que lo surcan. Hermano, curiosamente, del Rhin, frontera y motivo guerrero de la historia europea. Plano y lento es, sin embargo, Nilo, entorpecido por el fango y los légamos nutricios de su fondo. Como cruzado de corrientes aparece el Hudson.

No he querido hacer falsa poética de las propuestas del viejo maestro, sino señalar cómo la sencillez de sus opciones multiplica su capacidad evocadora y cómo, también, la observación de los fenómenos naturales -el crecimiento de las plantas o el correr de las aguas hacia el mar- siguen siendo para muchos artistas motivos tan irresistibles como sensorialmente condensados.