Los cinco cocineros invitados a la 'Cena de las Estrellas' en La Residencia junto con Pablo Aranda y Andrea Ibáñez.
Siete estrellas para invocar a Michelin: el deseo del hotel más lujoso de Mallorca se sirve en puestos de mercado
La Residencia organiza un festival gastronómico en su jardín con puestos únicos de ostras, champán, sobrasada y platos de hasta dos estrellas Michelin.
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Desde hace seis años el lujoso Reid's Palace, A Belmond Hotel en Madeira, organiza un festival de olores, de colores y sobre todo de sabores, único en el mundo: The Arts of Flavours. Sin embargo, en este 2025, ha querido ceder el testigo a su hermano La Residencia, en uno de los pueblos más increíbles de Mallorca, para conjurarse ante la Guia Michelin en un entorno único.
El famoso festival que tuvo lugar el 4 de octubre fue una fiesta de estas de pueblo (pero qué pueblo, Deiá), en la que cada uno saca lo mejor de su casa para colocarlo en el mostrador de su puesto de mercado y convertir así un precioso jardín en un oasis gastronómico.
Y es que la gracia en The Arts of Flavours es que los cocineros tienen hasta dos estrellas Michelin, se presenta una famosa ostería con sus bandejas y la bebida la sirven bodegas de prestigio de la isla con vinos cada vez más interesantes.
The Arts of Flavours, en La Residencia de Mallorca.
Entre lo que se podía comer en una simple vuelta; una torrija de huevo y caviar de Pablo Aranda, el chef de El Olivo, el restaurante gastronómico de La Residencia; el pescado de José Diogo Costa, el mejor chef joven de Portugal que ya tiene una estrella Michelin en William, o el 'beso helado' de Miguel Caño, con dos estrellas Michelin en un restaurante de La Rioja.
Pero también sobrasada, quesos de Mahón, tapas de premio que arrasan en Mallorca y hasta una ginebra hecha todo con productos del terruño o cócteles de naranjas de Sóller para hacer una especie de 'Aperol Spritz' isleño.
El plato de Pablo Aranda en la 'Cena de las Estrellas' de La Residencia.
Las estrellas
La noche anterior, la del 3 de octubre, la experiencia fue mágica: siete estrellas Michelin acompañaron a Pablo Aranda, en su casa, El Olivo, casi conjurándose para el ansiado premio que puede caerle en algo más de un mes.
La experiencia gastronómica tuvo lugar en la terraza del restaurante de La Residencia, frente a dos olivos centenarios, y con un menú degustación en el que cada chef presentaba un plato.
La apertura del menú le tocó a Pedro Aguilera, del Mesón Sabor Andaluz, el restaurante con una estrella Michelin que arrasa en Cádiz. De su cocina salió la Gamba blanca con salpicón, un ejemplo de la frescura de sus preparaciones que mezclan la huerta y el mar en cada paso.
El segundo pase fue uno de los aclamados porque jugaba en casa. Pablo Aranda presentó un Foie gras escabechado en lías de mantonegro y coca de patata con algarroba. Un simple ejemplo de por qué El Olivo merece su puesto en la famosa Guia Michelin.
La creación elegida por Miguel Caño, el chef de Nublo con dos estrellas Michelin en La Rioja, fue Mero, chuleta y pimiento asado de su tierra a la que está conectado por sus raíces y por sus sabores.
Uno de los puestos de The Arts of Flavours.
El siguiente turno fue de Luke Selby, otro chef dos estrellas Michelin en el restaurante inglés de Le Manoir Aux Quat Saisons. Su plato, un Sashimi de atún curado con shiso, aceite de hoja de higuera y calamondín. Un festival de sabores sofisticados pero naturales que eran perfectos para la 'Cena de las Estrellas'.
Como no hay quinto malo, fue Jose Diogo Costa, el chef del Reid's Palace de Madeira, quien asomó su estrella con una Presa de cerdo con cuscús de madeira y espárragos.
Antes de dar paso al colofón final que no podía ser otro que Santi Taura, uno de los cocineros más conocidos de Mallorca con su estrellado Dins, el que pusiera uno de los puntos dulces con la Coca de patata de Valldemossa y chocolate, pero no una cualquiera, obviamente, sino su propia versión que permite casi chuparse los dedos.
El último postre fue cosa de El Olivo y su chef Andrea Ibáñez, otra de las granadinas que han encontrado refugio en las cocinas de Pablo Aranda y en La Residencia. Su Almendra, el oro de Mallorca es un claro ejemplo de cómo llevar uno de los productos más típicos de la isla al éxtasis de los postres con tres texturas y preparaciones diferentes.
Uno de los aspectos más destacados de la cena, sin duda, fue el maridaje, a cargo de Eva Nadal, la sumiller de El Olivo y la primera mujer en ejercer este trabajo en toda Mallorca. De entre sus sugerencias, una de las que más impresionaron fue la creación de AVA Vi, una bodega artesanal que va a dar mucho que hablar en los próximos años en todo el país.